¡Cuánta
gente se queja de la soledad! Pues bien, deben saber que han sido ellos quienes
han creado esa soledad en sí mismos, en su cabeza. En realidad, nunca se está
solo. Y, ¿por qué entonces se sienten solos? Porque no tienen demasiado amor.
Ellos os dirán: “¡Pero cómo, si tenemos demasiado amor, no hacemos más que soñar
con el amor!” Precisamente ahí está su error, sueñan con el amor, esperan el
príncipe o la princesa de las Mil y Una Noches y por eso se sienten solos:
porque esperan el amor en lugar de buscarlo en ellos mismos. El amor que se
espera, nunca llegará. No hay que esperar que el amor venga del exterior, el
amor está dentro de, nosotros. Dejad que salga, que se manifieste porque sólo
así lo encontraréis realmente.
Nunca
estamos solos: todo el universo nos escucha. Todas nuestras palabras, todos
nuestros gestos tienen eco. Por ejemplo, si cuando salís de vuestra casa, por la
mañana, sonreís al mundo entero, saludáis a toda la creación diciendo: “Buenos
días, buenos días, buenos días”, no os sentiréis solos durante el día, porque
desde todos los rincones del espacio llegarán hasta vosotros voces que os
contestarán haciendo eco: buenos días, buenos días, buenos días… Los humanos
salen de sus casas encerrados en sí mismos: ven y oyen a los demás a su paso,
pero nos los miran, ni los escuchan. ¿Por qué no recordar que el mundo entero
está habitado por criaturas que merecen que se les mande un pensamiento, buenos
deseos: la luz, la paz, la alegría… ¿Tan difícil resulta abrirse, sonreír, dar
el primer paso? Siempre esperan que sean los otros quienes lo hagan, y en la
espera, se lamentan porque se sienten solos.
Empezad
desde hoy a cambiar de actitud y veréis como ya no os sentís solos. Diréis: “Si,
pero la gente que por todos lados nos encontramos, en la calle, en los
almacenes, en nuestro lugar de trabajo, no nos inspiran, y por otro lado, si nos
mostramos con ellos tan abiertos, no nos comprenderán”. Es verdad, hay gente que
no os comprenderá; si les saludáis, si les sonreís, dirán: “¿Qué le ocurre a
éste?” Pero solo algunos se mostrarán incapaces de comprenderos, habrá muchos
otros que os comprenderán y se sentirán felices. Además, ¿Acaso vivimos sólo
para la gente con la que nos encontramos? No, vivimos para toda la creación, y
en las regiones invisibles existen numerosas criaturas que sabrán apreciar
vuestro amor, y esto es lo esencial.
Incluso,
¿por qué no aprendéis a mirar de otra forma menos superficial, a toda esa gente
con la que os cruzáis y que nada os inspira? Siempre os fijáis en la apariencia,
y es cierto que a menudo no es muy agradable. Pero los humanos no son sólo lo
que aparentan, cada uno tiene también un alma, un espíritu, e incluso si esta
alma y este espíritu raramente se manifiestan, están ahí y tienen siempre la
posibilidad de aparecer y expresarse. No demuestra ser inteligente quien observa
a los humanos de forma tan superficial. Un sabio sabe que los hombres y las
mujeres son hijos e hijas de Dios, y con esta idea trata a todos los seres. Este
es un trabajo creativo que realiza, ya que, de esta forma, desarrolla el lado
divino de todos aquellos que encuentra… y se siente feliz. Creedme, la mejor
manera de actuar con los demás, es descubriendo sus cualidades, sus virtudes,
sus riquezas espirituales y concentrarse en ellas.
Descubrir
los defectos de la gente no tiene ningún mérito, es demasiado fácil; además, es
algo que todo el mundo hace… A partir de ahora, intentad prescindir de los
detalles no demasiado virtuosos, y en cambio haced hincapié en el principio
divino existente en cada ser. Sí, ¿por qué no tener sentimientos sagrados para
aquello que en el hombre es divino, inmortal y eterno? Es así como realizaréis
un buen trabajo sobre vosotros mismos y ayudaréis también a los demás.
Mientras
que si tan sólo os ocupáis de sus defectos, os perjudicáis, porque absorbéis sus
suciedades y, además, impedís que ellos evolucionen. y ¿cómo queréis después no
sentiros solos?
Criticando
a los demás, subrayando sus defectos, no hacéis más que cavar un foso entre
ellos y vosotros. Cuando sepáis, a través de vuestra alma y de vuestro espíritu,
entrar en relación con todas las almas y todos los espíritus de la tierra,
cuando lo mejor de vosotros mismos descubra lo mejor de los demás, entonces ya
no os sentiréis solos.