LEYENDAS DE PARAGUAY
País mediterráneo ubicado en el centro del calor de América de Sur, el Paraguay, zona natural de los aborígenes guaraníes, es rico en leyendas que advierten que sus selvas están habitadas por algo más que la variada fauna y flora de la que nos enseñan las enciclopedias. Las leyendas que envuelven al Paraguay y que son el ingrediente especial en el folklore de este país, son vivas muestras de las creencias, el arte y la imaginación de los pobladores de la zona. Así también, son los principales temas que manifiestan la belleza literaria de los pueblos. Estas leyendas fueron creadas para argumentar hechos difíciles de explicar. Entre las más conocidas están: la leyenda de la Yerba Mate, del Ñanduti, del Karau, Tupí y Guaraní, la leyenda de la Virgen de Caacupé, del Chajá, de la Azucena, etc.
Muchas son las leyendas guaraníes que enriquecen el acervo folklórico-cultural de las regiones de las cuencas litoraleñas del Paraguay y el Paraná en particular, pero esta riqueza la encontramos en casi todas las Regiones que fueron tierras de los Incas.Estas culturas son riquísimas en su producción de historias y músicas que expliquen las cosas que les rodean, y en la preservación de las tradiciones ancestrales.
El yaguareté-abá
Literalmente, el hombre tigre. No se trata, por supuesto, de un tigre asiático, sino de la versión sudamericana de este felino, el jaguar (también llamado yaguar o yaguareté). Se les conoce como aborígenes que han llevado a cabo un pacto con el Diablo, y por lo tanto con regular frecuencia sufren una metamorfosis nada lejana a la del hombre lobo europeo o el lobisón de Sudamérica. Para realizar la transformación, es necesario que se tiendan sobre un cuero de jaguar durante el principio de la noche, sobre el cual giran de izquierda a derecha hasta quedar convertidos en esta suerte de monstruo. Para regresar a su aspecto original, debe formalizar la operación al revés (es decir, tendidos en el cuero de jaguar, girar de derecha a izquierda). Son completamente carnívoros y antropófagos, extraordinariamente peligrosos para las poblaciones circundantes, las que culpan la desaparición de sus habitantes al yaguareté-abá. Ha sido visto como un tigre de cola corta o sin ella, con la frente carente de pelos, a veces con la mitad anterior animal y la posterior humana. Algunos reportes han mencionado que si bien su cuerpo es de yaguareté, sus extremidades son humanas, lo cual le permitiría acechar desde la impunidad de las arboledas.
El e-yara
El padre de las aguas de los aborígenes guaraníes del Paraguay, se trata de un flamenco de plumas color rojo sangre que aparece repentinamente en los numerosos ríos y lagunas de la región. Su aspecto es majestuoso, y es fama que quienes lo ven quedan encandilados por su belleza. Hay quienes aseguran que es posible oírlo cantar con voz armoniosa y agradabilísima, lo que refuerza su poder de encantamiento. Tiene preferencia por las jóvenes agraciadas, a quienes seduce con su plumaje rojizo y su voz dulzona, acercándose a ellas mientras lo contemplan. Cuando se encuentra lo suficientemente próximo, el e-yara utiliza sus dotes de brujería y reduce a las jóvenes a un tamaño diminuto, atrapándolas dentro de su pico y llevándoselas consigo a su guarida, la que se ubica en las zonas impenetrables de los esteros y lagunas. Por supuesto, ninguna de las infortunadas víctimas del rapto es vuelta a ver jamás.
El caá-porá
Se trata de un gigante que habita los montes del área guaraní. Es un varón de estatura gigantesca, de extrema pilosidad y enorme cabeza, al que se ha visto fumando una macabra pipa compuesta de un cráneo y huesos humanos. A pesar de su terrible aspecto, el caá-porá puede ser propicio para los hombres que se topan con él, de acuerdo a su comportamiento. Como vive en los sectores más inaccesibles del monte, sólo los cazadores tienen alta probabilidad de encontrárselo. Si el motivo de la cacería es proveerse de alimento, el caá-porá quizás guíe a los perros de presa hasta las fieras, pero si considera que los cazadores se aprestan a dañar a los animales bajo su protección, el caá-porá puede, a su juicio, devorar a los animales que el hombre mata, para que la cacería no tenga éxito, hacerse invisible y golpear a los perros de presa para que pierdan el rastro o sencillamente atacar a los cazadores y asesinarlos, devorándolos luego. También puede hechizarlo para que pierdan el juicio. Si un cazador regresa de su viaje atontado y con los sentidos adormilados, se sabrá que ha sido víctima de uno de los duraderos embrujos del caá-porá.
