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No solo Tango...: Los Argentinos y el Arte
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: 2158Fenice  (Mensaje original) Enviado: 23/10/2011 11:55
Breve Historia del Arte de los Argentinos

Dr. Ignacio Gutiérrez Zaldivar

 

Los autóctonos

Son aquellos que han tratado de reflejar la idiosincrasia de nuestro hombre del interior, allí se destaca el que es, para mí "el más argentino de los artistas del Arte de los Argentinos", el querido Florencio Molina Campos (1891-1959), quien a diferencia de José Hernández que en su "Martín Fierro" nos muestra un gaucho desertor y muy machista, Florencio nos enseña toda la bohonomía y candidez de nuestro querido hombre del interior y rescata a la mujer como parte esencial de su vida. Alfredo Gramajo Gutierrez (1893-1961) nos muestra al hombre del norte, el hombre religioso, de las procesiones, y nos da una clara referencia de la iconografía y el vestuario del hombre de esta región. Enrique Policastro (1898-1971) nos refleja la vida cotidiana y la dureza de la vida del hombre sin trabajo y sumido en la más injustificable pobreza. Leónidas Gambartes (1909-1963) rescata los mitos y las leyenda del Litoral; y el santiagueño poco conocido Gaspar Besares Zoraire (1900-1984) sigue la saga del querido Gramajo Gutierrez. Tuvo que ser una extranjera, la austríaca Gertrudis Chale (1898-1954) quien también nos muestra la soledad y la pobreza de nuestro interior. Jorge Bermúdez (1883-1926), aunque nacido en Buenos Aires, lo hispano y lo andino de sus ancestros estaba latente dentro suyo, y se despertó en un viaje realizado a la provincia de Catamarca, donde desarrolló el conjunto más numeroso de su actuación artística, pintando los tipos y costumbres de la región.

La Pintura Gauchesca

Es aquella que refleja a ese hombre trabajador, generoso y bueno que es nuestro querido gaucho; no por nada una acción de hombre generoso y solidario es llamada "gauchada". El primero que representa al hombre de campo de nuestros artistas es Prilidiano Pueyrredón (1823-1870), quien recorre San Isidro pintando los personajes de la época. El recordado y querido charrúa que fue Juan Manuel de Blanes (1830-1901) comienza a trabajar para el general Justo José de Urquiza en su palacio San José, y luego ayudado por él, viaja a Florencia donde estudia con Antonio Ciseri y retorna al país reflejando los hombres de la época, tanto de la Banda Oriental como de nuestras costas; fue sin duda uno de los "grandes" del Río de la Plata.

Un entrerriano poco conocido ha sido Secundino Salinas (1840-1912) quien más limitado en técnica y conocimientos, nos muestra con frescura la actividad del gaucho: la doma y la vida cotidiana. En la provincia de Buenos Aires se destaca Bernabé de María (1824-1910), un hombre culto, que fue senador y reflejó en pequeñas obras las distintas actividades del hombre de campo. La gran producción de sus obras se encuentra en el Museo Histórico Nacional y sería muy importante la realización de un libro sobre su obra y una exposición retrospectiva donde podríamos ver la vida del gaucho reflejada en sus telas.

Cesáreo Bernaldo de Quirós (1879-1968), realizó en mi opinión la serie más importante de nuestro arte, cuando pintó en Médanos, Entre Ríos, en la estancia de su amigo Justo Sáenz Valiente, durante 5 años, la maravillosa serie de 30 obras titulada "Los Gauchos", allí nos reflejó al gaucho entrerriano de 1850-1870, al gaucho de Ramírez y Urquiza, y lo recreó con las vestimentas de época, los aperos, las rastras y las armas que utilizaran los gauchos entrerrianos. Fernando Fader (1882-1935) realizó unas pocas obras gauchescas en Ñacuñán y en Cacheuta, en la provincia de Mendoza. Luego a partir de 1916 y su residencia en Ischilín, Córdoba, nos reflejó los personajes del norte cordobés. Fue Tito Saubidet (1891-1953) un acuarelista de excepción, un hombre culto y educado, que supo reflejar las tareas del campo. Quizá al ser contemporáneo del genial Florencio Molina Campos, la popularidad de éste opacó un poco sus trabajos de ilustrador. Carlos De La Torre (1856-1932), era escribano y pintor aficionado, pintaba pequeñas obras inspiradas en los campos de sus hijas, que estaban casadas con estancieros y también visitaba el campo en Picas, Córdoba, de su primo Lisandro de la Torre, y no permanecía mucho en el campo, ya que era "hombre de ciudad" que vivía en "cinco esquinas" en Buenos Aires, y pintaba de recuerdo sentado en su cama. Sus exposiciones bienales en Witcomb eran un éxito y las 50 o 60 obras que las integraban eran "arrebatadas" por los coleccionistas; siempre decía que como escribano era un buen pintor, y como pintor, un buen escribano... Eleodoro Marenco (1914-1996) reflejó las tradiciones y costumbres de nuestros gauchos de manera maravillosa, pocas fueron sus pinturas al óleo, pero su trabajo como acuarelista y dibujante fue extraordinario. Otro tanto podemos decir del genial Rodolfo Ramos (1937), pintor gaucho que vive en Santa Coloma, en el interior de nuestra provincia y que con fidelidad pasmosa nos muestra las costumbres y los mínimos detalles de nuestros queridos gauchos.

