El efecto yo-yo
Todo el tiempo aparecen nuevas dietas que prometen adelgazar rápido y de forma rápida: la dieta del grupo sanguíneo, del sirope de arce, de la sopa quemagrasa, del potito de bebé, la dieta Dukan, la dieta Atkins, la dieta del helado o la del batido, etc.
Todas estas dietas tienen un denominador común: el efecto rebote o, dicho de otra manera, el efecto yo-yo.
En palabras del presidente de la la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), "una dieta hipocalórica y monótona va a crear en el organismo una sensación constante de falta de energía, lo que llevará a almacenar reservas en cuanto la dieta vuelva a una cierta normalidad. En una o dos semanas nos pueden hacer bajar mucho de peso, pero no lograrán mantenerlo en el tiempo e incluso harán que después aumente. Además, nos habrán creado ciertas deficiencias que pueden desembocar en algunas enfermedades".
Someterse continuamente a restricción alimentaria con el fin de querer adelgazar sin plantearse la pérdida de peso como un cambio en el estilo de vida conduce al conocido fenómeno del yo-yo o del peso cíclico, que en palabras del presidente de la SEEN, "se acompaña de mayor peso final, mayor grasa a nivel abdominal a mayor inestabilidad emocional, a la aparición de trastornos de conducta alimentaria, al desarrollo con frecuencia de un síndrome metabólico, con incremento final del riesgo cardiovascular asociado a diabetes tipo 2 e hipertensión".
Se trata de dietas no equilibradas que pueden causar problemas en las funciones metabólicas, hipertensión, diabetes, la función renal, etc. y ocasionar deficiencias vitamínicas, caída del cabello, etc., así como un aumento del peso final.
En este sentido, todas ellas inducen déficits nutricionales severos, pérdida de agua y de masa muscular que pueden tener consecuencias negativas importantes a corto y largo plazo sobre la salud física y mental.
Se debe concienciar a la población de la importancia de tener un peso normal, pero no a cualquier precio. En este sentido, la recuperación del peso perdido tras una dieta de adelgazamiento es un fenómeno habitual que repercute muy negativamente sobre la salud y al que con frecuencia no se da importancia.
Hoy en día existe suficiente evidencia científica que relaciona la recuperación de peso tras dietas de adelgazamiento. "El síndrome de recuperación de peso del que todavía no existe una clara definición, se incrementa con el índice de masa corporal de forma que hasta un 80% de pacientes con obesidad pueden sufrirlo o lo han sufrido en varias ocasiones y afecta predominantemente a mujeres", explica la doctora Susana Monereo, coordinadora del Grupo de Trabajo de Obesidad de (SEEN).
Por estos motivos, los expertos realizan una llamada de atención sobre los efectos tanto del sobrepeso y la obesidad como de los efectos adversos de las dietas milagro o yo-yo, cuyo uso aumenta en los meses de verano. "Se trata de dietas no equilibradas que, además de tener un efecto yo-yo por el que en un breve periodo de tiempo se recupera el peso corporal por encima del peso inicial, pueden causar problemas sobre el metabolismo, la función renal, ocasionan deficiencias vitamínicas, caída del cabello, entre otros efectos nocivos", explica la Dra. Monereo.
Si estás adelgazando y pierdes dos o más kilos a la semana, notas que los músculos han perdido volumen, tono y fuerza, te sientes excesivamente cansado, irritable y experimentas la necesidad de comer compulsivamente con alguna frecuencia incluso te cuesta conciliar el sueño por apetito, ponte en alerta, algo va mal.
"Una excesiva caída de pelo aproximadamente un mes después de haber iniciado la dieta, fragilidad en las uñas, aparición de grietas en las comisuras de los labios, mareos, palpitaciones o calambres son signos de que se está entrando en un cuadro de malnutrición con consecuencias poco recomendables sobre la salud", añade la Dra. Monereo.
Por tanto, hoy en día debe considerarse una irresponsabilidad inducir o aconsejar la pérdida de peso cuando esta no es necesaria o cuando no se reeduca al paciente de forma que sea capaz de mantener el peso perdido. "Sólo se debe perder el peso que uno vaya a ser capaz de mantener en función de los cambios que sea capaz de realizar en su estilo de vida", concluye.
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