El curupí
Un individuo robusto, de baja estatura, provisto de profusos bigotes, vaga por los montes guaraníes especialmente a la hora de la siesta. Su característica peculiar es un enorme miembro viril, extraordinariamente largo, con el que enlaza a sus víctimas (exclusivamente mujeres) y las arrastra hasta su cubil. Su mirada atonta o enloquece a las mujeres que pretende raptar. Para defenderse, éstas portan un cuchillo; si consiguen cortar el miembro viril del curupí, estarán a salvo, ya que sin éste el curupí carece de todo poder. Algunas versiones lo creen antropófago; según éstas, prefiere la carne de los niños y de las mujeres. De lo contrario, el propósito del rapto es el de preñar a mujeres jóvenes, con el fin de quedarse con los vástagos como forma de reproducción, ya que éstos heredan su anatomía deformada.
El teyú-yaguá
El lagarto-tigre, habitante, junto al e-yara, de las aguas de la región guaraní, es un ser maligno con cuerpo de gigantesco cocodrilo o lagarto y cabeza de tigre o perro. Su misión es la de impedir el tráfico de viajeros y pescadores hundiendo sus canoas y devorando a sus ocupantes. Hay reportes que lo muestran como un enorme cardumen de gran atractivo para quienes viven de la pesca; pero cuando éstos se disponen a comenzar a atrapar a los peces, el teyú-yaguá alcanza su forma definitiva y realiza la siniestra tarea de dar muerte a los pescadores. Vive en aguas profundas y sólo se aventura cerca de los poblados en busca de víctimas.
El Pombero
El Pombero es uno de los genios de la naturaleza más difundidos en la región guaranítica. También ha variado diversificándose la creencia popular que lo explica y la concibe. La más antigua noticia que tenemos del Pombero es la del genio protector de los pájaros en la selva, que se presentaba a los niños cazadores.
"Las versiones modernas, lo dan como a un hombre bajo y retacón que puede perjudicar, pero que puede hacerse amigo de los campesinos que le ofrecen tabaco y algún alimento, y en ese caso les hace grandes servicios."
En la sociedad paraguaya y guaraní, el Pombero tiene una significación mayor: él es el responsable del nacimiento de los niños extramatrimoniales, visto desde el lado "occidental". El relato de cualquier paraguayo es que el Pombero llega de noche a la casa donde existen mujeres solas, y que si ellas no les dan un cigarrillo y un poco de vino, con sólo tocarles el vientre las embarazan.
El Yasy Yatere
El Yasy Yateré suele ser representado como un enano o un niño pequeño, desnudo, hermoso, de cabellos dorados, con un sombrero de paja y un bastón de oro donde residen sus poderes mágicos.
Suele recorrer el monte a la hora de la siesta, atrayendo a los niños con un silbido hipnótico que imita al de un ave. Se dice que aparece sobre todo durante la época del avatiky (cosecha del choclo o maíz tierno) que gusta comer.
El Yasy Yateré se vale de su silbido o de su bastón mágico para atraer a los niños, a los que rapta. Los lleva al monte donde los retiene un tiempo para jugar con ellos y alimentarlos con miel y frutas. Luego los abandona o los deja enredados en ysypo (lianas).
Antes de abandonarlos, el Yasy Yateré los lame o los besa, dejándolos tontos o idiotas (tavy: akã tavy), mudos (ñe' engu) o sordomudos. Sin embargo, éstos se recuperan después de un cierto tiempo. En algunas zonas se cree que al cumplirse un año del rapto, el niño tiene un "ataque" con convulsiones (epilepsia).
El luison
Luison es el séptimo y último hijo de Tau y Kerana, en quien sobrecayo la mayor maldición que pesaba sobre sus progenitores. Su solo nombre aterroriza. Este ser espeluznante se halla ubicado en la encrucijada de los caminos de la vida y de la muerte.
