Los
duendes del Arco
Iris...
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Los duendes del Arco Iris...
Hera
Los
duendes del arco iris son unos hombrecillos ancianos de muy poca
estatura, los más altos no llegan a la altura de nuestras rodillas. Regordetes y de carillos sonrosados nunca dejan de cuidar sus lisas
barbas blancas, entre las que se pueden apreciar labios finos y
agrietados.
Van vestidos enteros de verde y siempre llevan consigo un
largo y castigado zurrón que, por el peso de su contenido, tienen las
costuras totalmente abiertas. En estos bolsos raídos portan polvos
dorados, mágicos polvos dorados y, al andar van dejando a su paso un
hermoso río de oro.
Los duendes del arco iris no hacen más que soñar,
imaginar y fantasear, a eso dedican sus cuatrocientos años de vida. Entre lluvia y lluvia, se esconden en los rincones más secretos a
trabajar su imaginación y así poder crear la imagen más alegre y viva
que sean capaces.
Y cuando en alguna parte del mundo cae agua entre los
rayos del sol, los que consiguen inventar los mejores pensamientos son
gratificados de una manera muy peculiar.
En el cielo se dibuja un enorme
arco de luz y colores de tal brillo que los destellos de sus
tonalidades obligan al más desinteresado a admirarlo. Pues si te fijas
bien podrás ver entre color y color cómo los duendecillos juguetean,
corren y brincan.
Les gusta saltar del naranja al verde, del rosa al
añil y resbalar entre sus espumosas curvas. Pero cuando llega la noche,
cuando el arco desaparece, estos hombrecillos de la imaginación
permanecen en la tierra de la realidad.
Se ocultan tras la brisa,
esperan en las esquinas de las calles, se esconden entre las sombras
aguardando a que todos los niños duerman. Cuando esto ocurre se cuelan
por las ventanas y, muy sigilosamente, se acercan a sus camitas.
Tras
danzar y canturrear melodías extras en idiomas desconocidos alrededor de
ellas, miran fijamente a los ojos de los chiquitines, como queriendo
penetrar en su mente.
Meten su rechoncha mano en el zurrón cargándola de
sus polvos mágicos y , en un brusco movimiento, los dejan caer sobre sus
ojos. En esos minúsculos granos se encuentra contenida una minuciosa
selección de los pensamientos más felices de los duendes.
Al
introducirse en la imaginación de los críos soñolientos, empapan de paz,
alegría, color y luz sus inocentes sueños, consiguiendo un descanso
impecable. Y cuenta la leyenda que el arco iris fue creado para
aislar a los niños de la gris realidad que les rodea, para que al menos
sus sueños rebosen de felicidad y seguridad.
Y es por esto que el arco
de color siempre ha existido e, inevitablemente siempre existirá.
De la red.
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