Un día como el de hoy, pero del año 1932, cae asesinado Agustín Farabundo Martì junto a otros líderes estudiantiles. El día anterior un Consejo de Guerra, los había juzgado y condenado a enfrentar el pelotón de fusilamiento. La insurrección, liderada por él, había sido barrida a sangre y fuego. Luego de un Golpe militar y el establecimiento de una Dictadura, los comicios fraudulentos de Enero de aquel año, fueron el factor detonante del estallido social. Tras las primeras revueltas, la tiranía decretó el Estado de Sitio y la Ley marcial e implantó la censura estricta en la prensa. Durante los siguientes días, los alzamientos y combates se sucedieron en todo El Salvador. Miles de campesinos, obreros y trabajadores, portando machetes y algunos pocos fusiles, asaltaron cuarteles, guarniciones policiales, oficinas municipales, telégrafos, almacenes y fincas de terratenientes. La reacción del dictador Hernandez Martínez fue contundente : las fuerzas militares gubernamentales entraron en Nahuizalco, Juayúa, Ahuachapán y Tacuba, Mientras tanto, los norteamericanos e ingleses movilizaron buques de guerra para prestar apoyo al tirano, con la intención imperial de ayudar en la represión, de ser necesario. Según distintos historiadores el saldo de la sofocada rebelión de 1932 fue de entre 5.000 a 30.000 muertos. A partir de entonces, Farabundo Martí vive en cada lucha popular de El Salvador. Revolucionario cabal, este salvadoreño, convertido en ejemplo de constancia, sacrificio y solidaridad, tiene ganado un lugar de honor en la Historia, junto a Sandino, Bolívar, San Martín, Morazán, Artigas y tantos otros patriotas que lucharon por la justicia y la libertad en la Patria Grande.
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