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Ronda de mates entre amigos: MATEANDO CON ALEJANDRO DOLINA
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: 2158Fenice  (Mensaje original) Enviado: 18/12/2009 07:06

 

Alejandro Dolina nació en Baigorrita el 20 de mayo de 1949 y se crió en Caseros. Sus confusos estudios lo pasearon por el Derecho, la música, las letras y la Historia. Ha publicado cuentos y notas en diferentes revistas. Desde 1985 ha conducido programas de radio y televisión. Ha compuesto numerosas canciones y ha integrado distintos grupos musicales como director y arreglador. En 1988 publicó su primer libro, "Crónicas del Ángel Gris". Una edición corregida y aumentada de esta misma obra apareció en 1996.Es autor también de las comedias musicales "El barrio del Ángel Gris", que obtuvo el premio Argentores en 1990; y "Teatro de Medianoche", que protagonizó él mismo como actor y cantante. En 1998 publicó la opereta "Lo que me costó el amor de Laura", que fue llevada al teatro en el año 2000 y obtuvo el premio Argentores en 2001.En 1999 editó "El libro del fantasma". Y en 2002, una recopilación de historias musicales escritas para la radio bajo el título de "Radiocine".
En mayo de este año volvió a la televisión con "Bar del infierno", todas las noches por canal 7.
Su programa de radio "La venganza será terrible" se mantiene desde hace quince años al frente de las mediciones de audiencia de la medianoche. Además, el público concurre a las audiciones, que se realizan desde la bodega del Café Tortoni, de modo que éste se ha convertido en un paseo clásico de las noches de Buenos Aires.
 
Del libro "Cronicas del Angel Gris"
 
Alejandro Dolina
 
La decadencia de la amistad    
 
Muchos pensadores han creido notar que, en estos tiempos, la amistad es más un tema de conversación que una actividad concreta. Por cierto, es relativamente fácil encontrar personas dispuestas a componer canciones sobre los amigos. En cambio es bastante difícil conseguir que esas mismas personas le presten a uno dinero.
Según parece, el sentimiento amistoso se halla en decadencia. Todos los días uno tropieza con canallas que lejos de preocuparse por la escasez de amigos, se jactan de ella.
-Yo, amigos, lo que se dice amigos, tengo muy pocos, o ninguno- nos gritan en la cara . Y no advierte que el sujeto está esperando que lo feliciten por semejante hazaña.
En los años dorados de Flores, cuando alcanzaban su apogeo la comprensión, la poesía y el juego del codillo, también existían enemigos de la amistad que preocupaban a los Hombres Sensibles.
Manuel Mandeb, el metafísico de la calle Artigas, coleccionó algunas de sus obtusas opiniones en un opúsculo titulado maliciosamente Los amigos. Como ya es costumbre, transcribimos algunos párrafos.

"... La amistad debe nacer en la juventud o en la infancia. Nuestros amigos son aquellos que aprenden junto a nosotros o, mejor todavía, los que viven aventuras a nuestro lado. Y por lo general, la gente aprende y vive aventuras en la juventud. Después casi todo el mundo consigue algún empleo en casas de comercio y ya resulta imposible adquirir conocimientos nuevos o pelearse con una patota.
"...A los once o doce años, uno empieza a hartarse de la familia y encuentra que los muchachos de la esquina son mucho más divertidos que el tío Jorge. Durante más o menos una decada nadie estará más cerca de nuestro corazón que esos muchachos. Y si uno quiere aprovisionarse de amigos, debe hacerlo en ese período. Después será demasiado tarde..."

