Tanto tiempo encubierto entre los pliegues del pensamiento, tan vital, tan íntegro, que el tacto clama por su advenimiento, allende las ideas, inequívoco. Pensar, sentir, quedarse en añoranza, preámbulo inconcluso de un capítulo que nos priva del júbilo que enlaza carne y mente vibrantes al unísono. Libérese el amor, y abrace al tacto, aunque su triunfo nos resulte efímero.
Francisco Alvarez
|