El no fue, entre todos, el más bello, pero me dió el amor más hondo y largo. Otros me amaron más; y, sin embargo, a ninguno lo quise como a el.
Acaso fue porque lo amé de lejos, como una estrella desde mi ventana... Y la estrella que brilla más lejana nos parece que tiene mas reflejos.
Tuve su amor como una cosa ajena como una playa cada vez más sola, que únicamente guarda de la ola una humedad de sal sobre la arena.
El estuvo en mis brazos sin ser mío, como el agua en cántaro sediento, como un perfume que se fue en el viento y que vuelve en el viento todavía.
Me penetró su sed insatisfecha como un arado sobre llanura, abriendo en su fugaz desgarradura la esperanza feliz de la cosecha.
El fue lo cercano en lo remoto, pero llenaba todo lo vacío, como el viento en las velas del navío, como la luz en el espejo roto.
Por eso aún pienso en el, aquel, que me dió el amor más hondo y largo... Nunca fue mío. No era el más bello. Otros me amaron más ... Y, sin embargo, a ninguno lo quise como a el.
J. A. Buesa
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