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No solo Tango...: Los paseos de Buenos Aires
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De: 2158Fenice (Mensaje original) |
Enviado: 12/08/2012 06:20 |
No porque sea mi ciudad,pero Buenos Aires hasta donde llega mi recuerdo era una de las ciudades y capitales más bellas y verdes del mundo Latinoamericano.¿Qué pasó?¿Porqué me están borrando los recuerdos más bellos?En vez de declarar,estúpidamente, la yerba bebida nacional ¿Porqué no restauran y tienen cuidado de las partes más prestigiosas,de los rincones más sugestivos que te hacen desear volver y que le dieron lustro a esta ciudad de ensueños?
Parque Lezama
Vista del Parque Lezama
El Parque Lezama es un tradicional paseo en la Ciudad de Buenos Aires. Está delimitado por las calles Defensa y Brasil y las avenidas Martín García y Paseo Colón, y se encuentra en el barrio de San Telmo, aunque limita con los barrios de La Boca y Barracas.Se caracteriza por sus avenidas arboladas, su anfiteatro y la barranca que cae hacia las avenidas Martín García y Paseo Colón, y en sus terrenos se encuentra el Museo Histórico Nacional.
Historia
Según algunos historiadores, el parque estaría situado en el lugar en el que Pedro de Mendoza realizó la primera fundación de Buenos Aires en 1536. Este primitivo asentamiento sería abandonado al año siguiente, luego del asedio de los indígenas locales, y por ello su ubicación ha sido un tema de debate entre arqueólogos e historiadores.
Hacia fines del siglo XVIII, parte del actual parque era utilizado por la Compañía de las Filipinas, vendedora de esclavos. En 1802, el predio pasó a manosa Manuel Gallego y Valcárcel. A su muerte, en 1808, fue comprado en un remate público por Daniel Mackinlay —quien comenzó la forestación del sitio— y finalmente fue enajenada por sus herederos al inglés Charles Ridgley Horne, en 1846. Éste amplió el terreno original al comprar tierras vecinas, y construyó una mansión sobre la actual calle Defensa, pero en 1852, con la caída de Juan Manuel de Rosas, tuvo que exiliarse en Montevideo. Durante años flameó en la casona el pabellón británico, y así los porteños se acostumbraron a llamarla la Quinta de los Ingleses, como figura en diversos planos urbanos de la época, y se menciona en el célebre relato de Esteban Echeverría El matadero.
El predio fue vendido en 1857 al terrateniente salteño José Gregorio Lezama, quien anexó terrenos hasta la actual calle Brasil. Lezama remodeló la mansión y convirtió el lugar en un importante parque privado diseñado por el paisajista belga Charles Vereecke, ya que era un gran aficionado a la botánica. También en 1858, durante la epidemia de cólera que devoró la ciudad, funcionó allí un lazareto. Luego de la muerte del estanciero en 1889, su viuda Ángela de Álzaga vendió en 1894 el terreno a la Municipalidad de Buenos Aires por un valor simbólico ($1.500.000), con la condición que fuera convertido en un parque público que llevase el nombre de su marido. En la lujosa y ampliada mansión de la calle Defensa fue instalado en 1897 el Museo Histórico Nacional; en sus salas se exhiben más de 50.000 piezas relacionadas con la historia de la Argentina hasta 1950.
El diseño del nuevo parque público fue realizado en 1896 por el paisajista francés Charles Thays, que trabajó intensamente para la Municipalidad por décadas. Por aquellos años, el Parque Lezama ostentó un lago artifical densamente forestado sobre el costado de la calle Brasil. En 1914, fue reemplazado por un anfiteatro a cielo abierto que primero tuvo tribunas de madera, luego reemplazadas por instalaciones de cemento revestidas en adoquines. Vale mencionar que frente al hoy anfiteatro, se construyó entre 1898 y 1901 el templo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, obra del arquitecto Mijail Timofeievich Preobrazensky. En 1931, la reja que rodeaba al predio y era herencia de los tiempos de José Lezama, fue demolida por orden del intendente José Guerrico, y así el parque quedó abierto al público de forma permanente. Sin embargo, y hacia fines de 1990 comenzaron nuevas propuestas para volver a cercar el parque, una costumbre que se extendió en Buenos Aires por esos años debido a la falta de seguridad y vandalismo que sufren los espacios públicos porteños de noche.
Decadencia
Desde hace varias décadas, pero especialmente en la del 2000, el Parque Lezama ha sufrido de un fuerte abandono por parte del Gobierno de la Ciudad, cuyos efectos se han agravado en el estado de sus senderos, su parquizado y sus monumentos.A pesar de dos restauraciones realizadas en 1999 y 2003,se trataron de arreglos superficiales y enrejado de los juegos infantiles, que se sumaron al listado de objetos deteriorados con la falta de cuidado cotidiano.
Profundizado por la instalación de ferias de objetos usados y ropa (ver sección “Ferias”), el deterioro ha llevado a la destrucción de sus ornamentos y estatuas, que llegó a un punto crítico cuando en septiembre de 2007 parte de una pequeña estatua de la Loba capitolina junto a Rómulo y Remo, donada por el Reino de Italia en 1910, fue directamente robada de su pedestal, sin haber sido recuperada.En junio de 2011 personal de MOA (Monumentos y obras de arte) colocaron las dos figuras de ¨Rómulo y Remo¨ reproducidas en cemento.
