EN ESTE siglo XXI ... se acaba una década ...
el milenio corriente comenzó en el año 2001 ... y ...
¡ Ser mujer ... y ejecerlo !
Ya no sé qué hacer con el artículo de Gloria Triana, si plagiarlo o transcribirlo tal y como ella lo publicó en el diario " El Tiempo " de Bogotá a manera de respuesta a la pregunta formulada por el periódico: ¿Qué quiere usted para el nuevo milenio?
Gloria es una muy querida amiga desde los años mozos. Socióloga, antropóloga y documentalista, esta mujer estupenda ya alcanzó en Colombia un privilegiado sitial entre las inteligencias femeninas. Pero vamos al grano ya que, con sus consideraciones, nos da la oportunidad feliz de decir lo que hace tanto tiempo hemos querido, más que expresar, gritar en el marco de una discusión machismo-feminismo, sin que por ello, por el grito, se le alteren los nervios a nadie y sin que, tampoco, ninguno o ninguna se nos despeluque:
¡La importancia de ser mujer y ejercerlo!
Argumenta Gloria Triana que aquel dominio prehistórico femenino del poder y la sabiduría se fue perdiendo con el discurrir del tiempo, quizás por la imprudencia o la insensatez de la mujer en el decurso de culturas y civilizaciones que la fueron evolucionando.
Para concretar y argumentar su denuncia, afirma:
De acuerdo con la mitología amazónica, y al igual que en el paraíso terrenal, los hombres y las mujeres no tenían que trabajar y estaban destinados a vivir eternamente. Pero una vez por culpa de una mujer chismosa e impertinente, lo primero que perdimos todos fue la inmortalidad, más tarde el derecho al ocio permanente, y por último, solamente las mujeres, perdimos el poder y la sabiduría.
Y luego trae a colación lo que no deja de parecernos poético, aunque, por lo tanto y en consecuencia, no científicamente válido. Nos trae ciertos mitos y leyendas mestizas (La Candileja, La Llorona, La Patasola, etc.) que retratan a la mujer, por no cumplir con sus obligaciones, como a las pobres víctimas de su propia irresponsabilidad: abandonaron sus hogares, fueron infieles, se despreocuparon de sus hijos, comenzaron a vivir solas ... Sus reiterados y recurrentes abandonos las llevaron, pues, a ocupar los espacios de la calle y el trabajo, otrora prerrogativa y sello de fortaleza y dignidad del hombre. Sin embargo, aquella pérdida prehistórica del poder y de la sabiduría les metió un miedo paralizante en sus almas que las cohibe para asumir a plenitud el ejercicio de la igualdad de los sexos. Ven, dice Gloria, que este miedo al poder, combinado con el asco que les provoca la práctica y el cultivo de la política activa, no les ha permitido hasta ahora entrar de lleno en ella y tomar asiento de igual a igual con los hombres.
¡ Pero, que habrá que hacerlo! Y añade algo que no sólo debe turbar, sino conmocionar y alertar a las amigas del segundo sexo: han sido las mujeres postergadas durante tantos siglos, que nada de raro tiene que, acomplejadas por su supuesta pérdida del poder y del dominio de la sabiduría, y maniatadas por su inexperiencia en las alianzas, en las que los hombres son duchos, acaben por auto-postergarse ellas mismas.
Y es, entonces, cuando responde a la pregunta del periodista:
Cuando me preguntan que quiero para el nuevo milenio, y observo las condiciones en que los hombres nos están dejando el país al finalizar el siglo, pienso que me gustaría ser hibernada en este momento y despertarme en el 2025 y encontrar a mis nietas y a las nietas de las mujeres de las generaciones que vienen compartiendo con los hombres de igual a igual el manejo del destino de este país, si es que todavía tenemos país para entonces.Pero qué carajos, si por estar plagiándole o transcribiéndole el concepto a Gloria Triana, no dije nada.
Y lo peor es que nada podré decir tampoco cuando leo lo que Gloria trae de colofón, una frase de García Márquez que me dejó sin tema propio por tratar y mi anunciado grito suspendido en las ganas.Pero, en fin, para decir lo que se quiere y para respaldar nuestra verdad, nuestro criterio, nuestra opinión y nuestros deseos, todo vale:
Dice Gabo:
La única idea nueva que podría salvar a la humanidad en el siglo XXI es que las mujeres asuman la dirección del mundo. Creo que la hegemonía masculina ha dilapidado una oportunidad de diez mil años. Los hombres hemos menospreciado y ridiculizado la intuición femenina y, por otro lado, a lo largo de la historia hemos santificado nuestras ideologías, casi todas absurdas y abominables ... Invertir los poderes es un asunto de vida o muerte. Todo indica que a las mujeres, por fin, les llegó la hora. Me reafirmo, entonces, en mi criterio: me quito el sombrero ante la importancia de la mujer y, expectante, esperanzado, animoso pero, sobre todo firme, espero que para el milenio que se asoma lo siga siendo.
Mujer, sí, pero ... ¡ Ejerciéndolo !
© Germán Uribe
|
|
|
|
|
|