Un pastor compartió una historia personal en
la revista Nuevo Hombre, sobre su desobediente
hija. Ella había tenido un hijo sin estar casada, y
ahora estaba demostrando impaciencia ante las
reglas establecidas por sus padres. Ellos
le habían advertido que quebrantar el
toque de queda traería consecuencias muy estrictas.
A la medianoche el pastor se despertó a causa
del sonido del timbre de llamada. Bajó deprisa
las escaleras y encontró a su hija en el portal
de entrada que le rogaba:
-Papá, papá déjame entrar.
Vio a su nieto al lado de su hija, señaló a su reloj
y cerró las cortinas. Ella continuó tocando y
haciendo sonar el timbre, despertando a
todos en casa.
-Papá, déjala entrar -le suplicó la hija menor.
-Haman, el bebé también está afuera
-suplicó la esposa.
-No -dijo él-. Si nos mantenemos firmes ahora,
no tendremos que pasar por esto otra vez.
El pastor se preguntó sobre el riesgo que estaba
tomando. Su esposa y su hija menor le rogaban
que reconsiderara, pero se mantuvo firme en
su decisión. Finalmente, la hija se rindió y
pasó la noche en casa de una amiga. A la mañana
siguiente, decidió someterse a las reglas del hogar.
Su familia la recibió con gran entusiasmo.
A veces es necesario demostrar amor firme,
aun cundo sientas que tu corazón se rompe en dos.
Convertirse en padre es fácil, pero serlo,
puede ser muy difícil.
Reflexiones Cristianas