200 años después, Latinoamérica sigue buscando su destino
Las Fiestas Populares
La gran aldea se independiza |
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En 1810 el país era esencialmente criollo. Buenos Aires contaba con una población de 20 mil habitantes y, según las crónicas de la época, el problema fundamental de la vida argentina durante este período fue ajustarse a un nuevo país, crear una organización dentro de los moldes del viejo virreinato...
Para entender qué fue lo que ocurrió en mayo de 1810, hay que situarse en Europa y recordar qué sucedía allá. Napoleón Bonaparte, con el pretexto de invadir Portugal, había ocupado casi toda España. En 1808 obligó a Carlos IV a abdicar a favor de Fernando VII, a quien desplazó para coronar a su hermano, José Bonaparte. En las ciudades españolas no ocupadas por los franceses, la población desconocía a las autoridades tradicionales y había elegido juntas de gobierno autónomas.
La conmoción bélica que sacudía a Europa también afectó a las colonias americanas. Las noticias de lo que sucedía en Europa llegaron aquí en mayo de 1810 a la ciudad de Montevideo y, rápidamente, cruzaron al Río de la Plata. Tras la proclamación de la independencia, el 9 de julio de 1816, el conflicto entre Buenos Aires y el interior se tradujo en largos años de guerras y enfrentamientos. Esta lucha política y económica marcó al país durante el resto del siglo XX.
La República Argentina guarda en su historia aspectos llamativos o acontecimientos olvidados que, muchas veces, descansan entre el polvo de vetustos libros o en memorias añosas y cansadas. Esas anécdotas pérdidas sirven para reconstruir el pasado de un país, conocer su idiosincrasia, comprender a su gente, entender el presente y organizar el futuro.
La década de 1910 fue un período especial y trascendente en la vida de la Nación Argentina. Fue una época de bonanza, crecimiento, conservadurismo, celebraciones, formación y florecimiento. Además, aquellos tiempos coincidieron con los 100 años del nacimiento de Primer Gobierno Patrio y el fin de la dominación española sobre el territorio del Río de la Plata.
Entonces, el país se concentró en conmemorar el Centenario de la Revolución de Mayo y aprovechó, también, para demostrarle al mundo que su condición de potencia internacional no había sido fruto de la casualidad. Parte de aquellos festejos se concentraron en el embellecimiento de la ciudad de Buenos Aires, la inauguración de diversas obras como el Teatro Colón, el Congreso y la construcción de numerosos monumentos, varios de ellos con el objetivo de enaltecer a los próceres de la Independencia. También fue parte de aquel homenaje la realización de varias exposiciones internacionales, las cuales figuran en los registros estadísticos del Bureau Internacional de Exposiciones (BIE), entidad parisina que regula a nivel mundial la organización de las muestras universales.
Quizás muchos desconozcan que la Argentina, para 1910, le enseñó a toda la humanidad su esplendor a través de varias ferias que se desarrollaron en distintos lugares de la ciudad y fueron recorridas por miles de visitantes argentinos y extranjeros.
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Los primeros tiempos : Revolución y fiesta
Durante las primeras celebraciones del 25 de mayo, la fiesta se extendía a lo largo de varios días y la diversión era lo más importante. La celebración comenzaba la noche del 24 con la iluminación de la Plaza de la Victoria y se cerraba con una corrida de toros el día 31.
Todo el mundo participaba de la fiesta, cada grupo lo hacía de diferente manera. Las fiestas de esta etapa tenían también un componente oficial e institucionalizado. Desde muy temprano las élites dirigentes de Buenos Aires utilizaron las celebraciones para ganar apoyos para el gobierno y la revolución, y promover la construcción de una identidad compartida.
En las celebraciones se producía, de hecho, la convergencia de iniciativas de distintos grupos de la sociedad con objetivos también diversos. Los sectores de la élite organizaban bailes en los salones de sus casas, la plebe ocupaba sobre todo las calles y las plazas. Sin embargo, se registraba un tránsito bastante fluido entre unos y otros lugares. Los distintos grupos que componían la sociedad participaban de distintas maneras en las diversas actividades con un alto grado de espontaneidad y "mezcla".