Según se aprecia, el criterio de Manuel Mandeb es interesante y tal vez verdadero. Sucede que en cierto momento de la vida uno descubre que está rodeado de extraños: compañeros de trabajo, clientes, acreedores, vecinos y cuñados. Los amigos de verdad están lejos, probablemente encerrados en circulos parecidos.
Algunos empecinados insisten en cultivar amistades nuevas. Los matrimonios maduros se visitan mutuamente y desarrollan pálidas parodías de la amistad verdadera: se cuentan una y otra vez episodios antiguos, vividos con los amigos viejos, que ya no están. Cuando uno es joven no cuenta historias a sus amigos:las vive con ellos. A pesar de estas sabias reflexiones de Mandeb, existió en Flores una agencia destinada a ofrecer amistad a los solitarios.
Fue la celebre Proveeduria de Amigos de Ocasión. Sus fines de lucro eran innegables. Todavía hoy se recuerda su slogan publicitario: "Tenga un amigo desinteresado. Páguelo en cuotas".
Con solo acercarse al mostrador, el cliente ya notaba un clima amistoso y amplio. Los empleados sabían como atacar.
-Buenas tardes. No sabés lo que me hizo esta mañana la bruja de mi mujer.
Y a los treinta segundos uno se sentía entre amigos. Después, entre palmadas, guiños, pellizcones y confidencias, los comerciantes iban mostrando el amplio catálogo de la proveeduría.
Tenían amigos silenciosos, dispuestos a escuchar cincuenta veces la historia de una operación. Amigos complacientes, siempre amables y elogiosos. Amigos efusivos que saludaban con abrazos y se despedían a los gritos. Amigos divertidos, eruditos en cuentos picantes y expertos en bromas pesadas.
También se prestaba un servicio un tanto oneroso, especialmente para personas encumbradas. Consistía en el alquiler de una cohorte de adulones que acompañaban al cliente a todas partes, se reían de sus chistes, aplaudían sus ocurrencias y suscribían con entusiasmo cualquiera de sus pensamientos. Precediendo a esta comparsa, solía marchar un corneta, que abría la puerta de los bares y asomando la cabeza gritaba:
-¡Ahí viene el doctor Del Prete...!
El trabajo se hacía tan bien, que muchos de los contratantes ya no podían prescindir de él nunca más. Muchos profesionales del barrio extinguieron su fortuna pagando este servicio de la agencia.
Un asunto que molestaba a los clientes era el rigor de los Amigos de Ocasión en sus horarios. Cuando vencía el plazo estipulado, se termianba la amistad.
Sin saludar, los contratados daban media vuelta y se iban, muchas veces interrumpiendo una carcajada o librandose bruscamente de un abrazo fraternal.
Sin embargo, hay que admitir que algunos aspectos del funcionamiento de la prooveduría eran bastante nobles.
Por ejemplo, la Sección Niños permitía que los padres eligieran a los amigos de sus hijos, sin correr riesgo alguno.
Para ello se contaba con un numeroso plantel de chicos e incluso enanos, adiestrados en diferentes actitudes.
Según el gusto paterno, podían encontrarse pibes atorrantes para avivar a los pequeños pelandrunes, niños estudiosos para estimular a los adoquines, y criaturas educadas y juiciosas para serenar a los más piratas.
Desde luego, no pudo evitarse que muchos chicos se resistieran a la decisión de los padres. Así se oían con toda frecuencia en Flores frases como ésta:
- ¡Camine a jugar con los amiguitos que le alquiló su padre, caramba...!
Asimismo existía un departamento para Damas, con un amplio surtido de chimentos. Algunos malintencionados decían que las mujeres no contrataban amigas, sino enemigas, pero ese es otro asunto.
El fracaso más estruendoso fue el de la sección Amistades Míxtas. Nada cuesta razonar que los caballeros que solicitaban amigas escondían casi siempre otras intenciones. No se espante el lector pensando que nos internaremos en un tema tan manoseado como el de la amistad entre la mujer y el hombre. Vale la pena - eso sí- recordar lo que dijo Manuel Mandeb a una amiga suya, tal vez alquilada en la proveeduría.
-Vea. Yo puedo ser su amigo si usted quiere. No trataré de seducirla ni me pondré romantico ni le haré propuestas indecorosas. Pero sepa que yo necesito que exista un amor potencial. Me resulta indispensable que exista una posibilidad en un millón de que algo surja entre nosotros. Le aclaro que es probable que si se da esa circunstancia yo salga corriendo. Pero es unicamente en virtud de esa remotísima chance que yo estoy aquí oyendo su conversación como un imbécil.
