De mi antiguo jefe de servicio, Ricardo Astorga Jiménez - q.e.p.d. -, recuerdo infinidad de anécdotas. Y tres o cuatro sentencias que saco a relucir cada poco. Por útiles y certeras. Una de ellas me viene como anillo al dedo. Y no por obvia - que lo es -, sino por lo estúpido que fue siempre ignorarla:
"Los hechos son tozudos..."
Corría el año 89 cuando comencé mi aprendizaje con Ricardo y su equipo, y sigo en el mismo lugar. Poco antes, en el 88, antes de concluir la licenciatura en Medicina, había tenido la ocasión de rotar en el Centro de Salud de Bellavista con Pablo Bonal - ¡Qué ilusiones, las de entonces! -. En palabras de Pablo, una nueva orientación del Sistema basada en la Atención Primaria y en lo preventivo habría de cambiarlo todo. Y yo me lo creí. Nos lo creímos todos. Aunque uno optara finalmente por especializada. Viéndolo con la perspectiva de los años, casi da vértigo. Para mí es una referencia obligada en estos días en que, parafraseando a Vargas Llosa, uno se pregunte: "¿Cuándo se nos jodió la Sanidad?"
Sin ser de Primaria, viví lo de la Primaria de cerca. Porque la Primaria fue la opción preferente del PSOE y de las izquierdas. O al menos, ése fue su discurso y su inspiración. Y en esta comunidad gobernada ininterrumpidamente por las izquierdas, algo hay que decir al respecto. Si no cuajaron los sueños después de tanto tiempo y no se avanzó lo suficiente, alguien tendrá que entonar un mea culpa. De lo contrario, muchos otros podrían hablar de traición. Traición a los sueños y las expectativas, que es de lo que estamos hablando.
Viví todo esto a través de la diabetes. Porque, todo hay que decirlo, nunca fui endocrino al uso de la época. Descubrí la medicina basada en la evidencia - con sus limitaciones - y me sedujo la posibilidad de influir en la historia natural de las enfermedades. Probablemente por ese inevitable endiosamiento propio de la medicina cuando se es joven. Luego, tu propia historia natural te muestra limitaciones y flaquezas. Y es en el equilibrio entre la estúpida soberbia de los primeros años y la inacción desidiosa donde se intenta construir una vía decente.
Los grandes estudios de los noventa y al fin, el Steno 2, mostraron el camino: el manejo conjunto del control glucémico y los factores de riesgo cardiovascular. Las limitaciones eran muchas. Pero mayor era la voluntad. Se estudió, se publicó y se consiguieron resultados apreciables: nefropatías avanzadas que se frenaban y enfermedades cardiovasculares que eran estabilizadas. Y mucho más que no puede reseñarse por problemas de espacio y porque no quiero aburrir ni hacer panegíricos. Y porque esto no va de mi historia, que no le importa a nadie. Va del marco general, que es lo que me preocupa.
Se pergeñó luego una cohorte de pacientes de imposible gestión y, en los nuevos tiempos, la solución quedó clara: de vuelta a primaria. Las nuevas Unidades de Gestión Clínica respiraban otro aire y tenían otras prioridades. Se trazaban objetivos desde arriba: un leve hipotiroidismo subclínico tenía que ser evaluado en un plazo mínimo. No había lugar para cohortes de excelencia. El flamante proceso diabetes - uno más entre varias decenas de procesos asistenciales integrados - sería gestionado por mis compañeros de Atención Primaria, cuya formación sería favorecida a tal fin. Y nosotros nos encargaríamos de las descompensaciones.
Pero los hechos son tozudos, como decía mi antiguo jefe.
Mis compañeros de primaria eran y son gente excelente y bien capacitada en la mayor parte de los casos. Personalmente, me ocupo de formar a los residentes de Medicina Familiar y Comunitaria (MFyC) en áreas de mi especialidad, y les conozco. Gente ilusionada entra todos los años. No me cabe la menor duda de que, convenientemente apoyados, están en condiciones para manejar adecuadamente pacientes diabéticos complejos y polimedicados.
Pero no en actos médicos de tres minutos y medio. Ni siquiera de cinco o seis.
En cualquier país de la Europa civilizada, un paciente de estas características se lleva casi treinta minutos. Eso es lo que ofrecen en muchos lugares a mis compañeros de primaria para reclutarlos. Pero en nuestro entorno más cercano se ha hurtado una vez y otra el debate de los tiempos. Lo importante son las consignas político-institucionales, como la "demora cero". Y el resto, tú te apañas. Tú te organizas. Como puedas. Trampea. Sobrevive. "Es lo que hay..."
Le decía hoy a mi nueva residente de MFyC que el Sistema de AP aquí está tercamente concebido en torno a los actos ultracortos. Es barato. O barato a corto plazo, claro está. Permite detectar la leucemia, el cáncer de colon o el Graves-Basedow. O tratar al hipertenso de dolor de nuca. Y así se resuelve mucho, sin lugar a dudas. Pero es muy difícil sacarlo de ahí sin inversiones sustanciales. Es como un seíta, un twingo o un panda. La mar de útil. Pero no le pidas virguerías.
Sólo que con una población progresivamente envejecida, pluripatológica y polimedicada, a ver lo que nos dura. El seíta, digo. Por lo que me toca: viejos, gordos y con un 14% de diabetes - 7% conocida -. Sigamos, pues, con lo de los tres minutos y medio por paciente. Una magnífica política sanitaria. Pero déjense de propaganda político-sanitaria y de rollos baratos de cara a una población cada vez mejor informada.
@frelimpio