Apareció como la lluvia llega;
no la lluvia irritante de febrero,
fría, cerrada, en apretón severo,
que a hombre y paisaje pertinaz doblega.
Vino como la lluvia que se entrega
en mayo o en abril al viajero
deslizando en paraguas o sombrero
el fino tacto que acaricia y juega.
En suavidad de brisa o de amapola,
como espuma en la cresta de la ola,
o lluvia sobre el mar vino hacia mí.
Me entreabrió su albornoz y su mirada,
y del atardecer a la alborada
a todo dije y respondió que sí.
Francisco Alvarez Hidalgo(España)