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Amor constante más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera Sombra que me llevare el blanco día, Y podrá desatar esta alma mía Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera Dejará la memoria, en donde ardía: Nadar sabe mi llama el agua fría, Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido, Venas, que humor a tanto fuego han dado, Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado; Serán ceniza, mas tendrá sentido; Polvo serán, mas polvo enamorado.
FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645)
AMOR
Juan Ramón Jiménez
El amor, ¿ A qué huele ? Parece, cuando se ama, que el mundo entero tiene rumor de primavera. Las hojas secas tornan y las ramas con nieve, y él sigue ardiente y joven, oliendo a la rosa eterna.
Por todas partes abre guirnaldas invisibles, todos sus fondos son líricos -risa o pena-, la mujer a su beso cobra un sentido mágico que, como en los senderos, sin cesar se renueva...
Vienen al alma música de ideales conciertos, palabras de una brisa liviana entre arboledas; se suspira y se llora, y el suspiro y el llanto dejan como un romántico frescor de madreselvas...
AMOR CALLADO
Miguel A. Peguero
Amor callado, que jamás se queja; amor que, en la discreta madrugada, sólo acierta a poner, junto a tu reja, la ilusión de una estrofa perfumada.
Amor de un alma taciturna y vieja; amor que es como música olvidada, que tiene azul resignación de oveja, que lo dá todo y no pide nada.
Amor es eso, amar como te amo, sin medir tu desdén, sin que un reclamo haga que el alma de esperanza estalle.
Amor sin arrebatos y sin ruido, que espera que tu hogar esté dormido para pasar entonces por tu calle.
Miguel A. Peguero nació en la República Dominicana, en 1903, falleció en 1964.
AMOR ETERNO
Gustavo Adolfo Bécquer
PODRÁ NUBLARSE EL SOL ETERNAMENTE; PODRÁ SECARSE EN UN INSTANTE EL MAR; PODRÁ ROMPERSE EL EJE DE LA TIERRA COMO UN DÉBIL CRISTAL. ¡TODO SUCEDERÁ! PODRÁ LA MUERTE CUBRIRME CON SU FÚNEBRE CRESPÓN; PERO JAMÁS EN MÍ PODRÁ APAGARSE LA LLAMA DE TU AMOR
POEMA 20
Pablo Neruda 1924
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: « La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos. »
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
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