Un día como el de hoy, pero del año 1953, el biólogo estadounidense Jonas Salk anuncia que ha ensayado con éxito una vacuna contra la Poliomielitis, ( virus causante de una enfermedad que afecta principalmente a la infancia y, tras atacar al sistema nervioso, puede degenerar en parálisis). En la década de los 20 (en el siglo pasado) los contagios resultaban habituales al ser un virus de fácil transmisión. Podía propagarse a través del agua potable o transmitirse al besarse con una persona infectada. Este importante descubrimiento se producía en un momento donde, en Europa, Asia y Estados Unidos estaban teniendo lugar graves epidemias. Por ello, a raíz de su gran aporte a la ciencia, Salk se convirtió en una celebridad, hasta el punto de tener que dirigirse a la nación, a instancias del Presidente Eisenhower, en un mensaje televisado. En 1955 se pondrán en marcha programas de vacunación masiva para la población infantil. Dos años después, en 1957, a raíz del desarrollo de una vacuna de ingestión oral (diluida en un terrón de azúcar), ideada por el microbiólogo polaco, de orígen judío, Albert Sabin, se facilitará, en gran medida, la distribución mundial del remedio. A diferencia de la vacuna inyectable de Salk que contenía virus muertos, la de Sabin tenía virus debilitados y terminaría resultando más eficaz, al permitir la inmunidad durante un tiempo más prolongado. Por fortuna, el uso masivo de la vacuna contra la Polio ha hecho que la presencia de esta temida enfermedad, actualmente, sea muy rara en todo el planeta.
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