Los Hombres Sensibles nunca fueron buenos clientes de la agencia Amigos de Ocasión. Quizá porque sus presupuestos eran muy humildes. O a lo mejor porque les gustaba que los quisieran gratis. En cualquier caso, los muchachos del Angel Gris tenían un criollo pudor en estas cuestiones. Para ellos andar declarando publicamente el grado de amistad que sentían por álguien era cosa de afeminados. Manuel Mandeb pasaba largas horas en la esquina de Artigas y Moron fumando con Jorge Allen, el poeta. Muchas veces ni se hablaban. Se contentaban con saber que el otro estaba allí. Ya en su última etapa, la preveeduría empezó a ofrecer viejos amigos. En un principio la idea consistía en rastrear -a pedido del cliente- el paradero de personas ausentes y lejanas. Pero como advirtieron que la tarea era demasiado complicada, resolvieron que era mas fácil inventar antiguas amistades que rescatarlas del pasado.
Se preparó entonces un magnífico grupo de viejos mentirosos que ante la entrada de algún candidato de cierta edad, fingían reconocerlo y le soltaban cuatro o cinco recuerdos para ir tomando confianza.
Esta sección trabajaba mucho en las cenas anuales que suelen realizar los ex- alumnos de los colegios. Su misión consistía en ir reemplazando a los fallecidos y mantener siempre firme la concurrencia.
Así, en cierta reunión de egresados del Colegio Nacional Nicolas Avellaneda, promoción 1921, se dio el curioso caso de que ninguno de los asistentes había pisado jamás ese establecimiento, lo que no les impidió evocar a profesores, reirse de pasadas travesuras y brindar por encuentros futuros.
Con el tiempo, la actividad de la agencia fue amenguando. Contribuyó a este hecho cierta mala prensa que siempre tiene la amistad entre los espíritus escepticos. En Flores, y en todos los barrios, se contaban leyendas sobre las traiciones de los amigos y sobre las ventajas de la soledad. Todavía en nuestro tiempo hay personas que se complacen en declarar que los perros son más leales y sinceros que los humanos. Cabe sobre ésto una pequeña reflexión.
Tal vez sea cierto que los perros no traicionan. Pero ésto no es en realidad una virtud del animal. Ocurre simplemente, que la modica organización mental del perro le impide realizar procesos tan complicados como una estafa. Es decir: los perros no pueden traicionarnos, por la misma razón que no se les permite escribir novelas.
Hoy cuando ya no existe la Agencia Amigos de Ocasión, vale la pena preguntarse si no será necesario inventar algo para reemplazarla.
Sera difícil, desde luego. Nadie podrá rescatar a los amigos perdidos.
Poco podrá hacerse para librarnos de los desconocidos que llenan nuestro tiempo.
En todo caso, cada uno de nosotros deberá cuidar lo poco que tenga. Sin componer canciones ni escribir poemas. Se trata unicamente de sentarse un rato en la vereda o de matear en silencio con los que están más cerca de nuestro espíritu.
Si uno no tiene ya a los de antes, cabe decir que tal vez existen en el mundo amigos viejos a los que todavía no conocemos.
Yo mismo, las otras noches resolví salir de mi encierro y lleno de ilusiones me encaminé a cierta esquina que conozco. Tenía ganas de fumar en silencio junto a tres o cuatro sujetos que se estacionan en ese lugar.
Pensaba además cosechar algún guiño amistoso después de estos años en que estuve tan ocupado.
Pero algo raro debe haber sucedido, porque no había nadie.
 
******
Como decían los chinos, en este mundo la certeza no es más que una ilusión. Nadie puede estar seguro de nada. Todo juicio puede ser falso, incluso éste. Y el ejercicio de la inteligencia no alcanza a aclarar las cosas. Más bien puede decirse que las complica.
Todo esto produce en los paisanos un cierto desasosiego: uno recorre la vida buscando alguna verdad y apenas si encuentra señales confusas. De lo absoluto, ni la sombra.
Así, de tanto andar entre fantasmagorías, algunos pensadores llegaron a sospechar que el propósito final del universo es el engaño.
Sin embargo, conviene imaginar lo espantosa que sería la vida sin la existencia de asuntos dudosos. Un mundo con respuestas para todo sería también un mundo sin preguntas. Y también sin esperanzas ni sueños.
En otras palabras: "Es sólo en el terreno de la incertidumbre donde nos está permitido macanear libremente." (Anonimo)
 


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