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De: 2158Fenice (Mensaje original) |
Enviado: 03/03/2010 06:46 |
Doña Primavera
Doña Primavera viste que es primor, de blanco, tal como limonero en flor.
Lleva por sandalias una anchas hojas y por caravanas unas fucsias rojas.
¡Salid a encontrarla por esos caminos! ¡Va loca de soles y loca de trinos!
Doña Primavera, de aliento fecundo, se ríe de todas las penas del mundo...
No cree al que le hable de las vidas ruines. ¿Cómo va a entenderlas entre los jazmines?
¿Cómo va a entenderlas junto a las fuentes de espejos dorados y cantos ardientes?
De la tierra enferma en las hondas grietas, enciende rosales de rojas piruetas.
Pone sus encajes, prende sus verduras, en la piedra triste de las sepulturas...
Doña Primavera de manos gloriosas, haz que por la vida derramemos rosas:
Rosas de alegría, rosas de perdón, rosas de cariño y de abnegación.
Gabriela Mistral
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La Primavera besaba La primavera besaba suavemente la arboleda, y el verde nuevo brotaba como una verde humareda. Las nubes iban pasando sobre el campo juvenil... Yo vi en las hojas temblando las frescas lluvias de abril. Bajo ese almendro florido, todo cargado de flor -recorde-, yo he maldecido mi juventud sin amor. Hoy, en mitad de la vida, me he parado a meditar... !Juventud nunca vivida quién te volviera a soñar! Antonio Machado
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Volverán las oscuras golondrinas
Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales, jugando llamarán;
pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha al contemplar; aquellas que aprendieron nuestros nombres, esas... ¡No volverán!
Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar, y otra vez a la tarde, aun mas hermosas, sus flores abrirán;
pero aquellas cuajadas de rocío, cuyas gotas mirábamos temblar y caer, como lágrimas del día... esas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón, de su profundo sueño tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas como se adora a Dios ante su altar, como yo te he querido... desengáñate, ¡Así no te querrán! Gustavo Adolfo Becquer
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ABRIL FLORECÍA
Antonio Machado
(Canciones 1899-1907)
Abril florecía frente a mi ventana. Entre los jazmines y las rosas blancas de un balcón florido, vi las dos hermanas. La menor cosía, la mayor hilaba ... Entre los jazmines y las rosas blancas, la más pequeñita, risueña y rosada —su aguja en el aire—, miró a mi ventana.
La mayor seguía silenciosa y pálida, el huso en su rueca que el lino enroscaba. Abril florecía frente a mi ventana.
Una clara tarde la mayor lloraba, entre los jazmines y las rosas blancas, y ante el blanco lino que en su rueca hilaba. —¿Qué tienes —le dije— silenciosa pálida? Señaló el vestido que empezó la hermana. En la negra túnica la aguja brillaba; sobre el velo blanco, el dedal de plata. Señaló a la tarde de abril que soñaba, mientras que se oía tañer de campanas. Y en la clara tarde me enseñó sus lágrimas... Abril florecía frente a mi ventana.
Fue otro abril alegre y otra tarde plácida. El balcón florido solitario estaba... Ni la pequeñita risueña y rosada, ni la hermana triste, silenciosa y pálida, ni la negra túnica, ni la toca blanca... Tan sólo en el huso el lino giraba por mano invisible, y en la oscura sala la luna del limpio espejo brillaba... Entre los jazmines y las rosas blancas del balcón florido, me miré en la clara luna del espejo que lejos soñaba... Abril florecía frente a mi ventana.
ME SORPRENDIÓ LA FÉRTIL PRIMAVERA
Antonio Machado
(Humorismos, fantasías y apuntes 1907)
Como atento no más a mi quimera no reparaba en torno mío, un día me sorprendió la fértil primavera que en todo el ancho campo sonreía.
Brotaban verdes hojas de las hinchadas yemas del ramaje, y flores amarillas, blancas, rojas, alegraban la mancha del paisaje.
Y era una lluvia de saetas de oro, el sol sobre las frondas juveniles; del amplio río en el caudal sonoro se miraban los álamos gentiles.
Tras de tanto camino es la primera vez que miro brotar la primavera, dije, y después, declamatoriamente:
—¡Cuán tarde ya para la dicha mía!— Y luego, al caminar, como quien siente alas de otra ilusión: —Y todavía ¡yo alcanzaré mi juventud un día!
Era una noche azul; la primavera inundaba mis sienes y mis manos, y era el mundo, muchacha, un fruto inmenso, cálido, abierto, mudo y entregado.
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PRIMAVERA
Sentí mi carne desprenderse, irse por el paisaje misterioso y claro, mi sangre fue con los arroyos lentos, mi corazón perdióse en el espacio.
Era hermoso en la piel sentir el roce, hecho leve suspiro, de los astros, y tener en la mano, dulcemente, un murmullo de nubes y de pájaros.
Me fundí con el aire, con las cosas, sentí el fondo del mundo entre los labios y palpité, en la noche inmensa, grande, como un tremendo arcángel derramado.
Rafael Morales
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