Déjame que esparza manzanas en tu sexo néctares de mango carne de fresas;
Tu cuerpo son todas las frutas.
Te abrazo y corren las mandarinas; te beso y todas las uvas sueltan el vino oculto de su corazón sobre mi boca. Mi lengua siente en tus brazos el zumo dulce de las naranjas y en tus piernas el promegranate esconde sus semillas incitantes.
Déjame que coseche los frutos de agua que sudan en tus poros:
Mi hombre de limones y duraznos, dame a beber fuentes de melocotones y bananos racimos de cerezas.
Tu cuerpo es el paraíso perdido del que nunca jamás ningún Dios podrá expulsarme.