PALACIO DEL INFANTADO - GUADALAJARA
Don Felipe esperó a la joven esposa – tenía 14 años – en Guadalajara, concretamente en el palacio del Infantado. El rey tenia 33 años y al detenerse la joven Isabel frente a él, éste preguntó a su esposa: “,Qué miráis? ¿Por ventura si tengo canas?”. La misa de velaciones se celebró el 2 de febrero de 1560, encerrándose rápidamente los esposos en la cámara nupcial por lo que el obispo de Pamplona tuvo que bendecir el tálamo a través de la puerta, ya que no tuvo el suficiente tiempo. La reina Isabel era todavía una niña que jugaba a las muñecas y a la taba por lo que la consumación del matrimonio se tuvo que posponer un año, en contra de los deseos del rey.
En las cortes europeas era habitual dar publicidad a las primeras reglas de las jóvenes princesas, infantas o reinas, por lo que conocemos exactamente la fecha en la que Isabel cambió su ciclo hormonal: el 11 de agosto de 1561. Durante el último año había crecido bastante, destacando por su estatura y su constitución fuerte y vigorosa. Ahora Felipe puede iniciar sus relaciones con su esposa aunque al principio existen lógicos problemas en la pareja, como sabemos por las cartas que los embajadores franceses escriben a la madre de Isabel: “La constitución del Rey causa grandes dolores a la Reina que necesita mucho valor para evitarlo …”.
En la corte, primero en Toledo y luego en Madrid el rey estaba ocupado con negocios y aunque la visitaba frecuentemente, tampoco se veían mucho. Aparte de sus visitas, pocas veces coindidían en alguna fiesta. Comían por separado , según la rígida etiqueta Borgoñona .
En Aranjuez o en el bosque de Segovia ocurría todo lo contrario. Habitualmente comían juntos una vez al día y se reunían durante el día para pasear y cazar. En estas ocasiones hasta el rey participaba en aquellos recreaciones que normalmente se hacían en los salones privados de la reina y princesaas, por ejemplo; música , canto y danza .
En el Bosque de Segovia la reina podía disfrutar de un bello paisaje y de unas costumbres más libres en cuanto a comidas , paseos y horarios , acompañada por sus damas de compañía .
También se dedicaba a la pintura , tutelada por Sofonisba Anguisola , aprendió a dibujar y a pintar , lo que le sirvió para apreciar las obras de otros artistas. La lectura también ocupó parte de su tiempo libre .
Tuvo gran pasión por los juegos , comedias , máscaras y otros géneros teatrales . Ocupando a Isabel en ensayos , vestuarios y escenarios y dando trabajo a escritores , actores , sastres ... lo que repercutió en los presupuestos y cuentas de la reina .
Siempre tuvo pasión por la música , trajo con ella a músicos franceses y llegó a tener en sus aposentos tres arpas y un órgano .
Dedicaba gran tiempo a elegir sus vestidos y joyas , adaptándolos a las ocasiones de la corte , intentando realzar su belleza para deslumbara a su esposo y a los cortesanos . Todos los días , Isabel comenzaba con el largo proceso de ser vestida y peinada por las damas . Vestía a las última moda de Francia, Italia y España. Inclinada al lujo, tanto en el vestido como en las joyas, debido a la influencia de su madre y a la necesidad de demostrar la importancia y riqueza de la corte española al mundo , ya que los embajadores , se encargaban de informar y trasmitir todos los acontecimeintos y noticias por los distintos reinos europeos , era una cuestión de imagen .
Después de vestirse , acudía a misa junto a Juana ( hermana menor de su esposo ) , paseaban , visitaban ermitas , jugaban a las cartas ( en algunas ocasiones tuvo que pedir dinero prestado a sus oficiales para poder continuar jugando ) . comía a su antojo , cuando le apetecía , sin protocolo , siempre que le era posible .
Tuvo gran maistad , desde su llegada a España , con la Princesa de Éboli , que fuera amante de su marido ( conocida como la " Puta del Rey " y castigada cruelmente con encierro en su palacio , por la participación en la conspiración de Antonio Pérez contra el rey ) .
Todo ello la llevó a Isabel a contraer cuantiosas deudas , la asignación que le concedió Felipe , fue de 80.000 ducados anuales , ( suma bastante importante) , pero sus deudas llegaron a alcanzar hasta los 180.000 y a su muerte , según su testamento , ascendía a unos 140.000 ducados .
