Un día como el de hoy, pero del año 1936, fue inaugurado el Obelisco porteño, símbolo arquitectónico de la ciudad de Buenos Aires. El Obelisco, una pirámide egipcia de 67.50 metros de altura, simboliza las 2 fundaciones de Buenos Aires y el izamiento, por primera vez, de la bandera nacional en la iglesia de San Nicolás. La obra, que adoptó la tradicional forma geométrica , demandó 680 metros cúbicos de cemento y 1.360 metros cuadrados de piedra blanca. Fueron 150 obreros y un arquitecto los encargados en edificar esta estructura hueca con una sola puerta de entrada y cuatro ventanas en su cúspide, a la que sólo se puede llegar por una escalera recta de 206 escalones. Manifestaciones políticas, festejos mundialistas y marchas por reclamos sociales tuvieron desde el inicio como sede a este monumento gigante construido en sólo 4 semanas. Curiosamente, el anuncio de su edificación generó un movimiento de repudio por parte de muchos ciudadanos y del periodismo. Los políticos opositores querían demolerlo y los teatros de revistas lo ridiculizaban. Pero el clamor negativo fue desoído, y los empecinados en llevar a cabo el proyecto aceleraron los trabajos. Sin embargo, a partir de su inauguración, se acallarían , poco a poco, todas las voces que lo desprestigiaban antes de nacer, y con el tiempo, el Obelisco se fue imponiendo por la sola razón de su presencia. Los porteños comenzaron a mirarlo con buenos ojos y lo llegaron a sentir como un amigo, como a un habitante más de la ciudad, constituyéndose para todos en una suerte de vigía, punto de referencia y de reunión, y en el ícono indiscutido de la ciudad de Buenos Aires.