Aprender a fracasar
"El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse"
decía el conocido estadista e historiador británico.
Winston Churchill.
Las dificultades de la vida juegan, en cierta manera, a nuestro favor.
El fracaso hace lucir ante uno mismo la propia limitación y,
al tiempo, nos brinda la oportunidad de superarnos,
de dar lo mejor de nosotros mismos.
Es así, en medio de un entorno en el que no todo nos viene dado,
como se como se va curtiendo el carácter,
como va adquiriendo fuerza y autenticidad. Nadie puede decir que no fracasa nunca,
o que fracasa pocas veces. El fracaso es algo que va ligado
a la limitación de la condición humana,
y lo normal es que todos los hombres lo constaten
con frecuencia cada día. Por eso,
los que puede decirse que triunfan en la vida
no es porque no fracasen nunca,
o lo hagan muy pocas veces:
si triunfan es porque han aprendido a superar esos pequeños
y constantes fracasos que van surgiendo,
se quiera o no, en la vida de todo hombre normal.
Los que, por el contrario, fracasan en la vida son aquellos
que con cada pequeño fracaso, en vez de sacar experiencia,
se van hundiendo un poco más. Porque errores los cometemos todos.
La diferencia es que unos sacan de ellos enseñanza
para el futuro y humildad, mientras que otros
sólo obtienen amargura y pesimismo. Da pena ver a personas inteligentes
venirse abajo y abandonar una carrera
o una oposición al primer suspenso;
a chicos o chicas jóvenes que fracasan
en su primer noviazgo y maldicen
contra toda la humanidad;
a aquellos otros que no pueden soportar un pequeño batacazo
en su brillante carrera triunfadora en la amistad,
o en lo afectivo, o en lo profesional,
y se hunden miserablemente:
el mayor de los fracasos suele ser dejar
de hacer las cosas por miedo a fracasar El éxito, volvemos a repetir,
está en la capacidad de superar
los tropiezos con deportividad.
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