Rubén Darío
El poeta nicaragüense, la figura más representativa del Modernismo, vivió intensamente los cuarenta y nueve años de su existencia. Viajó por casi toda Hispanoamérica, estuvo varias veces en España, donde entabló una fecunda amistad con los grandes del momento - Machado, Unamuno, J.R. Jiménez, ... -, residió en París ... Conectó en fecha muy temprana con las nuevas corrientes poéticas y con la literatura francesa. Su personalidad fue difícil y compleja: apasionado, errabundo y bohemio, vitalista e idealista, entregado con fruición a las mujeres y al alcohol, religioso y pagano, con arrebatos de euforia y con caídas en profundas depresiones. Pero también fue un hombre bueno, amigo de sus amigos, generoso y entrañable.
La poesía de Rubén Darío aglutina perfectamente todas las características del Modernismo. En lo formal, el cromatismo, la sonoridad y el ritmo. En los temas, lo exótico, lo mitológico y también su mundo interior arrebatado o desgarrado. Poesía que llama la atención por la versatilidad: frívola e intrascendente, sensual, patriótica, grave y angustiada. Siempre buscó la belleza por medio de la palabra; para él estaba claro la supremacía del Arte por encima de todos los intereses humanos.El primer libro importante fue Azul (1888, segunda edición ampliada en 1890). Significa en su obra el momento de búsqueda, la influencia francesa de Víctor Hugo y los parnasianos, el preciosismo.
Prosas profanas (1896) es la culminación del Modernismo más exuberante y rotundo. Hay que destacar en este libro la sensualidad y el erotismo y el inicio de poemas sobre motivos españoles.
Cantos de vida y esperanza (1905) es su obra más importante. Aparece una ampliación temática, desde su propia intimidad a la comunicación con los demás. El tono se ha profundizado y, en muchos poemas, se aprecia una mayor sencillez de expresión. Hay que destacar una serie de impresionantes poemas en los que expresa su propia amargura, angustia y temor. La preocupación política la defensa del mundo hispánico en contra de la colonización anglosajona, especialmente norteamericana, es otro aspecto digno de señalar.
El cantor musical de cisnes, princesas y fiestas galantes es, en este momento, el creador del estremecedor poema "Lo fatal". Otros libros importantes son: El canto errante (1907) y Poema de Otoño y otros poemas (1910).
De otoño
Yo sé que hay quienes dicen: ¿Por qué no canta ahora con aquella locura armoniosa de antaño? Ésos no ven la obra profunda de la hora, la labor del minuto y el prodigio del año.
Yo, pobre árbol, produje, al amor de la brisa, cuando empecé a crecer, un vago y dulce son. Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa: ¡Dejad al huracán mover mi corazón!
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