ME ENCONTRE POR AHI ESTE PEQUEÑO ARTICULO QUE NOS CUENTA
DE LOS CHIVATOS, ME PARECIO MUY COHERENTE.
¿Os acordáis cuando íbamos al cole
Público o privado, caro o barato, grande o pequeño; sea cual fuere el colegio, un personaje era constante en nuestra experiencia: El Chivato. Se ganaba, delatando, esa pequeña cuota de poder que no podía conseguir por méritos propios. Hasta los profesores, que aprovechaban sus servicios, internamente le despreciaban. “Roma no paga traidores…”. La inmensa mayoría de sus compañeros le odiaba. A veces terminaba “cobrando”. Los tiempos han cambiado pero algunas figuras son intemporales, y los sentimientos que inspiran también lo son. Nos sigue dando asco, si bien, con el paso de los años, un asco mezclado con ternura. Ternura despreciativa, claro está.
Los regímenes más bastardos han empleado a lo largo de la historia a éste tipo de personajes y han intentado –en ocasiones conseguido- extenderlo a la sociedad y destruir la convivencia y la coherencia interna del sistema social. Franco tenía chivatos y delatores diseminados por todos los estamentos. En Rusia, Stalin infiltraba comisarios políticos en las comunidades de vecinos, las fábricas, la universidad, el ejército: sus purgas millonarias son la consecuencia. En la R.D.A, todo el mundo espiaba a todo el mundo. En el País Vasco, medio pueblo fijaba como objetivo y víctima al otro medio. Por no hablar de Hitler, Pol Pot, Fidel Castro, Pinochet y otros muchos más monstruos históricos. Los miserables que se alimentaban de la delación de sus vecinos hacían posible que la injusticia fuera elemento esencial de estos perversos sistemas.
Ahora nos toca a nosotros. Nuestra clase política lleva tiempo intentando fomentar que la ciudadanía se fragmente y que el odio y el rencor sustituyan a la convivencia. Y parece (sólo parece) que lo están consiguiendo. Es obvio que desunirnos sirve a sus fines, aunque el país y el bien común exijan una unión absoluta de todos sus miembros e instituciones. Vuelve el comisario político, el delator, el chivato. Denuncie usted a su vecino. Y, por supuesto, no se moleste en reflexionar y pensar que usted también es delatable. No; usted, además de chivato, es un ser perfecto, sin defectos.