
Presagio
Tras las ventanas que tamizan la luz del sol que muere aguardaba el amor de un joven fauno, su ternura despiadada, su plenitud un poco melancólica, el abismo y la certeza del pecado que me acechaban en el fondo de la noche fogosa de su boca.
Tras los párpados guardaba ya el dolor de su mirada en sombra, su proclamado corazón infiel de su olvido la ciega certidumbre.
Carmen Matute
|