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Ronda de mates entre amigos: Iguazú, donde nace el arco iris
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: 2158Fenice  (Mensaje original) Enviado: 31/01/2015 06:16
BRASIL - ARGENTINA (Las dos caras de esta moneda)

Más anchas que las Victoria; más altas que las del Niágara. Son las cataratas de Iguazú, quizá las más bellas del planeta,
el lugar donde nace el arco iris a cada instante, 275 cascadas para ver y también para oír.
 

   

Iguazú, donde nace el arco iris


Desde el aire, la Garganta del Diablo es una enorme brecha por donde parece querer escapar toda el agua del planeta. Desde abajo, desde el mismo río Iguazú, una fuerza de la naturaleza, una furia indomable que se abalanza sobre el empequeñecido navegante que se atreve a llegar hasta sus mismísimas fauces.
 
A mitad de camino, especialmente desde la orilla argentina, un torbellino irrepetible de agua, espuma y vapor, una concatenación de sonidos atronadores que envuelven al húmedo, estupefacto y poseído viajero hasta convertirlo en algo insignificante mientras observa con atención cómo cae la portentosa masa de agua, miles de metros cúbicos por segundo, en su imaginario e hipnotizante camino hasta el mismísimo centro de la Tierra.

Y es allí, en medio de cualquiera de esos instantes, ya sea muy de mañana, al mediodía o al atardecer, cuando nace de forma espontánea y reiterada el arco iris. Porque el arco iris nace en Iguazú, o al menos es entre sus cataratas donde encuentra su refugio ideal, el escenario terrenal idóneo, el lugar donde se siente auténtico, real, multicolor. Se le aparece al viajero cuando menos se lo espera, en cualquier rincón, en cualquier cascada, por muy pequeña que ésta sea, como si quisiera demostrar que también él forma parte de este paisaje sobrenatural.

Nacido en las montañas costeras de Paraná y Santa Catalina, en la Serra do Mar, el Iguazú, de 1.300 kilómetros de longitud, parece un río sumamente tranquilo y normal hasta que, en una prueba de poder sin igual, se desmadra, se ensancha, se precipita y se desparrama por las 275 cascadas, que pueden llegar a 350 en la época de lluvias, que abarcan un área de más de tres kilómetros de anchura y hasta 90 metros de altura.

Son las cataratas de Iguazú, dicen, las más bellas del planeta. Unas cataratas a las que ni un millón de fotografías puede hacer justicia; unas cataratas que es preciso ver y oír para apreciarlas en todo su esplendor. De la tranquilidad a la locura en sólo unos segundos: un río aparentemente como otro cualquiera que de repente estalla en mil pedazos para volver a recomponerse unos cientos de metros después. Cuentan que miles de años antes de ser descubiertas por el hombre blanco eran un lugar sagrado donde se enterraba a los miembros de las tribus tupí-guaraní y paraguas. Las descubrió en 1541 el español Alvar Núñez, Cabeza de Vaca, y las llamó Saltos de Santa María, nombre que cayó en el olvido para recuperar el legítimo vocablo tupí-guaraní de Iguazú, que lo quiere decir todo: aguas grandes.

El que quiera ver estas aguas grandes de verdad, tendrá que hacerlo desde Brasil y Argentina. Quien vea las cataratas sólo desde uno de estos países no podrá decir que las ha visto realmente, se quedará únicamente con una imagen parcial. Es imprescindible realizar un pequeño viaje de Brasil a Argentina o de Argentina a Brasil para ver las dos caras de esta moneda. Tan diferentes y tan complementarias. El lado brasileño aporta la globalidad de las cataratas, la vista más general; mientras que el lado argentino nos acerca al precipicio, nos ofrece primeros planos, hace que nos asomemos a la misma puerta del infierno.

Aunque tiene menos cascadas que su vecino argentino, el lado brasileño ofrece mejores vistas y la posibilidad de apreciar las cataratas desde el aire, desde el propio río y desde tierra. Pocas experiencias viajeras como la de acercarte en lancha hasta la mismísima Garganta del Diablo: el vaivén torrencial de las aguas, el rugido violento de éstas cuando caen, sentirte en medio de una gran explosión de agua, la sensación de ser etéreo, casi inexistente; el deseo irrefrenable de querer abrir los ojos y empaparte, y nunca mejor dicho, de todo lo que te rodea... A la derecha, las cascadas Dos Mosqueteros y Tres Mosqueteros; a la izquierda, las de Santa María y Floriano. De frente, el vientre de la ballena. Y no puede faltar a la cita, claro está, el arco iris, que desde allí abajo parece indicarnos una salida al más allá.

