Un día como el de hoy, pero del año 1897, un joven químico alemán de 29 años, llamado Félix Hoffmann, logra sintetizar el ácido acetil salicílico que es el principio activo de la popular aspirina. Hoffmann trabajaba para la multinacional farmacéutica Bayer y estaba buscando un remedio para combatir la artritis reumatoide que padecía su padre y que a la vez, no fuera tan perjudicial para su estómago como otras sustancias que se utilizaban para calmar los dolores en aquella época. Las propiedades del ácido salicílico eran conocidas antes de la síntesis que dió origen a la aspirina. Hipócrates ya había usado corteza de sauce para combatir el dolor en el siglo IV antes de Cristo. Muy posiblemente, otras civilizaciones (Mesopotamia, Egipto, China) ya habían usado de forma empírica remedios muy similares. El ácido salicílico también se obtiene gracias a una planta denominada “ulmaria”, de cuyo nombre científico (Spiraea ulmaria) proviene el nombre de “Aspirina” (marca registrada por la empresa Bayer durante el año 1899 en la Oficina de Patentes de Berlín). En la actualidad se consumen a diario, más de 200.000.000 de aspirinas en todo el mundo.
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