(14 de septiembre de 1920, Paso de los Toros – 17 de mayo de 2009, Montevideo)
En su trayectoria se cuentan más de 80 libros de poesía y prosa con traducciones a más de 20 idiomas.
El autor de "Gracias por el fuego" recibió galardones como el VIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1999).
Benedetti integró el grupo de escritores uruguayos conocido como "Generación del 45", junto a Juan Carlos Onetti (1909-1994) e Idea Vilariño (1920-2009).
Identificado con la ideología de izquierda, el poeta debió exiliarse en España durante la dictadura militar que gobernó el país sudamericano entre 1973 y 1985.
Citas y Frases de Mario Benedetti
Acá hay tres clases de gente: la que se mata trabajando, las que deberían trabajar y las que tendrían que matarse.
No vayas a creer lo que te cuentan del mundo (ni siquiera esto que te estoy contando) ya te dije que el mundo es incontable.
Un torturador no se redime suicidándose, pero algo es algo.
Después de todo, te enseñaron que el fin justifica los medios, pero vos ya no te acordás mucho de cuál es el fin,tu especialidad siempre
fueron los medios, y éstos deben ser contundentes, implacables, eficaces.
El pobre dios tan solo tan sin nadie y tan sin vírgenes.
Yo no sé si Dios existe, pero si existe, sé que no le va a molestar mi duda.
Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio.
Un sociólogo norteamericano dijo hace más de treinta años que la propaganda era una formidable vendedora de sueños, pero resulta que yo
no quiero que me vendan sueños ajenos, si no sencillamente que se cumplan los míos.
De dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: De la derecha cuando es diestra, de la izquierda cuando es siniestra.
Quién lo diría los débiles de veras nunca se rinden.
La perfección es una pulida colección de errores.
Aunque nos olvidemos de olvidar seguro que el recuerdo nos olvida .
No olvida quien finge olvido sino quien puede olvidar.
Un pesimista es sólo un optimista bien informado.
Cuando el infierno son los otros, el paraíso no es uno mismo.
Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas.
Mario Benedetti,el año pasado, publicava "Vivir adrede", libro en el que el escritor uruguayo desgrana un discurso sagaz, divertido y tierno sobre los males de éste siglo.
Madrid, 19 mar 2009 (EFE). La muerte es la cumbre de la sencillez, el calvario el destino de los calvos y lo consuetudinario la forma más larga de la costumbre,
son algunas de las reflexiones que el uruguayo Mario Benedetti hace en "Vivir adrede", su contrato de permanencia activa y vigilante en un mundo al que llegó hace ya 87 años.
"No voy a irme así nomás. Tendrán que echarme sin motivo.
Yo y mis talones en la Tierra decidimos no, que aguantaremos", advierte en este libro, que edita ahora en España Alfaguara, y en el que desgrana un discurso sagaz,
divertido y tierno sobre los males que azotan al siglo, desde la guerra a las drogas pasando por la destrucción del medio ambiente.
En la primera parte de la obra, que se estructura en los apartados "Vivir", "Adrede" y "Cachivaches", habla -en capítulos de no más de una hoja y media- del paso del tiempo,
de la idea de trascendencia y de la actitud ante la vida, con la lucidez de quien ha vivido los idealismos en su juventud para acabar comprobando que "todo sigue igual"
y que la esencia y los fantasmas del ser humano son los mismos.
"El miedo nos abre los ojos y nos cierra los puños", reconoce el escritor, que está seguro de que en este mundo hay que tomar partido porque "los escépticos van y vienen sin nada.
Y, lo que es peor, sin nadie"."Cuidado con desanimarse si algún tonto nos dice que nos falta un tornillo", previene y subraya que "todo mandante, ya sea el "mandamás o el mandamenos,
se afana (sobre todo cuando se afana) en no ser sencillo". De su paso por el mundo ha aprendido que "hay varias especies de miserables", entre ellos, "por supuesto", los asesinos, los canallas,
los uxoricidas, los degolladores, los verdugos, los envenenadores, los parricidas pero también "los recónditos, ladinos, furtivos, solapados, que se enmascaran de honestos,
se camuflan de héroes, se fingen generosos para conseguir su "loca ambición" que no es otra que el poder.
En "Adrede", Benedetti (Paso de los Toros, 1920), condena sin paliativos los fanatismos, los imperialismos y las guerras y las desgracias sin fin que provocan los hombres activa o pasivamente.
En ese rincón, que incluye el divertidísimo relato "Últimas moradas", asegura que "todo es adrede: los celos y el recelo, sospechas y codicias, odios en desmesura, el rencor y la pugna"
porque, dice, "la consigna es someternos, mentirnos el futuro, reconocernos nada". En su denuncia de "calamidades" Benedetti se fija también en el lenguaje y se pregunta quién ha empleado
alguna vez "palabras como rongigata, enruna, cadañal, pruriginoso, luquidámbar, cachunde, zarapito, despavesadura, dubda. Imagino que el diccionario se ha de reír a carcajadas
cuando nos apabulla con esta jeringoza y nos deja taciturnos", especula. En "Cachivaches", una colección de aforismos o "artefactos", al estilo Nicanor Parra, y "haiku", el género poético
japonés en el que trabaja últimamente, se divierte sin remilgos. "Cuando tenemos sueño, los bostezos salen a pedir de boca", "Las ubres de las señoras se llaman tetas"
o "En materia de drogas, si uno abusa del kif hace puf" son algunas de las "exquisitices" que cierran el libro, en el que Benedetti asume que tiene lo que tiene "y nada más", pero que no se queja.
Hasta Mañana
Voy a cerrar los ojos en voz baja voy a meterme a tientas en el sueño. En este instante el odio no trabaja para la muerte que es su pobre dueño la voluntad suspende su latido y yo me siento lejos, tan pequeño
que a Dios invoco, pero no le pido nada, con tal de compartir apenas este universo que hemos conseguido
por las malas y a veces por las buenas. ¿Por qué el mundo soñado no es el mismo que este mundo de muerte a manos llenas?
Mi pesadilla es siempre el optimismo: me duermo débil, sueño que soy fuerte, pero el futuro aguarda. Es un abismo.
No me lo digan cuando me despierte.
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