LA VEJEZ
Las arrugas cincelan experiencias
en el semblante triste del espejo.
En los brazos abiertos se marchitan
las hojas del otoño.
El viento seca el agua
del esencial torrente.
El mundo es lejanía y amargura.
El fuego del amor
es ascua mortecina en el crepúsculo.
Los años se han perdido,
serán polvo yacente en el asfalto.
Avalancha de hielo
estremece la carne apasionada.
El rubor palidece
ante el futuro hostil.
Anochece en los ojos
un extraño horizonte.
Los labios se resecan
con la sed infinita de esperanza.
Los músculos se encogen
por el dolor oculto en la renuncia.
Encorva la figura agonizante
el peso abrumador de los recuerdos.
Y la vejez se acerca
con pasos vacilantes hacia el fin.
Tras la frontera azul
el alma vestirá
su cuerpo luminoso.
Emma Margarita Valdés