Juventud, ¿divino tesoro?.......
Juventud, ¿divino tesoro?
La
poesía de Rubén Darío me hizo reflexionar sobre una realidad que se
constata a cada paso: actualmente se tiene a la juventud por un “divino
tesoro” más cotizado que ninguno otro.
Por una parte, los niños
sueñan con llegar a ella, y en su afán queman etapas por las que antes
se pasaba, y ahora fácilmente se considera “joven” a un niño o
pre-adolescente de 11 años, el cual en lugar de jugar con muñecas, o
carritos, busca imitar el comportamiento de los mayores: un niño obedece
a sus padres, pero el “joven” de once años ya no; una niña juega con
muñecas, una “joven” de once ya no, ahora tiene novio, bebe en las
fiestas, ve películas y lee revistas para jóvenes y se comporta como lo
hacen sus hermanos de 16.
Por otra parte, los adultos se aferran a
su juventud como a su más preciada joya. Hacen de todo con tal de no
perderla. No es difícil encontrar a “jóvenes” de 30 o hasta 35 años
vistiendo el mismo atuendo que esos otros “jóvenes” de 11; evitando todo
aquello que huela a “adulto” o a “madurez” como el comprometerse
únicamente con una persona, o el seguir unas ciertas normas éticas;
llevando una vida sin nada que los ate y sin responsabilidades pues para
eso son jóvenes, para “estar libres” y hacer lo que quieran.
Y yo me pongo a pensar, ¿qué les ofrece la “juventud” para que la busquen con tal ahínco?
Muchos
piensan que el joven es “más libre” porque tiene menos ataduras, porque
se le exige menos, y por lo mismo se “divierte más”. Ya disfruta de las
diversiones de los adultos, pero todavía se libra de sus
responsabilidades. Y así se da un fenómeno muy triste del desencanto y
desaliento en tantos jóvenes que no quieren llegar a adultos: muchos
piensan que la juventud es la edad para “probar todos
los placeres” y que ya llegará la edad en la que “sentarán cabeza”.
Pero se olvidan de que lo quieran o no, cada acto de la juventud va
dando una dirección a su futuro. Los que optan por tomar decisiones
definitivas en la vida, están libremente modelando su propio futuro: al
decidir formar una familia, o aceptar un trabajo estable, o
comprometerse en alguna acción social que ayude a la comunidad, están
siendo protagonistas de sus vidas. En cambio, los que optan por no
decidir, y quedar “libres” sin amarrarse para poder “probar de todo”,
están dejando que las circunstancias escriban y condicionen su futuro
y paradójicamente están coartando ellos mismos su libertad para decidir
sobre su propia vida. No son pocos los jóvenes, que por sentirse
“libres” han quedado presos de alguna adicción a las drogas, o han
adquirido el Sida o enfermedades venéreas que han condicionado el resto
de su vida, o han quedado atados al alcohol
que les ha impedido hacer lo que realmente querían, o viven con el
constante remordimiento de un aborto que nos les permite ser realmente
felices, aunque hayan pasado ya muchos años. Es verdaderamente triste
encontrarse con “jóvenes” que a los 35 años se encuentran marchitos y
sin muchas posibilidades de dónde elegir, cuando la juventud debería de
ser ese momento esperanzador de la vida en que todo es posible todavía y
en el que uno se prepara de la mejor manera para poder optar libremente
por el camino que se quiere seguir en la vida.
La juventud, al
ser una etapa sin las responsabilidades propias de la edad adulta, ha de
ser el momento propicio de la vida en que la persona aprende y se
ejercita en ser dueña de sí misma para estar preparada para lo que la
vida le depare en un futuro. Es el momento de preparase profesionalmente
para poder rendir el mejor servicio posible a su sociedad; el momento
de hacer propios los principios
éticos que fundamentarán su vida, sobre los cuales basará todas sus
decisiones futuras; el momento de fortalecer la propia voluntad para
estar listo para lo que venga; el momento de construir amistades
estables y duraderas basadas en el respeto mutuo, que lo acompañarán el
resto de su vida; es el momento de sentar las bases de lo que será la
vida futura.
La sociedad de hoy al incitar a los jóvenes a vivir
sin reglas, a probar de todo, a tener el placer como el mayor objetivo
de esta etapa, a no pasar a la edad adulta, le está haciendo un daño muy
grande a esta generación, al no brindarle los elementos para una
verdadera maduración. No está equipando a estos jóvenes de lo que
necesitan para cuando sean mayores. En pocas palabras, ofreciéndoles la
“felicidad” en placeres pasajeros y momentáneos, les está quitando la
oportunidad de ser realmente felices.
La juventud será un
verdadero tesoro para todos aquellos que la
aprovechen equipándose bien para la verdadera batalla de la vida, y en
este caso se convertirá en un tesoro invaluable para la sociedad al
asegurarle un futuro esperanzador.
Ayudemos a nuestros jóvenes a
ver el engaño y el peligro que hay en esa vida fácil, consumista y sin
responsabilidades que les ofrece el mundo de hoy, para que puedan
realmente disfrutar del divino tesoro que es su juventud dignamente
vivida como una etapa de transición hacia la verdadera.
Desconozco autor.
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