La gratitud de una fuerza
Mostrar gratitud es una buena manera
básica y práctica.
Decir "gracias" después que alguien nos haya servido
debería ser tan natural como respirar.
Como la propina que le dejamos a
la mesera en un restaurante, es lo correcto.
Cuando un niño ofrece un
"gracias" oportuno a un adulto, sorprende a todos.
Sin importar cuán
joven, el gesto cortés trasciende edad y sabiduría
y se gana el respeto
de sus mayores; por un momento el niño es su igual.
Resulta un
pensamiento sorprendente el darnos cuenta que aquello
pasa en respuesta a
una simple frase, "gracias".
He aquí el asunto: una actitud de
gratitud y agradecimiento trasciende la cortesía;
es más que una
formalidad gentil.
La gratitud libera energía, poder y aún autoridad que
nos posiciona
en un mejor lugar del que estábamos antes de brindarla.
Como sugiere el título del pensamiento, ¡la gratitud es una fuerza!
Las palabras gracias y
agradecimiento se usan 120 veces en la Biblia.
Además, es el hilo común
que leemos en los Salmos.
"Te daré gracias en la congregación; entremos
por Sus puertas
con acción de gracias al Señor".
Al establecer el
gobierno de Israel, el Rey David designó a ciertos hombres,
mañana y
tarde, para "darle gracias al Señor".
Este principio era tan importante
que David empleó gente para cantar
su gratitud a Dios todo el día.
El
legendario rey no estaba siendo sólo cortés; su actitud de
agradecimiento
estaba enraizada en su alma.
David era un hombre
agradecido.
No es coincidencia que el dulce cantor de Israel fuese
también
un estratega militar exitoso... David está agradecido.
Los Estados Unidos se convirtieron
en un poder similar usando el mismo principio.
En 1621 los antepasados
colonos hicieron un alto en medio del enredo
de colonizar esta nueva
tierra.
Se dice que había más tumbas para enterrar a sus muertos
que
cabañas para alojar a sus vivos.
Dejaron Inglaterra para colonizar una
tierra de libertad pero en el comienzo,
la libertad les eludió y la
enfermedad les azotó.
La muerte era su compañera.
En medio de sus problemas, tras
recoger una escasa cosecha,
hicieron un alto y dieron gracias.
Lo
llamamos Acción de Gracias; era una tradición del tiempo de cosecha
que
trajeron consigo desde Europa.
Aquí pasó de una mera formalidad, más que
un mero ritual.
Este fue un sacrificio que escogieron ofrecer a pesar
de sus dificultades.
Hasta donde sé, los Estados Unidos
es la única nación que ha separado
un feriado nacional de Acción de
Gracias.
¿Debiera extrañarnos entonces que los Estados Unidos, como
David
y el antiguo Israel, continúen siendo una fuerza con la que
bregar?
De la misma manera, un corazón
agradecido se torna igualmente poderoso
cuando damos gracias.
Este acto
sagrado se torna especialmente potente cuando lo ofrecemos
en medio de
las circunstancias contrarias de la vida.
Es más, estoy convencido de
que la acción de gracias encarna
una ley espiritual que Dios estableció
en la creación.
Tan cierto como que la ley de la gravedad nos atrae
hacia el suelo,
la ley del agradecimiento atrae mejores situaciones a
nuestra vida
cuando damos gracias por nuestras bendiciones presentes.
De hecho, el favor descansa sobre
aquellos que viven en una actitud
de agradecimiento.
La Biblia narra
cómo diez leprosos vinieron a Jesús pidiendo misericordia.
La Escritura
dice que "fueron limpiados" de su enfermedad.
Los diez tomaron camino
pero sólo uno regresó para decir "gracias".
A este, el Señor le dijo:
"Tu fe te ha salvado".
No estoy seguro de la diferencia entre "limpiado"
y "salvado",
pero tengo la sensación de que "salvación" es mejor.
Una
sencilla "gracias" abrió el camino para una mayor bendición.
La gente
agradecida obtienen favor; esto sigue la ley del agradecimiento.
De la misma manera, dos buenos
hombres, Pablo y Silas,
estaban aprisionados en una mazmorra del primer
siglo por compartir las Buenas Nuevas.
En un sótano oscuro e infestado
de ratas, estos presos decidieron cantar alabanzas a Dios.
Una versión
bíblica dice que "dieron gracias".
Al hacerlo, ¡la ley del
agradecimiento entró en efecto y las puertas de la prisión se abrieron!
En vez de huir, Pablo y Silas se quedaron y compartieron su fe
con los
carceleros.
Tal es la actitud de la gente
agradecida. ¿En qué prisión nos encontramos hoy?
¿Será una emocional? ¿O
financiera?
¿Estaremos encerrados en culpa, preocupación, desánimo ó
desilusión?
¿Estaremos aprisionados por un hábito que no podemos romper?
Conozco al menos parte del remedio.
Comencemos a dar gracias cada día por las buenas cosas en nuestra vida.
Olvidemos lo malo y concentrémonos en las bendiciones.
Como dice la
canción: "Contemos nuestras bendiciones".
Escríbalas si tiene que
hacerlo.
Con el tiempo, se desatará una fuerza a través de la gratitud
que ofrezcamos.
Y en caso de que pensemos que no
tenemos de qué estar agradecidos, ¿qué de el último aliento que acabamos
de respirar, y el que siguió, y el otro? Eso merece unas "gracias",
¿verdad? Comencemos con eso y estaremos camino a una vida de
agradecimiento.
Feliz Día y "gracias" por leer el pensamiento.
William Baldwin
Fuente: www.AsAManThinketh.net
Aunque el pensamiento de hoy fue
concebido con motivo del Día de Acción de Gracias en los EEUU, no cabe
duda que su enseñanza y aplicaciones son relevantes en todo tiempo.
Definitivamente que cuando aprendemos a ser agradecidos, nuestras vidas
desarrollan una perspectiva distinta y mucho más abarcadora. Aprendemos a
apreciar a los demás por sus contribuciones en nuestras vidas y por
ende elimina mucho del ego-centrismo tan característico de una sociedad
que exalta el logro individual. Y sobre todo, sepamos ser agradecidos
con nuestro Salvador por todas las bendiciones que ha derramado sobre
nosotros. Pronto descubriremos que una actitud así nos convertirá en
personas mucho más gozosas y con una visión positiva del futuro.
Adelante y que el Señor les continúe bendiciendo.
Raúl Irigoyen