Era habitual que la gente común se congregara frente a la casa de una familia acomodada en la que se estaba haciendo un baile y que se quedaran allí hasta que los dueños de casa les ofrecieran algo de comida o bebida para brindar. Por su parte, las familias de la élite asistían a las plazas y participaban de algunos juegos y espectáculos junto con la plebe. Estos rasgos de la fiesta en Buenos Aires llamaron especialmente la atención de los viajeros que dejaron testimonio de su asombro.
El Estado, por su parte, reglamentaba y organizaba la celebración, que incluía el Te Deum y el desfile militar, proveía los fondos para hacer frente a los gastos. Desde el primer aniversario de la Revolución, el gobierno revolucionario se preocupó por estimular la participación popular y asegurar el orden, por ejemplo haciendo cerrar las tabernas y otros lugares de venta de bebidas alcohólicas.
Las Fiestas Mayas desde la Revolución:
Las permanencias de la colonia y los cambios que acompañan a los cambios políticos
La rutina cotidiana de los habitantes de la colonia se interrumpía frecuentemente por fiestas que duraban varios días en los que nadie trabajaba. ¿Qué festejaban en esa época? El cumpleaños o la asunción de un nuevo rey, la llegada de un virrey, el día de San Martín de Tours, que era el patrono de la ciudad de Buenos Aires, el Carnaval y numerosas fiestas religiosas como el Corpus o la Pascua. A partir del año 1808 se comenzaron a conmemorar, además, los aniversarios de la defensa de la ciudad frente a las invasiones inglesas de 1806 y 1807.
Algunas de estas fiestas y las formas de celebrarlas se mantuvieron durante mucho tiempo, aún después de la Revolución de Mayo y de la Declaración de la Independencia. Pero a la vez surgieron fiestas nuevas vinculadas con las nuevas realidades. A partir de la Revolución se comenzaron a festejar acontecimientos como la partida de expediciones o el arribo de tropas que regresaban a la ciudad, las noticias favorables de la guerra, las batallas ganadas y la llegada de banderas tomadas a los realistas.
Cada vez que algo de esto pasaba, la gente salía a las calles a bailar, cantar y divertirse. Se siguieron conmemorando la Defensa y la Reconquista. Pero entre todas, la fiesta más importante era sin dudas la del 25 de mayo. A partir del año 1816 se agregó la conmemoración de la Declaración de la Independencia. El 25 de mayo se convirtió en motivo de celebración muy rápidamente por iniciativa de la Junta y del Cabildo. Los festejos al cumplirse el primer año de la Revolución tuvieron su centro en la Plaza de la Victoria y se extendieron hacia los barrios de la ciudad. ¿Cómo fue la celebración del primer aniversario? La pirámide,10 inaugurada el 17 de mayo de 1811, estuvo iluminada y embanderada con los estandartes de los distintos regimientos de milicias.
La revolución y las tradiciones coloniales convivieron durante mucho tiempo. Las costumbres en general y las formas de celebrar en particular presentan amplias continuidades. En el caso de las Fiestas Mayas, aunque el motivo es novedoso, persisten aspectos característicos de las fiestas en la época colonial como el uso del espacio público, los juegos y la diversión. Durante mucho tiempo en Buenos Aires se siguieron celebrando las fiestas religiosas, la Reconquista, la Defensa, de un modo similar a como se hacía antes de la revolución. Pero también poco a poco, las nuevas fiestas fueron adquiriendo rasgos distintivos. Por ejemplo, en 1812, el gobierno abolió el Paseo del Real Estandarte, que era central en la época colonial y que entonces comenzó a ser considerado como una "ceremonia humillante introducida por la tiranía e incompatible con la libertad".
