Ha comenzado el año del Bicentenario, con su convocatoria a la reflexión histórica. Seguramente se nos presentará, una y otra vez, el relato que nos inculcaron a lo largo de generaciones acerca de los orígenes de la Nación en aquella Revolución de Mayo de 1810. Será, entiendo, una maravillosa oportunidad para desplegar el pensamiento crítico y abrirse a los descubrimientos de los historiadores, quienes acaban de lanzar una página web para compartir sus conocimientos( www.historiadoresyelbicentenario.org ).
El problema es que la versión popular del origen de la patria no coincide con la surgida de la historiografía. Meses antes de la Revolución de Mayo, mojón fundador de la Argentina según la narrativa histórica más difundida, nadie tenía en mente hacer una revolución. Quienes luego serian "los hombres de Mayo" no hicieron causa común en el turbulento 1809, sino que se mezclaban criollos con españoles en alianzas cruzadas. En el famoso alzamiento liderado por Martín de Alzaga participaron Mariano Moreno y el Cabildo, mientras que enfrente estuvo el jefe de los Patricios, Cornelio Saavedra, como sostén del Virrey Santiago de Liniers.
Es muy evidente para la historiografía que no había revolucionarios en los momentos previos a la Revolución. Entonces no se discutía la independencia, por lo menos en términos de independencia absoluta, sino fórmulas de autogobierno. Hay, en este sentido, más reformistas que revolucionarios en los momentos previos a la Revolución de Mayo, pero sin duda no hay en aquellos tiempos una tendencia antiespañola.
¿Qué fue la "Revolución de Mayo"? Una forma de responder es afirmar lo que no fue: según el historiador Jorge Myers, no fue el origen de la Nación, no fue una revolución preparada previamente, sino que sobrevino por factores externos -como la invasión de Napoleón a España, que desencadenó el derrumbe del orden imperial-, y tampoco fue un movimiento que se propusiera como meta la Independencia.
A juicio de los historiadores, además, es un hecho que la idea de Nación Argentina se fue construyendo a lo largo del siglo XIX: en palabras de Hilda Sábato, "la Nación es un producto histórico", en cierta manera un resultado y una invención. Así, no se ajusta a la realidad la visión acerca de una identidad preexistente que estaba esperando para surgir cuando se rompieran las cadenas con España. El significado canónico de 1810 fue una construcción deliberada y posterior de -entre otros- los miembros de la generación del 37, quienes pensaban que el país necesitaba un punto de partida para afirmar su independencia cultural de España.
Sin embargo, la revolución de Mayo no fue un hecho menor o intrascendente: fue el momento de constitución de la Primera Junta, el primer gobierno patrio o autónomo, formado por criollos o españoles americanos, quienes tomaron las riendas de un proceso político que redundaría en la formación de lo que pasarían a ser las Provincias Unidas y, más tarde, la Argentina. Doscientos anos después, es hora de mirar la historia sin prejuicios ni estereotipos, alejados de las simplificaciones y asumiendo el desafío de incorporar incluso aquello que contradice nuestro sentido común.