Otro caso que tuvo eco en la prensa escrita fue la destrucción del basamento del Monumento a la Cordialidad donada por el Uruguay en 1936, al conmemorarse el cuarto centenario de la primera fundación de Buenos Aires. Realizado en bronce y de estilo moderno, se denunció que parte del revestimiento fue robado probablemente para su venta como material bruto. La reacción del Gobierno de la Ciudad fue iniciar el desmantelamiento del monumento, hecho al cual los vecinos se opusieron, reclamando la restauración del mismo y no su traslado a dependencias municipales.
A pesar de las sucesivas críticas y denuncias aparecidas insistentemente en los medios gráficos, especialmente en los últimos años, el Gobierno de la Ciudad apenas anunció un proyecto de restauración en 2008, que jamás fue ejecutado.
Esperemos en el 2013 con el artículo de la periodista de abajo ...
Eugenia Plano www.vidapositiva.com / 24 de julio 2012.
“Un misterioso acontecimiento se produce en estos momentos: anochece. Y todo es diferente: los árboles, los bancos, los jubilados que encienden alguna fogata con hojas secas, la sirena de un barco en la Dársena Sur, el distante eco de la ciudad. Esa hora en que todo entra en una existencia más profunda y enigmática. Y también más temible, para los seres solitarios que a esa hora permanecen callados y pensativos en las plazas y parques de Buenos Aires”. En 1961, Ernesto Sábato le rendía un homenaje a su plaza en el mundo. El Parque Lezama fue el escenario de una de las obras más importantes de la literatura argentina, Sobre Héroes y Tumbas. El gran autor argentino se sentaba largas horas del día y de la noche para inspirarse, para escribir o simplemente, para imaginar que en ese lugar de su querida Buenos Aires, algo podía suceder. Mágico, misterioso y digno de la espontaneidad del espacio y el tiempo, Sábato adoraba su Parque Lezama. Y no se equivocaba. Es uno de los sitios más emblemáticos e imperdibles de la cultura porteña. El Parque Lezama fue protagonista de la primera fundación de Buenos Aires en 1536 y sobre finales del siglo XVIII fue usado por la Compañía de las Filipinas que se dedicaba a la venta de esclavos.
Su biografía cuenta con varios dueños hasta que en 1857 fue adquirido por un terrateniente salteño llamado José Gregorio Lezama, quien al morir en 1889 lo donó a la Municipalidad de Buenos Aires con la única condición que lo conservara como espacio público. A partir de entonces, se llamó Parque Lezama y su diseño estuvo a cargo del paisajista francés Carlos Thays. Sus bellos senderos, acompañados por esculturas y monumentos, concluían en un lago artificial, en dónde en la actualidad se emplaza el anfiteatro. Hoy el parque Lezama es noticia. Su majestuosidad no es el motivo, sino su decadencia. Tras décadas de deterioro por vandalismo, descuido oficial y la ausencia de toma de conciencia a nivel ciudadano sobre la preservación del espacio público, al emblemático espacio verde porteño lo enrejarán por completo y durante la noche permanecerá cerrado. La decisión fue tomada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y a través del Ministro de Espacio Público, Diego Santilli anunció que la inversión para recuperar el parque será de 19.500.000 pesos.
Se estima que para finales de este año ya se encontrarán instaladas las rejas perimetrales y se habrán restaurado las obras de arte, esculturas y monumentos. Además, para el 2013, el Gobierno de la Ciudad comenzaría una segunda etapa de las obras recuperando el anfiteatro e instalando un patio de juegos. El parque Lezama abarca una siete hectáreas y su actualidad lejos está del esplendor que relataba Ernesto Sábato en Sobre Héroes y Tumbas. Los monumentos y esculturas fueron saqueadas o se han roto, por ausencia de preservación. El césped sólo puede verse en algunos sectores. Sus característicos senderos casi no pueden recorrerse porque se encuentran obstruidos o bien, destruidos. Su anfiteatro se encuentra inutilizable y muchos de sus bancos y bebederos están en mal estado. Además, por la noche el parque se ha convertido en el refugio de delincuentes que comenten delitos en la zona y encontraron allí un sitio para esconderse.
La idea de enrejar el parque Lezama es parte de un plan que en la Ciudad ya tiene casi una década. El hurto y el daño al escenario que conforma el espacio público llevó al cerramiento de una de cada cuatro plazas porteñas. Cada época es dueña de su contexto histórico. Algún tiempo atrás los parques eran el escenario de la infancia, el lugar en el mundo de las primeras citas románticas, el sitio para imaginar o el espacio de quienes simplemente, deseaban una tregua de la insolencia de la ciudad. Allí se albergaban los sueños de hombres, mujeres y niños quienes hacían de las suyas, bajo la entrañable mirada del guardián de la plaza. La casualidad nunca es la responsable de lo que sucede y hoy en día las plazas están entre las rejas por una convergencia de diversas causas: desidia estatal, abandono de valores tales como el respeto y el cuidado de los lugares compartidos y una sociedad que ya no cuenta con el espacio público como el escenario de sus acciones cotidianas, ante los hechos de inseguridad de cada día.
Las personas se encierran, los espacios de todos se cierran. Las rejas son un límite para una época en la cuál paradójicamente los límites están en crisis.
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De: karmyna |
Enviado: 13/08/2012 21:14 |
No me jodas Gobierno otra vez pensando
x mi, nunca nos escuchas Entonces
para q rechi......los pusimos ahi???!!!!!!
Amiga Fenice, cualquier parecido con la
realidad de mi pais Mexico es tan solo coincidencia,
presiento q me estas hablando de algo q ya
he escuchado en varias ocasiones,
Feliz inicio de semana
Karmyna |
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FELIZ MARTES KARMY ¡ QUÉ LE VAMOS A HACER A ESTOS SINVERGüENZA ! |
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