Un día como el de hoy, pero del año 1816, los representantes de las Provincias Unidas en Sudamérica, reunidos en Congreso General en la ciudad de San Miguel de Tucumán, declaran su voluntad de romper los vínculos que las unían a España, afirmando su condición de nación soberana e independiente. Sin embargo, el marco internacional era bastante adverso para la causa independentista. Tras la derrota de Napoleón en Waterloo, el monarca español Fernando VII, restituido al trono en 1813, tuvo las manos libres para abocarse a los problemas que enfrentaba España en América. En el ámbito de las colonias, la situación no era mejor. En Chile, O´Higgins y los suyos debieron cruzar la Cordillera de los Andes para refugiarse en Mendoza. El sacerdote José María Morelos, fue fusilado en México. Simón Bolívar es empujado al exilio. La derrota en Sipe-Sipe conduciría a la pérdida definitiva del Alto Perú y dejaría al norte argentino en una situación crítica frente al poder realista que se aprestaba para avanzar sobre Tucumán. En suma, el proceso emancipador, inaugurado el 25 de Mayo de 1810, sólo se mantenía en la parte sur del antiguo Virreinato, mientras que la vieja metrópoli buscaba reconquistar sus anteriores dominios en tierras americanas. El Congreso se levanta entonces, convirtiendo el peligro en triunfo. La Declaración de la Independencia, acto del más sublime y heroico patriotismo, contribuyó poderosamente en aquellos días infaustos de la Revolución, a hacerla irrevocable e invencible, no dejando otra alternativa que la libertad o la muerte.
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