Como puede exorar el nimia en sus andares, es el monstruo mas temido y aborrecido de los engendros malditos. Otros mitos emparentados traen justicia y venganza, castigos a los que se exceden; protegen la flora y la fauna; otros devoran hombres y mujeres, otros roban niños, silban y merodean. Luison baga mas que todos estos penantes. Hace imposible la vida del mas allá. Juega con el destino del alma, que se vuelve irredimible una vez que el interviene en el colmo de su obrar maléfico.
Por eso es tan temido. Se dice que los días viernes y los marres también al comenzar las sombras de la noche a adueñarse de pueblos y comarcas en su avance penumbroso, Luison pierde sus formas humanas para transformarse en un perro de horrible aspecto, quizá un lobo de dientes afilados y de diabólico intento que busca los cementerios para revolcarse encima de los cadáveres y alimentarse de ellos. A la media noche, con ojos relampagueantes sale en busca de seres humanos para convertirlos en otros malditos luisones, lo que logra asustándolos y pasando por debajo de las piernas de los hombres que sorprenden en su maléfico paseo nocturno. A veces jaurías de perros lo persiguen y ladran sin acercársele. Un olor nauseabundo le acompaña, su aspecto hiela la sangre en las venas y enloquece a los hombres que se dejan sorprender. Su andar termina al clarear el nuevo día, retomando sus humanas formas regresa a sus ocupaciones, donde se lo ve sucio, cansado, esquivo, de mirar doliente y melena desgreñada. Las gentes no saben si tenerle lastima o sentir repulsión ante la duda hiriente de que sea o no Luison. Es similar el caso de los vampiros, al presentirlo todos se callan. Es el hombre-lobo temible y de habito atroz, capaz de hacer perder al hombre su condición humana transformándolo en penante bestia y demonio. Devora la carne de los muertos y el alma de los vivos. No conocen los Guaraníes mayor desgracia que esta, por eso huyen de el.
Dice la mitoreferencia que al nacer Luison brilla en los cielos la conformación de estrellas conocidas como "Las Siete Cabrillas" en señal de que la maldición que afIigia a Tau y Kerana había cesado. Según la Mitología Guaraní este monstruo y sus seis hermanos deambulan sobre la tierra. En diversos países, incluso India, y los de Europa, este supuesto es conocido.
El Kurupi
Kurupi es el sátiro del mundo Guaraní. Nuestros familiarizados mitoengendros comprenden un factor del mal, infatuado, facineroso de favores que por su cuenta se las toma haciendo extraorbital su desempeño. Rarezas debe tener un ser onírico para justificar su presencia en el catalogo de convidados sicohumanoides. Pero a que‚ sorprendemos? Mitosumando hallaremos extravagantes de dispar oficio. No tienen los pueblos pastoriles a Pan, con flauta y aun con pandero, retozando en recónditos valles del viejo mundo?... Pues Kurupi tiene lo suyo. Estamos ante un mundillo de singulares características sobresaltados de curiosidad; nada pues nos sea extraño. Kurupi tiene larga historia a falta de luengas barbas; pero no por ello deja de ser bárbaro, su oficio es serlo. Los Guaraní integran un pueblo mitómano.
¿Qué‚ pueblo no lo ha sido? Los enigmas nos inducen a buscar sicomotivos, causales diríamos mejor ancestrocausales hondas motivaciones homologables para satisfacer primarios interrogantes. Aquí tenemos uno de ellos. Uno de los siete monstruos de la mas antigua temática antropomórfica Guaraní merece todo un estudio en premio a su larga permanencia en la escala anarmonica de las siete figuras primigenias.
Agreguemos a este decir que Kurupi, con el largo falo de que estaba provisto, enlazaba a las niñas y las poseía, era aficionado a raptar mujeres y niños, según la versión etnitica. Era duende protector de los animales silvestres, especialmente de sementales. Una liana rugosa que se encuentra en las selvas lleva el nombre de este duende. Su rótulo botnico-guarani es Curupi rembo. El monstruo ha desaparecido, empero la liana queda. Y la narrativa alusiva a Curupi permanece vigente. Aun se aplica este mote a individuos lujuriosos.