Los ingresos promedio de los trabajadores del IMSS, incluidas sus prestaciones y beneficios, son superiores a los que reciben la mayoría de los trabajadores del País. Es decir, 73.18% de la población ocupada de México gana menos de cinco salarios mínimos. Sólo el 11.95% gana más de cinco salarios mínimos, siendo que dentro de este grupo, absolutamente privilegiado, se encuentran los médicos, las enfermeras, los químicos clínicos, asistentes médicas y auxiliares de oficina.

Si el IMSS vendiera todos sus hospitales y bienes materiales y recurriera a todos los recursos financieros como se encuentra en la actualidad, dicha cantidad no alcanzaría para pagar lo que valen los pasivos laborales. La quiebra, hoy en día, está a la vista. El hecho de pagar los sueldos y prestaciones contratados por los trabajadores y pensionados del IMSS ha impedido e impedirá que se proporcionen los servicios elementales de seguridad social a los más de 50 millones de derecho-habientes que, día a día, son víctimas de la falta de medicamentos y de los equipos necesarios para recuperar su salud, entre otras razones porque el Seguro Social destina la mayor parte de sus recursos a cumplir con las obligaciones contractuales de sus trabajadores y pensionados en lugar de privilegiar a las decenas de millones de derecho-habientes.

En lugar de que los poderes Ejecutivo y Legislativo atacaran frontalmente el pasivo laboral del IMSS, mismo que amenaza la existencia del Instituto, así como la viabilidad financiera del propio País, decidieron ser complacientes con el sindicato, el cual tiene secuestrado al Instituto y dejar correr la mecha ya encendida que se dirige a toda velocidad hacia un barril de pólvora que puede estallar en cualquier momento. ¿Qué prefiere el Gobierno de Calderón, una marcha de trabajadores del IMSS o una de más de 52 millones de mexicanos desesperados porque en el instituto no hay ni siquiera aspirinas, dado que el monstruoso sindicato absorbió todos sus recursos?

Se debe modificar, como en otros países, el régimen de pensiones y jubilaciones a pesar de las marchas callejeras, de los desplegados en los periódicos, de las amenazas directas e indirectas vertidas a través de los medios de comunicación, sin olvidar las alianzas sindicales a las que puedan recurrir los líderes del IMSS junto con otros secuestradores del País para continuar paralizándolo. ¿Qué más da la imagen política de Calderón ante los 50 millones de mexicanos que en el futuro carecerán de los más elementales servicios sanitarios a cambio de que los trabajadores del IMMS, unos 500 mil, tomando en cuenta a los pensionados, puedan cobrar quincenalmente las prestaciones consignadas en el contrato colectivo de trabajo? Se acaba el tiempo.

Sarkozy, el presidente francés, ha decidido retrasar la edad de las jubilaciones en su País para dotar de oxígeno a las finanzas públicas. Es evidente que la gente vive más tiempo y, por lo mismo, es razonable la decisión tomada por el Gobierno francés y por otros tantos del mundo para no asfixiar sus respectivos erarios. ¡Claro que estallarán huelgas! ¡Claro que se llevarán a cabo todo tipo de manifestaciones callejeras y claro que habrá revueltas estudiantiles! Sarkozy enfrenta la paralización de las 12 refinerías de su País unidas a los bloqueos de los depósitos de carburantes por parte de los camioneros. Francia se puede ver paralizada y, sin embargo, el Presidente, a pesar de que la inmensa mayoría de los franceses apoya las movilizaciones de protesta, éste insiste en su determinación sin detenerse a mirar el costo político de su proyecto social. Los sindicatos han dicho que si el Gobierno no se mueve entonces que no se mueva nadie.

En Inglaterra, en Bélgica, en Suecia, en Alemania, en Canadá y en Estados Unidos, la edad para jubilarse es a los 65 años, en la inteligencia que en Francia es a los 60. Cinco años de diferencia implican miles de millones de euros sobre la base de que el costo de las pensiones en Francia equivale al 13% del PIB, en tanto que en el Reino Unido apenas es de 6.6%.

Lo rescatable de todo lo anterior consiste en destacar la determinación del Gobierno francés de ir en contra de la mayoría de la sociedad para evitar una catástrofe financiera de proporciones inimaginables, tal y como se avecina una similar para México si no se modifica el régimen de pensiones y jubilaciones en el Seguro Social, tarea que ningún presidente, justo es decirlo, ha querido enfrentar por el escándalo y los riesgos políticos que ello provocaría. Ha resultado mucho más sencillo dejar correr la mecha encendida con la esperanza de que le estalle en plena cara al próximo Jefe del Ejecutivo. ¿Y México? ¿Y los intereses de la patria? ¿Y la seguridad social de 50 millones de mexicanos a cambio de los privilegios de 500 mil empleados y ex empleados del Seguro Social? Sarkozy se está inmolando. Es la hora de que Calderón haga lo propio antes de que estalle una crisis financiera que se traduzca en una crisis social de consecuencias imprevisibles.

fmartinmoreno@yahoo.com