Dime por qué no sonríes,
ni levantas casi tu voz,
ni los colores del arco iris
hacen brillar tu corazón.
¡Cuéntame abuela!
cuéntame, ¿Qué te pasó?
ya no vienes a la escuela
ni te veo en mi habitación.
Yo contigo me dormía
escuchando tu opinión,
y el consejo me decía
piensa bien tu decisión.
De ti siempre presumía
como del mar el pescador
como la risa de su alegría
y como el sol de su calor.
Abuela ven a besarme,
y mientras yo te acaricio,
déjame de ti saciarme
y meterme en tu cobijo.
Con cariño a todas las abuelas porque no están en el olvido.
ANTONIA NAVARRETE LEBRATO AGOSTO 2010