Un día como el de hoy, pero del año 1939, fallece Sigmund Freud, conocido por todos como “el padre del psicoanálisis”. Descendiente de una familia judía, este médico y neurólogo austríaco había nacido en Freiberg y vivió la mayor parte de su vida en Viena. El nombre que sus padres le habían dado era el de Sigismund, pero así se llamaba un personaje cómico que ridiculizaba al judío rural, motivo por el cual, Freud lo abrevió, quedando en Sigmund. Al terminar la Universidad le fue otorgada una beca la cual le permitió dedicarse al estudio de la neuropatología. En París asistió a las clases que impartía Juan Charcot. Las investigaciones de éste, le sirvieron a Freud como punto de partida para ulteriores estudios. Poco a poco, las teorías freudianas fueron alcanzando prestigio. La Sociedad médica de Viena lo nombró miembro de honor y la ciudad capital de Austria le confirió la calidad de Ciudadano honorario. Pero también tuvo que sufrir la quema pública de sus obras por parte del Nazismo. Cuando los alemanes invadieron su país en 1938, Freud contaba con 82 años de edad y un cáncer muy avanzado. La Gestapo le confiscó sus bienes. Llevaba batallando contra la cruel enfermedad los últimos 16 años y había sido intervenido quirúrgicamente 33 veces. Los intensos dolores que soportaba lo decidieron a recordarle a su médico la promesa de auxiliarle a “dejar decentemente la vida”. Cediendo a la petición de Freud, el doctor Schur aplicó, aquel 23 de Septiembre, una fuerte dosis de morfina que aliviaría el sufrimiento, coadyuvando a una muerte más tranquila en el curso de ese mismo día.