La década de 1810 en el Río de la Plata estuvo marcada por las guerras de la independencia. Las guerras afectaron profundamente la vida de las personas, las actividades económicas y la organización de un orden político. Produjeron su impacto también en la organización de las fiestas mayas, y constituyen el contexto que es necesario tomar en cuenta para realizar su análisis.
Las celebraciones nunca se suspendieron, por el contrario, además de los aniversarios de la Revolución, Buenos Aires celebró cada una de las victorias en los campos de batalla y también hubo fiesta callejera para despedir o recibir la llegada de tropas. Cada año el Cabildo organizaba detalladamente la celebración de las fiestas mayas en la ciudad. Algunos años, debió ajustarse a un presupuesto limitado como consecuencia de los elevados gastos de la guerra. En las celebraciones de estos primeros años surgieron y se hicieron conocidas algunas canciones cuya letra frecuentemente publicaba la Gazeta.
¿Qué decían esas canciones? Por lo general expresaban una identidad cuyo rasgo sobresaliente era el sentimiento antipeninsular,identificado con el ejercicio despótico del poder. La fuente anterior es un ejemplo de ello. De acuerdo con el espíritu de la Asamblea Constituyente del año XIII, las fiestas mayas de ese año adquirieron un carácter más revolucionario y radical. Muchos asistentes lucieron el gorro frigio, símbolo de la Revolución Francesa, además fueron quemados públicamente algunos instrumentos de tortura (abolidos por la Asamblea). Algunos aspectos de la fiesta de ese año se conocen gracias a un folleto publicado en Buenos Aires para informar a la opinión pública. Probablemente ya desde entonces se estableció por orden del gobierno que este tipo de folletos debían ser leídos por los correos en todas las postas.
El folleto de ese año incluye, además, los nombres de los ganadores de los sorteos que se realizaron en el marco de la celebración.
Cambios y continuidades en los festejos hacia la época de Rosas
Durante mucho tiempo las fiestas mayas se siguieron celebrando y conservaron tanto sus aspectos más formales –el desfile y la misa con Tedeum, por ejemplo– como su carácter popular callejero y espontáneo. Sin embargo, con el paso de los años tanto la sociedad como las formas de la celebración registraron algunos cambios. Desde la década de 1820, la ciudad de Buenos Aires creció a un ritmo acelerado. Paulatinamente fue dejando de ser la “gran aldea”, en la que la mayor parte de la población se conocía, en la que, por ejemplo, para vender un inmueble bastaba con echar a correr el rumor y esperar a que de boca en boca llegara al interesado, o que para indicar un punto de la ciudad era suficiente decir “frente a la casa de Don tal”.
La expansión económica que estuvo en la base del crecimiento de la ciudad se debió sobre todo al logro de una relativa paz y a las exportaciones cada vez más importantes de los productos de la estancia saladerista (cuero, sebo y tasajo).
En la época de los gobiernos de Rosas, las fiestas mayas se siguieron celebrando, también adquirió mucha importancia la conmemoración del 9 de julio (las “Fiestas Julianas”), y una serie de festejos nuevos, las llamadas “Fiestas Federales”. La fuerte participación popular y las formas de la conmemoración de los primeros años de la Revolución se mantuvieron, pero los gobiernos de Juan Manuel de Rosas les imprimieron algunos rasgos particulares. ¿Cuáles fueron las novedades? Los componentes religiosos de la fiesta se hicieron más importantes. A Rosas le interesaba que la asistencia a las funciones religiosas fuera numerosa, y los empleados públicos, por ejemplo, estaban prácticamente obligados a asistir. A la vez, las fiestas mayas adquirieron un nuevo color: junto a los colores celeste y blanco tradicionales se destaca la presencia del rojo de la federación.
