Leyenda de Aroche y Moura.
Saluquia era alcaidesa del castillo morisco de Yelmaniah, antes Aruci Nova y luego Moura. Esta princesa mora era muy hermosa y pasaba la primavera con su mejor amiga, la bella Zulema, hija del fuerte entre los fuertes Ben-Abdulah Ben-Elarbi, gobernador de Ras-Sened (cabeza de montaña) hoy Aracena.
Bráfam, apuesto principe moro, era alcaide de Aruci Vetus (Aroche). Una noche cortó la mejor rosa blanca del rosal arucitano (por aquí , en las margenes del Chanza y del Ardila, son blancas hasta las flores de la adelfa) y seguido de su séquito de bravos fue a llevarsela a su amada Saluquia. En el camino unos cristianos les atacó y viendo que la muerte estaba cerca, Bráfama dijo en un tono casi de súplica:
- Si alguien se salvara, lleve a Saluquia esta flor- y escondiola bajo el manto, junto a su corazón.
Seguidamente los cristianos se vistieron de los moros vencidos, y con tal estratagema entraron y asaltaron el castillo de Moura, desde cuyas almenas y en lo más alto se arrojó Sulequia con las llaves del castillo para no caer en manos del capitan de la morada cruz sobre el pecho.
En la explanada del Castillo, pálida, y con un hilo de sangre que le surcaba el rostro manchándolo mortalmente, allí estaba ella, guardando heroicamene con las manos cruzadas, en una crispación de energía que la muerte petrificara, las llaves del castillo árabe, de donde ya era abatida la roja bandera del Islam.
Las puertas aún no estaban forzadas, y uno de los cristianos iba a arrancar brutalmente de las manos de Saluquia las llaves de la fortaleza. Alvaro Rodriguez, capitan de los cristianos, lo contuvo. Hízose en su conciencia un relampago de justicia, y sintió humillado su orgullo de conquistador ante aquel cadáver, que era una gran lección de heroicidad. Inclinose sobre la muerta, y con undoblez del manto de Bráfama quiso limpiarle la mancha de sangre que empañaba un poco la hermosura del rostro de Saluquia; en aquel momento soltose el manto y de un oculto pliegue salió desprendida una rosa blanca, en cuyos pétalos había motas extrañas de color rojizo.
Y la rosa cayó, en un deslizarse suave, sobre los labios fríos de la princesa mora.
El capitan, descubriose en un gesto de respeto ordenó actos solemnes y grandioso y como premio inmortal al acto de bizarro valor, proclamó que Arucci La Nova pasaría a denominarse Villa de Moura.
luna
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