Rosa de Ébano en la montaña de Kaw, Guayana Francesa.
"Hace muchos, muchos años, en un país muy lejano y triste, existió una enorme montaña de piedra negra y áspera...Al caer la tarde, en la cima de esa montaña, florecía todas las noches una rosa que otorgaba la inmortalidad. Sin embargo, nadie se atrevía a acercarse a ella, pues sus numerosas espinas estaban envenenadas.
Entre los hombres, sólo se hablaba del miedo a la muerte, y al dolor, pero nunca de la promesa de la inmortalidad...
Y todas las tardes, la rosa se marchitaba, sin poder otorgar sus dones a persona alguna. Olvidada y perdida... en la cima de aquella montaña de piedra fría...sola...hasta el fin de los tiempos."
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CONCIERTO PARA TUBA , Op. 139 Por Jorge Salgueiro