Taller ambulante de Pío Collivadino
CEFERINO CARNACINI, "La Tapera", 1941

Molina Campos
La Coqueta
1927


JORGE BERMÚDEZ, "El Viejo del Camino", 1918

BERNABÉ DEMARÍA, "El Pastor", 1890

TITO SAUBIDET, "El Carretero", 1945

FERNANDO FADER, "Tomando Mate", 1908


JOSÉ MARÍA LOZANO MOUJAN, "Plaza de Mayo", 1929

HONOFRIO PACENZA, "De Tarde en el Rancho", 1940

LUIS GOWLAND MORENO, "Monumento Ecuestre al Gral. Roca", 1942

ROMA GEBER, "Estacionamiento", 1977

Los Urbanos

Son aquellos que pintaron la ciudad de Buenos Aires, muchos de ellos rescataron El Barrio de La Boca, barrio pictórico sin ninguna duda, de la porteña ciudad de Buenos Aires. Fortunato Lacamera (1887-1951) comenzó pintando la Isla Maciel con un carácter post-impresionista, y llegó a un realismo mágico en sus visiones desde su atelier en la Avenida Pedro de Mendoza, frente a la Vuelta de Rocha. Ceferino Carnacini (1888-1964) vivía en Villa Ballester y adquirió junto a Sívori y Ripamonte un rancho, donde hoy es el centro de la ciudad, y todos los fines de semana "pintaban y pintaban" el rancho desde sus cuatro costados... También reflejó el Puerto de Buenos Aires como pocos y las plazas encantadoras de nuestra ciudad. Fue el maestro Pío Colivadino (1869-1945) quien con su carro, a la manera de taller ambulante, recorría los barrios de Buenos Aires y quien le dio el primer apoyo a nuestro Benito Quinquela Martín cuando lo conoció en 1916, cuando él se encontraba sobre el Puente Trasbordador "Nicolás Avellaneda" pintando dos vistas del Ricahuelo que representara en el Salón Nacional de dicho año. José María Lozano Mouján (1888-1934) nos dejó preciosas vistas de la Plaza de Mayo. Ítalo Argentino Botti (1889-1974) pintó los rincones más bellos de la ciudad de Buenos Aires, y pasaba los veranos en su casa de Los Cocos, en las Sierras de Córdoba. El recordado Augusto Marteau (1890-1981) es poco conocido, pintó paisajes urbanos sobre todo de plazas con parroquianos caminando, en algún momento su paleta nos recuerda a Valentín Thibón de Libián. Benito Quinquela Martín (1890-1977) podríamos decir que inventó un barrio, todo el mundo sostiene que él pintó La Boca del Riachuelo, yo sostengo que él pintó "lo que deseaba" para su querido barrio, que era gris, negro y sucio y él lo pintó luminoso, colorido y pujante. Era el barrio de los desocupados, ya que prácticamente cuando él nace se comienzan las obras de Puerto Madero, y el Riachuelo pasa a ser un puerto de segundo orden. Su fervor lo lleva a pintar siempre fábricas donde sale humo de las chimeneas y su amor lo lleva a pintarlas también en sus temas nocturnos, como si hubiera tres turnos de trabajo y plena ocupación... Quinquela ha producido un efecto único en la historia del Arte Universal, siempre los artistas reflejan en sus lienzos la realidad y la modifican exclusivamente en sus telas, hace décadas que La Boca se "está copiando" de los cuadros del querido Benito...

