|
Sergio Borao Llop
Como lágrimas en la lluvia
Vine a gritar y me pobló el silencio. Del son, sólo fantasmas nuestras voces.
Pues todas las palabras: las que un día cantamos, aquellas que callamos, las que nunca debimos haber dicho, también las que escuchamos, pensamos inventamos escribimos, las que en algún otoño nos dañaron y las que despertaron un lánguido suspiro, las que pintaron una sonrisa en nuestros labios y las que no dejaron ningún poso en nuestro espíritu; y aun éstas que ahora escribo, éstas que acaso estás leyendo, también se perderán en los pliegues del tiempo.
Sólo seremos ecos, provisionales ecos rebotando hacia un sol extinguido.
Cuando la vida
Cuando la vida insiste poco a poco en vencernos y en nuestra piel desnuda clava sus negras uñas.
Cuando la pena encharca la noche interminable y el tic-tac insufrible va llagando las almas sin conceder la gracia de un sueño navegable.
Cuando los días nacen cubiertos de ceniza y el húmedo rocío es tan sólo un pretexto para hundir sus cuchillos en la quietud marchita.
Cuando la zarpa horrible del crudo desencanto implacable se cierra en torno a la garganta.
Cuando todo converge hacia un vórtice ciego y en el aire viciado sólo quedan palabras que una voz clandestina pronunció en otro tiempo...
Entonces, cuando nada, cuando el otoño apenas; entonces, cuando nadie, ni siquiera la sombra, cuando sólo el olvido, cuando ni alba ni lluvia ni música en el aire ni brisa, ni el reflejo de un minuto precioso anclado en el recuerdo...
Entonces, cuando Nada, a veces hay un pájaro cantando por nosotros; una flor que dispara la risa de sus pétalos, una breve fragancia, un rumor de pisadas, como un salvoconducto.
| |