También fueron frecuentes las procesiones y desfiles encabezados por Rosas u otros líderes. Por otro lado, se comenzaron a hacer suscripciones públicas para obtener recursos y cubrir los gastos de los festejos. El contexto, que en los primeros tiempos estuvo definido por las guerras de Independencia, ahora había cambiado. La lucha facciosa entre unitarios y federales es el dato saliente de esta etapa. Los almanaques de estos años incorporaron numerosas celebraciones: el 30 de marzo por ser el día del nacimiento de Rosas, el día “De nuestra Santa Federación” y “del exterminio de los Salvajes del Sud por el Sr. Brigadier General D. Juan Manuel de Rosas, Nuestro Ilustre Restaurador”, los funerales de Encarnación Ezcurra, esposa de Rosas, las misas por el padre de Rosas, la acción de gracias por el frustrado intento de asesinato del gobernador, entre otras. Las conmemoraciones se cerraban con el convite de refrescos y comida para las autoridades y la tropa.
Los tiempos de Rosas trajeron novedades respecto de la participación de la población negra en las fiestas. El gobernador mostró interés por los negros y sus danzas. Les abrió los espacios públicos del centro de la ciudad para participar de las fiestas patrias. En su gobierno se levantaron las prohibiciones a los candombes que se habían impuesto en la década de 1820, y en 1838 incluso se invitó a los negros a realizar un baile de todo el día en la plaza central de la Victoria para celebrar el día de la Independencia, lo que despertó la furia de los unitarios.
Casi medio siglo después de la Revolución de 1810 ... hé aquí como nos distinguimos ... y de como podemos ser orgullosos
DESARROLLO
¿Qué fue la generación del ‘80?: Su proyecto
El proyecto de la generación del ochenta, es quizás el más completo intento de reordenar y modificar desde sus bases la sociedad argentina. La historia no volverá a registrar otra coyuntura en la cual la élite dirigente tenga un tan completo acuerdo sobre lo que deseaba hacer con este territorio. Una generación de ideas liberales, europeístas, seudo-culta, ansiosa por dejar atrás un pasado catalogado por algunos de sus ideólogos como " barbaro" y que sin embargo no puede romper con el antiguo soporte de la economía, que es la tierra. Era un conjunto de hombres que devotamente creía en el progreso, puesto que se partía del supuesto de la evolución a partir del progreso.
El país formulado por la generación ochentista era el legado transmitido por los hombres de 1810 y de 1853. Pero la prosperidad material y espiritual no habría de detenerse, sino que se expandiría hasta bien entrado el siglo XX. La identificación entre progreso y tecnificación fue el leit motiv en la generación que nos atañe.
Algunas de las características de esta generación fueron: levantar las voces contra la corrupción, la desmedida adquisición de bienes materiales, los vericuetos de una política exterior que no parecía beneficiarnos. El surgimiento de esas protestas muestra con claridad que la sociedad ochentista estaba capacitada para hacer frente a alguna situación que pudiere surgir por alguna circunstancia del momento a nivel nacional o internacional.
Este tener que sustentar un proyecto de país, en una forma de producción primaria, sin que la acumulación obtenida se reinvierta en el crecimiento y modificación de la estructura económica existente, o sea un proyecto de desarrollo capitalista autónomo, dará por resultado que a corto plazo el proyecto entre en crisis. Al quedar tan estrechamente ligados los intereses de la elite con los del país y confundirse unos con otros, las conveniencias económicas del grupo se trasladaron a la nación.
Entonces, en que consistía este proyecto?: en lo económico, la inserción de nuestro país en la división internacional del trabajo a partir de la producción de materias primas y alimentos y la importación de la mayor parte de los productos elaborados que se consumían en el mercado interno; en lo social, el tratar de cambiar usos y costumbres nativos a través de la inmigración de mano de obra europea; y en lo político la conformación de un Estado moderno a partir de instituciones a imitación de la Europa de fin de siglo con el propósito de ofrecer garantías a los capitales extranjeros que invertían en nuestro país.
Para suplir la falta de población nativa los hombres del ‘80 convocaron a la inmigración extranjera, que serviría como mano de obra para la producción cerealera. También para este entonces se produce la inserción de Argentina en el mercado mundial como proveedora de materias primas.