Al mismo nivel que Lacámera y Quinquela está, para mí, Luis Ferrini (1898-1954), un hombre sencillo y modesto que pintó el barrio de La Boca con una fidelidad y un encanto pocas veces visto, también fue pintor de paisajes en el norte, pero su obra de La Boca es única e irrepetible. Han sido Horacio March (1899-1978) y Onofrio Pacenza (1904-1971) la vertiente metafísica del paisaje de Buenos Aires, sus obras parecen escenografías donde el tiempo se ha detenido y la presencia humana está ajena, quizá sus obras deben ser admiradas sintiendo también el rumor de un bandoneón...

Luis Gowland Morenob (1902-1971) había nacido en la isla de Madeira, (isla atlántica africana perteneciente a Portugal), pero fue un porteño de ley y durante varias décadas su pintura fue figurativa y realista reflejando los monumentos y rincones más bellos de la ciudad de Buenos Aires, en los últimos años su producción fue abstracta y también realizó grandes logros con dicho estilo. Fue un hombre culto y sus visiones de Buenos Aires son extraordinarias.

Rodolfo Castagna (1912) también ha reflejado los rincones más bellos de Buenos Aires y una querida alemana, Roma Geber (1922) con un empaste único y mucha originalidad nos representa los portones, las rejas y las puertas de la ciudad. Ernesto Bertani (1949) es el pintor de Buenos Aires, hace ya 15 años en el prólogo de su primera exposición con nosotros lo llamé "El Molina Campos de la Ciudad de Buenos Aires", porque él nos refleja al hombre de traje, chaleco y corbata, ese hombre que pulula por la zona de Tribunales, y hace de su vestimenta una segunda piel; con humor ácido nos refleja las virtudes y falencias del hombre de la ciudad, y también ha rescatado el ambiente de tango, símbolo y música de nuestra ciudad.

Enrique Burone Risso (1956) es como un cronista del Tigre, San Fernando y el camino hacia Buenos Aires, nos muestra lugares emblemáticos como las canchas de fútbol, el Hipódromo, el Tigre Club y pone al hombre de ciudad como un extraño personaje que parece salido de los "comics".

Daniel Kaplan (1965), otro de lós jóvenes valores de nuestro arte, ha volcado parte de su producción a dos temas específicos: El Tango y las "milongas", de las cuales es un asiduo concurrente, y el amor por los autos clásicos y antiguos que su padre cuidara y arreglara con esmero. Hoy refleja esos lugares "secretos" de la gran ciudad.


ENRIQUE BURONE RISSO, "Jockey Club de San Isidro", 2004

Los animalistas

El francés Alfred Paris (1849-1908) fue el primero en rescatar los caballos y fue sin duda orientación del genial Angel Della Valle (1855-1903) quien realizó menos de un centenar de obras de temas de campo y era en la estancia de sus primos Palma, en General Villegas, donde realizó la mayoría de ellas. Luego en su taller del Pasaje Giuffra en Buenos Aires, realizó algunas de sus grandes pinturas como "La Vuelta al Malón" y "La Corrida de Sortijas". Fue quizá el primero preocupado en lograr una identidad nacional.

Animalista de excepción fue también Cesáreo Bernaldo de Quirós (1879-1968) quien ya en sus primeros trabajos como "Los Guachitos" nos mostraba los terneros de su querida tierra entrerriana, y luego fueron los bueyes y los caballos temas predilectos en su producción. Fernando Fader (1882-1935) en sus primeras exposiciones tenía el tema del caballo como el preponderante, y muchas veces fue criticado por ello, eran épocas lo que importaba la figura humana y no tanto los animales. Luego en Córdoba realizó algunas de sus mayores obras y siempre son el caballo, el burro y los bueyes los personajes principales de ellas, junto con su modelo preferida Laura Ochoa.

Animalista de excepción fue Luis Cordiviola (1892-1967), especialista en contraluces fueron las cabras y los chivos el tema característico de sus obras; los pintaba en Tanti, en la provincia de Córdoba, y también luego de recuerdo, en su estupenda casa en San Isidro, provincia de Buenos Aires, a metros de la Catedral.

Luis Tessadori (1897-1974), recibe enseñanzas de Fader en Córdoba, en San Javier y en La Población, en éste último lugar Tessadori fijó su hogar. Fader tenía a cargo la cátedra de Paisaje al Aire Libre de la Academia de Bellas Artes, y tuvo tan solo dos alumnos: Luis Tessadori y el puro Enrique de Larrañaga. Luis tenía un caballo llamado "Chuñuco" que fue retratado por el pincél de los tres maestros en reiteradas ocasiones.

