¿Donde estaremos como país en el 2110? Esta pregunta me atormenta, pues no hemos reaccionado bien frente a la evidencia de los mismos errores en los últimos 80 años. No leemos verdaderamente la realidad del mundo ni de la economía y nuestras decisiones son equivocadas la mayor parte de las veces. Hagamos un repaso rápido de nuestra evolución tomando tres momentos de nuestra historia.
País desierto. En 1810, en plena Revolución Industrial, las diferencias entre el ingreso de per cápita de los diferentes países no eran grandes, aunque había países muy pobres. La Argentina con unos 1100 dólares de valor 1990 per capita estaba un poco por debajo de España e Italia, que se ubicaban en los 1150/1200 dólares en 1820 (para 1810 no hay datos). Los países mas atrasados se ubicaban en los 650 dólares de 1990 per capita, un 40% menores que los nuestro país.
Nuestra población estaba, contando también a los indios, en algo más de 600.000 personas, es decir, prácticamente era un desierto. Las ciudades principales se ubicaban, salvo excepciones, en la ruta de la plata, desde Potosí al puerto de Buenos Aires. La economía era precisamente la exportación minera del Alto Perú, la importación de insumos para esta actividad y la exportación de cueros de vacas cazadas en las pampas. Había algunas producciones de textiles y alimentos para consumo local de cada población, pero muy poco destinado al mercado. En Corrientes había una interesante producción de carretas.
En definitiva, en 1810 nuestra economía no presentaba mayor interés ni para España ni para otros países, salvo la plata y el cuero. Estos últimos tenían mucho uso en aquellos momentos, no solo como calzado u otros destinos que conocemos hoy sino muchos otros usos, como por ejemplo, para construir mangueras, dado que el caucho no estaba desarrollado aún.
Sol de America latina. En 1910 nuestra economía era floreciente, como consecuencia de la progresiva organización nacional, que se fue dando luego de grandes y feroces luchas internas y externas, con el establecimiento de la Constitución Nacional de 1853-60, con la federalización de Buenos Aires, con la política de "paz y administración" a partir de 1880 o aun algo antes. Los cambios tecnológicos en el transporte de ultramar por barco y el ferrocarril en el continente, provocaron el gran desarrollo de la agricultura y la ganadería, con precios crecientes de estos productos en forma extraordinaria y con volúmenes cada vez mayores.
La Argentina era el país de mayores expectativas en el mundo y el 6to por ingreso per capita en 1910. El nivel del PBI llegaba en ese año a 4000 dólares de 1990 por persona, el doble del que gozaban los pobladores de España (2000 dólares de 1990 per capita) e Italia (2500 dólares de 1990 per capita). Como en la Argentina los inmigrantes obtenían mucho más ingreso que en sus países de origen, ellos vinieron aquí en grandes cantidades y, aun así, con ese aumento de población tan fuerte, el ingreso per capita se cuadruplicó desde 1810 a 1910.
Nuestro país seguía los mejores ejemplos en diversos aspectos de la vida nacional: en economía el mejor funcionamiento era el modelo inglés, de libertad de mercados, que se adoptó. En cultura se consideró el mejor modelo el francés, que trato de emularse con bastante éxito. En educación, se siguió el mejor antecedente de aquel momento, que era el americano: se trajeron muchas maestras de ese origen para acelerar los cambios y llegar a un nivel educativo elevado, lo que también atrajo al inmigrante, dado que la educación en Europa era cara y aquí, muy buena y gratuita. En el ejército, se consideró que el mejor modelo era el alemán y hasta se copio el casco.
Por eso, en un diccionario español de 1919 se puede leer "que Argentina es un país de alto crecimiento, destinado a rivalizar con los mas adelantados del mundo especialmente con EE UU, el gran país del norte". En 1918 en la bolsa de Nueva York (NYSE) se cotizaban nuestros bonos soberanos "Argentine Government 6% Gold Tresury Bonds" con calificación de Moody´s "A", igual que los "Switzerland 5% Gold Notes" también con calificación "A", ambos "grado de inversión". (Actualmente tenemos una calificación "B-"entre las peores de "grado especulativo").
Perdimos el rumbo. En 2010 nuestro ingreso per capita en dólares corrientes se ubica en el puesto 66 entre los países del mundo y medido en moneda constante de 1990, estamos en el puesto 56, de todas maneras, 50 posiciones mas abajo que hace 100 años.
Si nos comparamos con España o Italia, con los que teníamos una pequeña diferencia en contra en 1810 en ingreso per capita, pero a los que en 1910 ya les llevábamos el doble, ahora -aun con los problemas actuales del Euro- ellos están en 20.000 dólares de producto per capita, en tanto que nosotros aun no llegamos a los 10.000 dólares de 1990 per capita. En 2010 España e Italia nos llevan el doble a nosotros, cuando en 1910 nosotros les llevábamos el doble a ellos, o sea hemos perdido 4 veces en este siglo en relación a esos dos países.
La pérdida de institucionalidad en 1930, los golpes de Estado posteriores, la democracia inmadura e incapaz de ordenar la vida en común , la inflación, los defaults, los rodrigazos, la hiperinflación, las maxidevaluaciones, el canje de plazo fijos por Bonex, el "corralito", la pesificación diferencial , la salida del ahorro al exterior, y muchas otras desmesuras argentinas nos han hecho perder el rumbo y el Bicentenario nos encuentra, objetivamente, en serias dificultades, con una pobreza que estructuralmente supera el 30% y una gran inseguridad, vivida diariamente.
El rumbo futuro. Se requiere formar un grupo de pensamiento a largo plazo, como Itamaraty en Brasil, con autoridad para establecer estrategias duraderas en el tiempo, que supere las veleidades fundacionales de cada dirigente que adquiere posiciones de poder. La Argentina es el 8° territorio del mundo, con una economía hoy alicaída y además bastante despoblado, excepto en el conurbano bonaerense, que no puede manejarse como si fuera una canoa, con idas y venidas entre los juncos. Somos del tamaño de un trasatlántico, y eso requiere una conducción estratégica, que solo permite pequeñas correcciones cada tanto, para tener un destino seguro. Tenemos que corregir el rumbo, sino no tenemos destino.
Requerimos el replanteo de nuestra inserción en el mundo y sus consecuencias en nosotros mismos. Debemos primero estudiar donde puede estar el mundo en 20 años, para 2030. A partir de ese diagnóstico analizar cuál es la mejor economía, cuál es la mejor cultura, cuál es la mejor educación, cuál el mejor manejo de seguridad y defensa, cuál es el mejor modelo de tecnología, de salud, de jubilaciones. Volver a plantear el dilema de Sarmiento en el siglo pasado si la "A" o la "O", es decir si adoptar o adaptar los modelos exitosos de otros países a nuestra idiosincrasia. Pero debemos actuar, implementar lo que va a dar resultado y no quedarnos discutiendo meras ideologías, ya fracasadas en todos lados. Ni siquiera sabemos lo que da resultado y no somos capaces de distinguirlo de una falsificación bien adornada. Creemos firmemente en lo que no da resultado en ningún lado, por eso nos va peor que a cualquier país del mundo. Los números son innegables, aunque aún hay gente que sigue mintiendo en esto.
Los padres fundadores nos miran en este Bicentenario. Nosotros somos el porvenir de aquellos héroes de mayo, que soñaron y dieron su vida para forjar un país libre e independiente. No podemos abdicar de nuestras responsabilidades.