La leyenda del
Cerro de los
Siete Colores “jujuy” Argentina
Cerro de
los siete colores
Cerros paleta del pintor,según la hora del día y la luz
van
cambiando color es un espectáculo de la naturaleza
En la provincia de Jujuy al noroeste de la
Argentina, podemos encontrar dos magníficos lugares que han sido tocados
por los dioses, el Cerro de los Siete Colores y el Cerro Paleta de Pintor.
Lugares emblemáticos de la fisonomía norteña, puntos atrayentes del turismo
nacional y del internacional también.
El Cerro de los Siete Colores
se encuentra a la vera del pueblo de
Purmamarca, cuyo nombre en lengua aimará quiere decir “pueblo de tierra
virgen”, se dice de este pueblo que está suspendido entre los cerros de la
quebrada. Son 67 km los que alejan Purmamarca de San Salvador de Jujuy. Al norte
del pueblito pasa el río Purmamarca que le da nombre a la quebrada, o acaso es
la quebrada la que le da nombre a él y al
pueblo.
A 15 km de Purmamarca, se encuentra el pueblito de
Maimará, ‘estrella que cae’ en aimará. Aquí
se encuentra el otro cerro famoso por sus colores, el Paleta de Pintor.
La cercanía de estos dos cerros y los colores que la tierra tiene en ellos ha
dado lugar a miles de historias que desde tiempo inmemorial se oyen en esta
zona, aquí les dejamos una de tantas versiones que cuenta cómo es que los cerros
un día se colorearon.
Leyenda del
Cerro de los Siete Colores
Hay historias cuyo origen
se remonta a un tiempo que no se puede contar, existen desde que el mundo es
mundo. Como la que cuenta que una vez la Pachamama mandó a llamar a los duendes
que habitan los cerros para darles la tarea de hermosear uno de esos picos, a
fin de que los habitantes de la región quedaran enamorados de la tierra y no la
abandonaran.
Esta tarea para nada
sencilla iba a necesitar la complicidad de otros agentes, era indispensable que
los humanos no viesen a los duendecitos, así que Pachamama acudió a Mama Quilla
(luna) para pedirle que ayudara en las noches a sus pintorcitos a no perderse;
pidió luego a Inti (sol) que durante el día pusiera especial atención en
iluminar la obra que resultara para que todos pudiesen
verla.
Todos respondieron a la
convocatoria que hiciera la Madre Tierra favorablemente y fue el viento el que
llevó el mensaje a los cardones para que le contaran a la
Pacha
Los cardones desde años
embellecen el altiplano y su impronta es lo que hasta entonces había hecho que
los habitantes de esas tierras secas, lejanas y silenciosas siguieran siendo
atractivas para sus habitantes, además de ser siempre sitio obligado de muchas
otras personas que no conocían la lengua del lugar pero que sabían de la belleza
que encerraba en lo profundo de sus valles y lo elevado de sus picos y
planicies.
Y el plan comenzó a
desarrollarse. La luna salió como todas las noches a recorrer el cielo e
iluminar la tierra mientras el sol descansaba. Los duendes alistaron sus
pinceles y marcharon llenos de alegría al son de un cántico que no se oye y que
los pone muy contentos. Parados frente al cerro, observan a los cardones que les
indicarán por dónde empezar.
Entonces la magia
comienzan, los duendes cogen sus pinceles, los mojan en el salar blanco y
recogen los colores del cerro ‘paleta de pintor’ que la Pachamama les ha
preparado para poder colorear el otro cerro con los ‘siete
colores’.
Los duendes comienzan a
pintar. Los pigmentos cargados de color tierra y sal dejan destellos de luz
cuando los pinceles hacen ribetes en el aire y sobre el cerro. Las llamas se
acercan y donan su lana para renovar el pincel, las ovejas miran y los cardones
se enamoran de los dibujos que se van delineando. La luz de Mama Quilla se
intensifica cuando las estrellas excitadas se acercan para apreciar la obra de
arte en proceso. Los duendes saltan y ríen, están felices, su trabajo es también
una ofrenda a los dioses.
Los ríos no son ajenos al
espectáculo y se tiñen color tierra cuando los duendes enjuagan en ellos sus
pinceles, así el agua del deshielo llega a la gente llena de la magia con la que
los pintorcitos colorean el cerro.
Durante toda la noche los
artistas mágicos desarrollan su tarea. Usan el rosa de los flamencos, el rojo de
los minerales de la mina, piden prestado un poco de verde a los pastos del
valle, al dorado se lo calotearon a Inti y del centro de la tierra traen el
naranja, el azul se hizo con un poco de cielo de noche mezclado con el blanco
del salar.
Los pintores preparan los
colores en la paleta y esperan la aprobación de la Pacha Mama para seguir la
tarea. La Madre tierra contempla la obra, se siente satisfecha y
orgullosa.
Los cardones que antes
guiaban a los duendes dónde tenían que ir pintando, ahora les avisan la llegada
próxima de Inti. Mama Quilla empieza a esconderse tras la cordillera. Los
duendes empiezan a juntar sus cosas, y al paso van pincelando el paisaje y
salpicando colores por todas partes.
Los duendes se van a
descansar cuando otros seres empiezan a despertarse. Van a volver cuando de
nuevo Mama Quilla vuelva y seguir con la tarea que la Pachamama les ha
encomendado, tarea interminable. Su trabajo será admirado por todos a la luz de
Inti, y no sólo por los lugareños, sino que atraerá miles de vecinos y gentes de
otros lugares muy lejanos.
Dicen que el canto que no
puede oírse de los duendes se ha convertido en un eco que viene de lo profundo
de los cerros y las personas lo han recogido en una copla que los pobladores de
Purmamarca y Maimará suelen cantar cuando el crepúsculo llega, acompañados por
sicus, erkes, y el sonido del viento las voces se elevan y cantan esta coplita
para dale ánimo a los duendes, para agradecer su obra y para que las voces que
chocan en las paredes de los cerros, golpeen las partículas de sal de los
pigmentos y las hagan brillar como estrellas en la noche:
Hay fiesta hoy en el cielo,
La luna llena se acerca,
Los duendes más que felices
De comenzar la encomienda.
Con pinceles de vicuña,
Con colores y con magia,
Bajan por la quebrada
Ofrendando a Pachamama.
Antes que el Sol los alcance,
Antes que las estrellas se
apaguen,
Pintarán colores y sombras,
En la quebrada del Valle.
Con gritos sordos, los duendes
Me cantaron esta copla
Me la contaron al oído
Para pasarla de boca en boca.
Leyendas y cuentos. Por Romina
Baudo