La solución a nuestros problemas no pasa por
autoengañarse, resignarse, o comportarse
imitando la estrategia del avestruz: enterrando la
cabeza bajo tierra. Està muy bien reconocer todo
lo bueno que hay en nosotros, pero si queremos
cambiar hàbitos, creencias y comportamientos
ineficaces, tenemos que empezar a reconocer
nuestros puntos y nuestras àreas dèbiles para
mejorarlas.
En lugar de aceptarse a uno mismo sin reservas,
es mucho más eficaz tomar conciencia de las
propias limitaciones y decidir qué hacer con ellas.
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Son las estrategias de afrontamiento y no las de
evitación las que pueden ayudarnos a resolver
nuestros problemas y a alcanzar nuestros objetivos.
Enfrentarse cara a cara a nuestras debilidades no
es una tarea fácil.
Exige tener la valentía necesaria para combatir
unode los nuestros mayores miedos: el miedo al
cambio.
Afrontar el cambio puede alterar temporalmente
nuestro equilibrio y por eso suele provocarnos
angustia y malestar.
La resistencia al cambio es un auténtico lastre
para nuestro desarrollo y evolución personal.
No está escrito en ninguna parte que estemos
condenados a ser toda la vida la misma persona
o que tengamos que hacer siempre las mismas
cosas y sentir siempre de la misma manera.
Tenemos derecho a cambiar nuestra manera de
pensar y de actuar hasta que consigamos lo que
es verdaderamente importante para nosotros.
El cambio no está exento de riesgo, pero es un
estímulo, una oportunidad única que no podemos
desaprovechar.
Cuando tenemos la autoestima es alta, los
dispositivos de acción tienden a moverse hacia
delante más que a retroceder.
Les deseo un gran dia.
Irmelena...