Acuso recibo de su atenta carta sin fecha en la que, con motivo de mi reciente jubilación, me agradece los servicios prestados a la Junta de Andalucía.
Agradezco sus palabras, como no podía ser de otra manera, pero al mismo tiempo y sin ánimo de ser ingrato considero un deber de conciencia responder a su misiva para indicarle que sus sentimientos, que no dudo son sinceros, llegan muy tarde. Llegan tarde porque en los más de 36 años de servicios prestados jamás tuve ningún gesto ni ninguna palabra de apoyo o de ánimo que viniera de los responsables del Servicio Andaluz de Salud en el que he trabajado como médico general / de familia; más bien, al contrario, siempre me he sentido perseguido y amenazado cuando lo único que he hecho ha sido desempeñar mi labor lo mejor que he podido y defender unas condiciones dignas de trabajo para el colectivo médico y una atención sanitaria de calidad para los pacientes. Por mi condición de funcionario del Estado podía haber seguido en mi puesto de trabajo hasta los 70 años, pero he tenido que solicitar la jubilación anticipada con 60 años sencillamente porque no soporto las condiciones de trabajo a las que somete su administración a todos los empleados públicos, en general, y al personal sanitario en particular.
En los últimos cuatro años, al tiempo que veía cómo se distraían millones y millones de euros de dinero público que iban a parar a manos de altos cargos de la Junta de Andalucía y de organizaciones sindicales, mi salario menguaba más de un 35% y me obligaban a hacer trabajos que no me correspondían (léase atender pacientes de otros cupos médicos, atender niños en ausencia de pediatras, etc.) incluso en otros centros de trabajo distintos del mío y fuera de mi horario de trabajo. Todo ello sin retribuir, razón por la cual considero que esas condiciones de trabajo eran una moderna forma de esclavitud. Mientras tanto, otros médicos jóvenes que acaban su formación se van sumando al paro o tienen que emigrar a otros países para ejercer la profesión que tantos esfuerzos les ha costado terminar.
Tampoco puedo dejar de mencionarle que hasta unos días antes de mi jubilación he estado en situación administrativa de ´suspensión de funciones´ por un lamentable error del que se culpan recíprocamente el Colegio de Médicos y el Servicio Andaluz de Salud y que aún está sin resolver, adeudándome el Distrito Sanitario Málaga, al que pertenecía, el sueldo de un mes y medio a fecha de hoy. Ese es el premio que me ha dado la Junta de Andalucía por más de 36 años de servicio.
Me voy con la satisfacción del deber cumplido, pero lamentando no haber podido seguir desempeñando el trabajo más bonito y gratificante del mundo porque unos políticos mediocres se han encargado de amargármelo. Por tanto, no me agradezca el esfuerzo porque ha sido en contra de mi voluntad. Y, si me lo permite, quiero finalizar rogándole que en lo sucesivo dedique más atención para mejorar las condiciones de trabajo de todos los funcionarios andaluces que permanecen en activo, muy especialmente los del Servicio Andaluz de Salud, porque dedicándoles bonitos elogios cuando se jubilen no arreglamos nada.
Reciba un afectuoso saludo