Se calculaba que al año Isabel gastaba más de 20.000 ducados en su cámara, especialmente sedas, telas de oro, holandas, oro y plata hilada, etc. por su voluntad y a instancia de personas que estaban en su servicio. Estimaban asimismo que habría gastado otros 10.000 ducados en joyas de oro, botones, piedras y perlas para su persona durante los tres años (1562 y 1565). Declaraban también que no podían calcular la mucha cantidad que Isabel había gastado para comprar joyas, cadenas de oro que había regalado a caballeros franceses y otras personalidades que la visitaban. Además, los desplazamientos, la comida, la casa, etc. durante los viajes suponían inevitablemente un gran coste. El rey la avaló en muchas ocasiones y le concedió asignaciones extraordinarias para hacer frente a sus gastos .
Durante la estancia de los reyes en Toledo, Isabel padeció fiebre y erupción, temiéndose que sufriese una eventual viruela. La madre de la joven reina sospechaba que el mal de la niña fuera el mal italiano o gálico, es decir, la temida sífilis, enfermedad que parece ser sufría de manera congénita Felipe, lo que explicaría los continuos abortos de sus mujeres y las erupciones que solían sufrir, así como los frecuentes dolores de cabeza del monarca, su aspecto envejecido y desdentado, con los labios resquebrajados. Para el dolor de cabeza los médicos le recomendaron que llevase la cabeza rapada, costumbre que se generalizaría entre los cortesanos. La enfermedad de la reina fue confirmada como viruela; para evitar que dejase huellas en el bello rostro de la reina la embadurnaron con clara de huevo y leche de burra, entre otros muchos remedios, mientras los galenos franceses recomendaban sangre de paloma y nata para el cuidado de los ojos.
En 1561 la corte se instala definitivamente en Madrid; los reyes son felices y su vínculo matrimonial sólido a pesar de que duermen y comen separados según indica la rígida etiqueta borgoñona que se sigue en España. Estas costumbres dieron que pensar a los embajadores franceses pero Isabel se considera una de las mujeres más felices del mundo, anunciándose en mayo de 1564 su embarazo, posiblemente gracias a los higiénicos consejos y las recetas caseras para alcanzar el embarazo enviadas por su madre. El delicado estado de salud de Isabel preocupó constantemente a su esposo, evitando los médicos la fiebre con las socorridas sangrías que debilitaban aun más a la desdichada enferma. Un aborto de gemelos fue el fruto de este primer embarazo. Los galenos españoles dieron por perdida a su paciente pero la insistencia de un médico italiano que la purgó consiguió salvar la vida a Isabel. Parece que mientras ocurrían estos desgraciados sucesos, don Felipe continúa con sus escarceos amorosos, en este caso con doña Eufrasia de Guzmán, dama de la princesa Juana y princesa de Ascoli. Isabel tuvo conocimiento de la infidelidad, trayéndole a la memoria el matrimonio de sus padres bajo el influjo de Diana de Poitiers, la amante de Enrique. Sin embargo, Felipe hizo acto de contrición y resolvió mantenerse fiel a su esposa, considerándose que la amó profundamente .
El delicado estado de salud de la reina continúa y los médicos recomiendan baños, pero Isabel se opone debido al gran pudor que manifiesta a que alguien contemplara su desnudez, ni siquiera sus propias ayudantes de cámara.
La ansiada descendencia parece que fue resuelta por ayuda divina al traerse a Madrid los restos incorruptos de San Eugenio, mártir y primer arzobispo de Toledo, desde Saint Denis de París a Madrid. La reina imploró al santo la solución a su infertilidad y a finales de año estaba embarazada. . El 12 de agosto de 1566 nacía una niña, en el Palacio de Valsaín que recibía los nombres de Isabel Clara Eugenia – Isabel por su madre, Clara por el día que nació, y Eugenia en honor a San Eugenio que tanto había hecho por este alumbramiento -. La madre comentó al dar a luz: “Gracias a Dios e1 parir no es tan trabajoso como yo creía”. Doña Catalina de Medicis había enviado a su hija un bebedizo que facilitaba el parto – ¿la epidural de la época?- suministrado a la parturienta por su propio esposo. El embajador francés cuenta que “Felipe se portó muy bien, como el mejor y más cariñoso marido que pudiera desear, puesto que en la noche del parto estuvo cogiéndole todo el tiempo la mano, y dándole valor lo mejor que podía y sabía”. El bautizo tendría lugar el 25 de agosto y Felipe pretendía llevar a su hijita a la pila bautismal en sus brazos; temeroso de su escasa habilidad con los tiernas infantes, ordenó que construyeran un muñeco para hacer prácticas, llevándolo entre sus brazos de un lado a otro de la estancia. Consciente de su torpeza y ante el riesgo de un no deseado percance, delegó tan alta función en su hermano, don Juan de Austria.