EL ÚLTIMO ORGANITO
No se trata, por cierto, de "el último organito"; pero sí nos enteramos que a mediados del año 1918, se dispuso que estos pintorescos personajes ambulantes, genuinas postales del Buenos Aires del '900; fueran "desterrados" más allá "de todo el perímetro de la urbe, más allá del Once, de Constitución, de Palermo...".
¿Cuales fueron las razones que llevaron al intendente Joaquín Llambías a tomar tan drástica resolución? Francamente, las desconocemos.
Estos instrumentos habían comenzado a ingresar a mediados del siglo XIX popularizándose rápidamente, y su llegada era motivo de una verdadera fiesta.
Pequeños y "portátiles" o de grandes dimensiones (los había aquellos que debían ser acarreados por caballos) su música consistía en polcas, mazurkas y valses, agregándose luego el tango.
Los primeros organitos fabricados en el país fueron los "Rinaldi", hechos por los señores Rinaldi y Roncallo, este último padre del famoso músico José Luis Roncallo, el cual colaboraba en la fabricación de estos instrumentos y su manejo dependía y mucho de la destreza musical de su propietario.
El organito amenizaba reuniones y fiestas, y en las esquinas de cada barrio de aquel viejo Buenos Aires, acompañó los primeros cortes y quebradas, que entre hombres, ensayaban los muchachos.
Sin embargo, como vemos, en el temprano año de 1918, los organitos son desplazados no solo físicamente hacia "las afueras" de la ciudad, sino que paulatinamente son reemplazados por las nuevas "tecnologías" que posibilitaban el acceso a escuchar música en forma cada vez más independiente y de mejor calidad sonora.
Así, el organito fue permaneciendo y sobreviviendo como una postal pintoresca y anacrónica de aquellas épocas de transición de la "Gran Aldea" hacia la ciudad cosmopolita.
Sus sones continuaron alegrando a los niños en las calles y posibilitando a los más jóvenes ensoñadores enamorados y románticos leer su destino en los misteriosos papelitos cuidadosamente doblados que eran alcanzados por una cotorrita ... hasta el día en que esta misma avecilla, tomó el último mensaje que auguraba su último paseo.