Es Fernando Romero Carranza (1935) el pintor de los caballos criollos, es criador de los mismos y un fanático de la raza. Siempre recuerdo a su querido padre,  Ambrosio Romero Carranza, mi profesor de Derecho Político, con quien viajábamos en el colectivo 102, que me mostró hace ya 35 años los primeros trabajos de su hijo, cargados de materia y plenos de pasión y amor por la raza caballar. Los últimos 30 años Fernando ha refinado su dibujo y su pintura y es el mejor representante del caballo criollo y su entorno.

Los marinistas y los pintores de puertos

En general los argentinos le damos la espalda al río y al océano, pero algunos pintores con vocación marina nos han retratado nuestro mar territorial y nuestros principales puertos. Uno de los primeros en hacerlo es José Murature (1804-1880), marino italiano que se radica en nuestro país en 1824, nos dejó obras sobre hechos y acciones navales de importante valor histórico. También así Antonio Somellera (1812-1889) quien participó en la Guerra contra el Brasil a las órdenes del Almirante Brown. Pero sin duda el gran maestro marinista de todos los tiempos fue el napolitano Eduardo de Martino (1842-1912) que sirviera en la marina de guerra italiana. Llega a nuestras costas a la corta edad de 13 años, luego de recalar en Montevideo. En pocos años se convierte en uno de los primeros artistas que pueden vivir de su arte, gracias a su capacidad para atraer compradores y coleccionistas. Durante años tuvo una pública disputa con Eduardo Schiaffino, quien no aceptaba sus formas de promoción, poco conocidas en la época, como pintar una marina en 60 minutos y luego rifarla para entidades de beneficencia. En los últimos años de su vida, radicado en Inglaterra, se convierte en el pintor oficial de la Corona, algunas de sus grandes obras se encuentran en el Museo de Greenwich y representan las grandes victorias marinas de los ingleses.

De Martino tuvo dos grandes alumnos: nuestro Justo Lynch (1870-1953), nacido en Martínez, provincia de Buenos Aires, y el uruguayo Manuel Larravide (1871-1910), quienes continúan la saga del maestro. Lynch pintaba obras pequeñas, y también hizo unas pocas de gran tamaño; pese a que vivió más de 83 años, su producción es muy escasa. Larravide fue el primer artista del Río de la Plata que tuvo éxito comercial y fue el que decidió al fotógrafo Alejandro Witcomb a convertir algunos de sus principales salones de la calle Florida en Galería de Arte. Las obras eran arrebatadas por los jóvenes coleccionistas porteños.

Un pintor poco conocido, delicado e intimista ha sido Francisco Mariani (1883-1953), quien ha reflejado la Isla Maciel, Barracas y La Boca, como pocos. Este último barrio, con su puerto sobre el Riachuelo, fue el motivo exclusivo del querido Benito Quinquela Martín.

Oscar Vaz (1909-1987), uno de los artistas más populares y de mayor éxito en la historia de nuestro arte, y quizá por eso denigrado por sus colegas, que suelen pensar que a aquel que le va bien en el mercado: "le ha vendido el alma al diablo...". Su maestro había sido Justo Lynch, quien lo descubre en una exposición y lo toma como alumno. Con él iban a pintar los fines de semana a la ribera del Riachuelo y realizaron algunas de las más frescas y bellas manchas que ha dado el arte de los marinistas en nuestro país.

Osvaldo Imperiale (1913-1977), era un gran pintor que desgraciadamente en vez de buscar un lenguaje propio tomó la imagen de las obras de Quinquela. En la década el 30 y del 40 realiza obras monumentales y extraordinarias, con una paleta diferente a la de Quinquela pero con el mismo sentimiento y vigor. Quien ha continuado la saga de De Martino, Lynch y Vaz es el yerno de éste último, Jorge Dándolo (1934), quien realiza exposiciones bienales y sigue las enseñanzas de su suegro y maestro. Sigue trabajando en Barracas y también ha pintado puertos en Europa.


ALFRED PARIS, "Caballería", 1885

FERNANDO ROMERO CARRANZA, "Gateado Acebrado", 1991

MANUEL LARRAVIDE, "Navegando en un Mar Agitado", 1896

MANUEL LARRAVIDE, "Barco a Vapor en el Río de la Plata", 1897

FRANCISCO MARIANI, "Paisaje Ribereño", 1936


JORGE DÁNDOLO, "Grises de la Ribera", 2003

OSVALDO IMPERIALE, "Trabajo en La Boca", 1934

Es necesario aclarar que las imágenes insertadas en el texto lo han sido a modo de ilustración y no de reproducción.

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: karmyna Enviado: 26/10/2011 00:49


Gracias por estar aqui y compartirnos

es un placer leer tan interesante tema

del arte pictorico argentino

feliz miercoles

 

Karmyna



 
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