E. GONZÁLEZ MARTÍNEZ
Cuando sepas hallar una sonrisa
en la gota sutíl que se rezuma
de las porosas piedras, en la bruma,
en el sol, en el aire, en la brisa ...
Cuando nada a tus ojos quede inerte,
ni informe, ni incoloro, ni lejano;
y penetres en la vida del Arcano,
del silencio, de sombras y de muerte ...
Cuando tiendas la vista a los diversos
rumbos el cosmos, y tu esfuerzo propio
sea como potente microscopio
que va hallando invisibles universos,
entonces en las llamas de la hoguera
de un amor infinito y sobrehumano,
como el Santo de Asís dirás hermano
al aire, al celaje y a la fiera.
Sentirás en la inmensa muchedumbre
de seres y de cosas tu ser mismo;
serás todo pavor con el abismo
y serás todo orgullo con la cumbre.
Sacudirá tu amor el polvo infecto
que macula el blancor de la azucena,
bendecirás las márgenes de arena
y adorarás el vuelo del insecto.
Y besarás el garfio del espino,
y el sedoso ropaje de las dalias,
y quitarás piadoso tus sandalias
por no herir a las piedras del camino