Por otra parte, Europa tiene necesidad de colocar un excedente de producción y de población. Asimismo, necesita producir alimentos y materias primas.
Eduardo Wilde, uno de los hombres más representativos del ‘80 sostenía: "... Todo se renueva en el mundo, todo lo que vive y hasta lo que no vive ... Los progresos de la humanidad forman una cadena cuyo comienzo está en la creación y cuyo fin, si ha de tenerlo, permanece oculto en el porvenir...". Los centros tradicionales del país experimentaban idéntica prosperidad.
Para asegurar la ansiada meta del progreso, los distintos sectores le atribuían a la educación una relevancia singular. El principal precursor de la tarea educativa que buscaba alfabetizar al inmigrante fue Sarmiento, cuyo principal objetivo de educar al individuo quedó plasmado en la Ley Nº 1420 que proponía una educación laica, gratuita y obligatoria.
También era necesaria la educación de la elite dirigente, que debía pasar por la universidad si quería acceder a alguna posición destacada dentro de la carrera por alcanzar el poder.
La esencia principal de esta generación fue su insistencia en la metodología científica, su confianza en la educación básica y en el mejoramiento histórico, la reivindicación de la técnica y la industria y su aproximación a la libertad jurídica.Bajo esta síntesis de lineamientos se puede enunciar el famoso proyecto del ‘80
VIDA COTIDIANA DE LA OLIGARQUIA ARGENTINA:
La oligarquía se reunía en diversos centros como por ejemplo el Jockey Club de Buenos Aires, el Club del Progreso, la Sociedad Rural Argentina y la Facultad de Derecho.
Dichos centros cumplían la dobla función de ser centros de esparcimiento y además en ellos se discutían y tomaban las decisiones políticas que habrían de regir los destinos del país.
También es necesario aclarar que en el período que nos ocupa, previo a la sanción de la Ley Saénz Peña todavía no están constituídos los partidos políticos. De esta manera, las alianzas y juegos de poder se tejían dentro de estos ámbitos de poder.
Nos detendremos en particular en dos de los lugares mencionados, los cuales merecen un tratamiento significativo dada su importancia.
Son ellos: el Jockey Club de Buenos Aires y el Club del Progreso.
2.a. El Jockey Club de Buenos Aires: Su fundación. Reglamentación interna: estatuto, forma de gobierno, deberes y derechos de los socios. La importancia dentro de la vida nacional ¿Lugar de diversión o reunión política?
Como mencionáramos en la introducción, uno de los centros de reunión política y de esparcimiento de "la gente distinguida" fue el Jockey Club de Buenos Aires.
LUGARES DE DIVERSION: La "Dolce Vita" en el Siglo XIX
Antes de 1880, la elite porteña no tenía paseos públicos, circo de carreras, juegos atléticos ni ningún otro atractivo que permitiera la distracción. Sin embargo, a partir de fines del siglo XIX se crean los clubes sociales y se comenzó a jugar al criquet, fútbol y la práctica del atletismo.
En este sentido la alta sociedad porteña del siglo XIX desplazó los entretenimientos de origen campero o los heredados de España y fue adoptando directamente, el estilo de la sociabilidad europea. De la misma manera, el exhibicionismo de los salones fue reemplazando los paseos por el Parque Argentino, por el Retiro y por los camdombes morenos; las carreras de sortijas y cuadreras fueron cayendo en el olvido para dejar paso a las carreras de caballos.
El uso del tiempo libre en actividades superfluas está sujeto en el caso de la oligarquía a un complicado ritual, que tiene por objetivo la ostentación de las riquezas.
El apogeo económico de fines de siglo trajo un cambio en las costumbres y el ritual del ocio se organizó en forma más pomposa. La calle Florida era el centro de reunión obligada de la clase aristocrática, así como los paseos a la Recoleta o a las Barrancas de Belgrano.
