de El club de los poetas muertos ...
El poeta es un eslabón entre este mundo y el futuro; un manantial de aguas límpidas, del que todas las almas sedientas pueden beber; un árbol regado por el río de la belleza, que ofrece sazonado fruto para el corazón hambriento; un ruiseñor que colma de ternura y alegría el espíritu con sus bellas melodías;una blanca nube que emerge tras el horizonte, crece y se eleva hasta cubrir la faz del firmamento, y luego cae sobre las flores del campo de la vida para apagar su sed; un ángel que envían los dioses para revelar a los hombres las cosas divinas; una luz brillante a la que la oscuridad jamás vence y a la que no puede opacar la luz de la lámpara, que Ishtar, diosa del amor, llenó de aceite, y Apolo encendió. El poeta es un solitario que viste el hábito de la sencillez y la ternura y cuyo alimento es la gracia. Se sienta en el regazo de la naturaleza para inspirarse y se integra en el silencio de la noche, esperando la revelación del espíritu. Es un sembrador que disemina las semillas de su corazón en las praderas del sentimiento, que la humanidad cosecha para su propio sustento. Acurrucado sobre el pecho de la naturaleza, contempla con sumo amor la creación. Así es el poeta, a quien la gente ignora en esta vida y quien solamente es reconocido después de irse de esta tierra para volver a su patria divina. Es el que no pide a la humanidad más que una sonrisa; es aquel cuyo espíritu se eleva y llena el firmamento de frases bellas y vivientes, y al que la gente niega el lecho y el pan. ¿Hasta cuándo, ¡Oh mortales!, edificaréis soberbias mansiones para los que amasan la tierra con sangre humana y permanecen indiferentes a las almas que ofrecen paz y mansedumbre? ¿Hasta cuándo honraréis a criminales tiranos, en vez de amar a los que esparcen la luz de su razón en la noche oscura, que os enseñan a contemplar la belleza del día, que consumen su vida entre las garras de la miseria con tal de que no mengue vuestra felicidad? ¿Hasta cuándo veneraréis a los muertos y negaréis a los vivos que pasaron sus días rodeados de desdicha y se extinguieron como velas encendidas para alumbrar el camino al ignorante y llevarlo por el sendero de la luz? ¡Poetas! Almas de esta vida, habéis merecido la corona de laurel a pesar de las espinas de la ilusión; y vendrá el día en que regiréis los corazones. Vuestro reino, ¡Oh, poetas!, no tiene fin.
Pedro Pablo Vergara Meersohn
"Chileno de la diáspora, Vivo actualmente en Italia. Egresado en psicología de la Universidad de Copenhagen. Mis temas son el lenguaje, la compresión y comunicación. Viajo gran parte de mi tiempo por trabajo en los EEUU y escribo constantemente. Muchas veces en hoteles y sentado delante de una ventana, ya que el paisaje abierto, sea rural que urbano, son para mí una eterna fuente de inspiración.
Crecí con la poesía andaluza. Machado y Lorca, han sido y son, unos de mis poetas favoritos, junto a Bécquer y Juan Ramón Jiménez. Descubrí a Octavio Paz y César Vallejo en mi adolescencia y jamás me he vuelto a alejar de ellos. Todas las tardes leo uno o dos poemas en voz alta para reconciliarme conmigo mismo y reflexionar sobre metáforas, imagines y sentimientos.
En Italia he conocido y admirado la poesía de Cesare Pavese y leo con gusto poetas americanos, como Robert Frost y Walt Whitman entre otros. Empecé a escribir cuando aun vivía en Chile. En Holanda, Rótterdam, participé a un encuentro organizado por la Universidad de Rotterdam, que reunió latinoamericanos residentes en Europa. En esa ocasión leí varias de mis poesías en un seminario dedicado al tema. El evento se repitió por 3 años consecutivos.
Mi estilo es de poesía libre, simple e directa. Soy principalmente visivo y mis textos están cargados de sentimientos. Hace unos 4 años, inicié un proyecto llamado “Versos Huérfanos” como un intento de rescatar el “lenguaje del amor”. He llegado al verso 3096 y desde hace algunos años “publico” casi cotidianamente en Facebook, usando mi nombre completo: Pedro Pablo Vergara Meersohn."
Con afecto
Tengo un beso
suspendido en el alma,
esperando tu regreso.
Un beso que sabe a días
de espera interminable.
A sueños aun no realizados,
a la salada brisa del mar
y a la soledad de tantas noches
abrazando a la almohada
como si fueras tú.
Un beso detenido en tiempo
y que en su espera crece
como la sed y el hambre.
Tengo tantas caricias
que darte y que esperan,
como la luna esperan el ocaso
para mostrar su rostro de luz pálido.
Tengo tantas cosas que contarte
que me llenan el pecho de suspiros
y que caerán sobre tus oídos
como las densas y profundas gotas
de un río subterráneo
que por tus tierras se abre paso.
Tengo las manos ávidas de ti
y mi corazón espera
poder pausar sus batidos
siguiendo los tuyos,
amarrándote en un fuerte abrazo.
Tengo un beso
suspendido en el alma
para ti, esperando en silencio.
Saludos
Te amo como la música al silencio,
como las estrellas aman la noche,
como el otoño ama el viento.
Porque amarte es conjugar mi tiempo.
Mi tacto se consuma en tu piel,
mi gusto en la playa de tus besos.
Mi mirada en cielo de tu mirada
y mi ser el mar de tus pechos.
Te amo como la boca a la palabra,
como los labios aman la sonrisa,
como mis oídos el susurrar de tu aliento.
Y te sigo por cada camino y sendero,
a cada paso, por calles y esquinas,
Te sigo como la brisa insinuando un te quiero.
Cariños
Revolotea mi alma entre tus carnes,
como un pájaro enjaulado
en la estrechez de tu universo.
Y como un río de lava te recorro
encendiendo de blanco
cada espacio de tu cuerpo.
Y la palabra se hace agua
y el agua, silencio,
cuando en ti me pierdo.
Sudando chispas de fuego
por los poros, lamiendo la sal
de tus valles inquietos.
Mi aliento se enreda en tu aliento
y las lenguas se comulgan en un beso,
mientras los dedos se adentran en la tierra.
Buscando el oro rojo de un amor sediento
y la calma huye perseguida por deseos
y el tiempo se detiene en el horizonte de tus pechos.
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