Carta al amante
Por recorrer tu piel a pedacitos olvidé la piel agrietada de la patria, dejé de andar por sus caminos, no llegué hasta sus aldeas, ignoré el hambre y la violencia, sumergida en un orgasmo inacabable. Así me fui volviendo caracol. Me fui volviendo tortuga, oculta en las profundidades de su casa. Vivía inútil, cantando como la cigarra de la fábula. Mi casa no tenía puertas ni ventanas. Monumental, ¡el egoísmo me envolvía en su crisálida! Sin embargo, nuestro amor crecía. Nuestro amor, que ha sido un diálogo de años. Un amarnos a besos, a golpes a mordiscos.
Carmen Matute
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