Después, si no se tiene miedo a los helicópteros y a los bandazos, hay que sobrevolar la zona, ver desde arriba el hachazo que la naturaleza (el origen de las cataratas se debe a una erupción volcánica acaecida hace millones de años) ha hecho con el curso de un río pacífico y que por arte de magia se convierte en salvaje para posteriormente volver a ser lo que fue. La vista aérea del Parque Nacional de Iguazú, que fue declarado como tal en el año 1939 y Patrimonio de la Humanidad en 1989, nos ofrece una panorámica general del río antes, durante y después de llegar a las cataratas y de toda la exuberante vegetación que lo invade, más contundente en Brasil, más cercana en Argentina.

La tercera excursión brasileña nos conduce a los observatorios de los saltos de Floriano y de Santa María. Allí las vistas del lado argentino y de la propia Garganta del Diablo, mejor si es con la luz de la mañana, son dignas de contemplarse con tranquilidad, con tiempo, con los ojos muy abiertos para observar todo lo que sucede delante de nosotros, y hacerlo en completo silencio, para que el sonido del agua, ensordecedor en muchos momentos (el estruendo de las cataratas puede oírse en 15 kilómetros a la redonda), se apodere de la escena.

Atravesando el Ponte Tancredo Neves, sobre el propio Iguazú, se llega al lado argentino, o lo que es igual: a otra forma de ver las cataratas. Son las mismas pero se ven diferentes. Existen tres circuitos que permite observarlas desde abajo (sendero inferior), desde arriba (sendero superior) y el tercero que llega hasta la Garganta del Diablo. El circuito inferior, de kilómetro y medio de longitud, permite ver las cascadas de abajo arriba; se pueden ver los saltos de Alvar Núñez, Bossetti y Dos Hermanas, donde se rodó una de las escenas más famosas de La Misión. También se puede llegar a la orilla del río y coger un barco a la isla San Martín.

RIADAS. El circuito superior ha cambiado en los últimos años. Antes, sus pasarelas de cemento llegaban hasta la Garganta del Diablo, pero estas fueron arrasadas por las riadas. Ahora el tamaño del circuito es reducido, 700 metros, pero sus vistas intensas. Desde sus miradores se pueden ver desde arriba los saltos de Bossetti y Dos Hermanas y los de Bernabé Méndez y Mbigua.

La tercera excursión nos conduce al corazón de las cataratas, a la garganta, a las 14 cascadas dispuestas alrededor de un pequeño y cerrado agujero pintado de espuma, vapor y agua que impiden ver el fondo a los que se atreven a mirarle a los ojos. Por la nueva pasarela de acceso, a la que se llega en un pequeño tren ecológico, se pueden ver los restos de la anterior. Las pasarelas de ahora dejan pasar el agua por todos los lados y además son desmontables.

La luminosidad es absoluta frente a los ojos del diablo y el espectador tendrá que poner en guardia todos sus sentidos para no perderse ningún detalle, para no convertirse en agua, para no evaporarse. Ruido y blancura, fuerza y transparencia. Esta morada de Lucifer, saturada de neblina, que empapa al observador, es el punto álgido de este río, de estas cataratas. Todo está allí, todo pasa por allí. Si uno tiene paciencia, y es capaz de acostumbrar sus ojos al brillo de tamaña cantidad de agua, podrá observar a los vencejos —esos que son capaces de copular en el aire— lanzarse sobre los riscos para cazar a los insectos en pleno vuelo y después atravesar las densas cortinas de agua para trasladarse a descansar sobre los acantilados.

Y es que no sólo de agua vive este paraíso. En el Parque Nacional de Iguazú, que tiene una extensión de 1.700 kilómetros cuadrados, que además de Brasil y Argentina se adentra también en Paraguay, conviven más de 2.000 especies de plantas y 1.100 de aves y mamíferos: mariposas, papagayos, periquitos, pájaros carpintero, colibríes, lagartos, hormigas de hasta tres centímetros, arañas de numerosos colores, tucanes, monos, ciervos, perezosos, osos hormigueros, mapaches, jaguares, tapires, caimanes, armadillos y, claro está, vencejos... Este paraíso cercano habita en Iguazú, allí donde nace el arco iris.




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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: karmyna Enviado: 31/01/2015 20:10
 
 
 
 
Deseo pases un estupendo y Feliz Dia en compañia de tus seres queridos
 
Recibe saludos cariñosos desde Mexico
Karmyna

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: 2158Fenice Enviado: 01/02/2015 08:54


 
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