Sin embargo, el principal entretenimiento estaba dado por el "Corso de Palermo", las tardes de los jueves y los domingos. Cuatro filas de coches, tirados por animales de raza, iban y venían en un tramo de tres cuadras por la actual Avenida Sarmiento, intercambiando en cada vuelta la ubicación para que todos pudieran cruzarse con los otros.
La ceremonia tenía sus reglas fijas: en la primera vuelta se saludaban, en las siguientes fingían no verse y en la última se hacía el saludo de despedida.
Los "niños bien" por su parte hacían ostentación de la inmunidad que gozaban por la posición de sus padres, dandole una paliza a algún pobre sereno o provocando escándalos nocturnos en los teatros de variedades, en los café concerts, en lo de Hansen. Esos "niños bien" habían pasado por Europa, dejando sus medidas a los sastres más famosos de París y de Londres.
El rito de los paseos no era completo sino culminaba con la ida a una confitería para saborear un buen té, acompañado de masas y sandwichs, donde además se disfrutaba del ambiente. Algunas de ellas estaban ubicadas en el centro de la ciudad y otras en los barrios como en el caso de "Las Violetas", ubicada en el centro de Almagro.
Las confiterías de moda fueron: "La del Gas" en Rivadavia y Esmeralda, y "La Perfección" en la calle Corrientes. Años más tarde, cuando comienza el auge del Barrio Norte surgen "El Aguila" de Callao y Santa Fé, y la "París" de Charcas y Talcahuano, fundada en el año 1895 por Pedro Verseci. Este último era el único lugar "decente" para mostrarse los sábados y que sirvió de refugio a los políticos
conservadores, que consideraban para su gusto a la del Molino demasiado frecuentada por radicales y socialistas.
Con respecto a la confitería "Los Dos Chinos", ubicada en la esquina de Alsina y Chacabuco fue fundada en 1862 por Carlos Gontaretti. Al estar ubicada cerca de la redacción de la revista "Caras y Caretas" tuvo una clientela de escritores, artistas y políticos. Entre sus habitués podemos mencionar a Rubén Darío y Leopoldo Lugones. Del mundo de la política fueron asiduos concurrentes presidentes como Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Julio A. Roca y Roque S. Peña.
La confitería "El Molino" abrió sus puertas en 1859 bajo el nombre "Confitería del Centro". Estaba ubicada en la esquina de Rodríguez Peña y Rivadavia. Desde su esquina privilegiada, siguió de cerca los abatares de la historia argentina. De esta manera, durante la Revolución del ‘90 buscaron refugio varios combatientes. Por décadas sirvió de punto de reunión de los parlamentarios, especialmente representantes del radicalismo y del socialismo. Entre ellos podemos mencionar a José Ingenieros, Alfredo Palacios, José F. Uriburu, Marcelo T. de Alvear, entre otros. Todos ellos degustaban el exquisito café y la repostería, así como también su afamado postre imperial ruso que tenía la imágen de un águila bicéfala.
La confitería "Las Violetas" fue inaugurada en 1884. A su inauguración asistió Carlos Pellegrini. Se caracterizó por sus mesas de marmol, gruesas columnas, vitrales, sus mozos de rigurosa etiqueta, las arañas de bronce con caireles de cristal tallados y las guirnaldas de estuco. Las especialidades de la casa fueron el café vienés servido en vaso cívico o los deliciosos brioches.
Cada uno de estos lugares tradicionales de Buenos Aires, más allá de sus especialidades en repostería y cafetería contaban con un público definido así como de un estilo en su decoración que las distinguía respecto de las otras.
En la "belle epoque" comienza la moda de los viajes a Europa, principalmente a París. Y allí veraneando en Deauville, la oligarquía concibe por primera vez la idea de crear una ciudad balnearea cerca de Buenos Aires, surgiendo así Mar del Plata, y en 1887 se inaugura el Bristol Hotel, que constituirá uno de los más importantes lugares de reunión de la oligarquía de esos años, donde se celebraban importantes bailes.
Fin primera parte