Don Francisco Álvarez Hidalgo
No quedan ya zagalas ni
pastores, ni en la noche, a la luz de las estrellas, bajo las burdas
mantas, ellos y ellas contrarrestan el frío con sudores.
Distribuye el invierno los rigores de su escarchada alforja; de
sus huellas no se alzan danzas, himnos ni doncellas diseminando pétalos de
flores.
El silencio es la nieve de la nieve,
un estrato intangible. ¿Quién se atreve a profanar su monacal
sosiego?
El tiempo es blanco, los relojes
quietos, tenue la luz, colmados los abetos… Qué suerte, Dios, no haber
nacido ciego.
Los Angeles, 4 de diciembre de 2004
- Olvidaré al
invierno, que se atreve
- a desplegar en
campos y ciudades
- su monótona
túnica de nieve;
-
- y en tristes,
lúgubres oscuridades
- envuelve los
paisajes de la mente,
- anestesiándolos
en soledades.
-
- Lo olvidaré para
mirar de frente
- el arco del
exótico trineo
- y su efusivo
auriga sonriente.
-
- Sueños de niños
elevarse veo
- de cada
chimenea, en espirales
- con el humo, en
inquieto balanceo,
-
- enviando
inequívocas señales
- de la curiosidad
adormecida
- cansada de
esperar tras los cristales.
-
- Y tú y yo
esperaremos su venida
- tendidos en el
suelo, junto al fuego,
- el alma en flor,
la piel estremecida,
-
- redescubriendo
sin cesar el juego
- que encadena
sentido y sentimiento,
- y enlaza el
arrebato y el sosiego.
-
- Tropezará sobre
la calle el viento,
- en el hogar
crepitará la llama,
- y sobre ti caerá
mi atrevimiento,
-
- cálida catarata
que derrama
- suavidades con
tintes de locura
- y que en
cualquier lugar te hará una cama.
-
- Moldearán mis
manos tu escultura,
- me besarás,
recibirás mi beso,
- y dormiré
abrazado a tu cintura,
-
- soñando en un
viaje sin regreso,
- por un camino
azul de fantasía,
- donde he dejado
ya tu nombre impreso.
-
- Y al
despertarnos el albor del día
- veremos que está
el árbol navideño
- engalanado con
la sinfonía
- de colores que vimos en el
sueño.
Francisco Álvarez
Hidalgo
| | |
-
- Duermen la
azuela, el hacha y el martillo sobre el banco en sudor de carpintero;surge el padre del fondo del
obrero,la madre observa
al devanar su ovillo.
-
- La cena humea en el
modesto hornillo
- sobre asiento de
brasas, en austero
- salón-taller-cocina,
y aún granero,
- tan primitivo todo,
tan sencillo.
-
- Al niño
corresponde el primer plano;
- alza una vida frágil
en la mano,
- juega otra vida
eufórica a los pies.
-
- En su mano, a sus
pies todas las vidas,
- y la suya se irá por
las heridas...;
- pero hoy es juego;
eso será después.
-
- Soneto Nº
1122
- Los Angeles, 31 de
julio de
2004
| |
En esta
larga noche, en esta noche fría, a la luz del recuerdo que hace esta noche
buena, silenciemos el terco tictac de los relojes, sin olvidar los males
que a nuestro mundo aquejan
Y que el Niño nacido en la paz del
establo nos devuelva mañana la fe y la fortaleza para cambiar las cosas un
poco cada día, para buscar su mano si nos ciñe la
niebla.
Los Angeles, 17 de diciembre de
2005
|