Los principales traficantes negreros eran ingleses, portugueses y holandeses.
Al principio los esclavos que llegaban al puerto de Buenos Aires eran desembarcados y mantenidos en cuarentena en el Retiro, luego por la queja de los vecinos por los graves problemas de higiene y la crueldad del tratamiento, el comercio de venta se trasladó primero a la zona del Riachuelo, luego a Quilmes y finalmente, en las últimas décadas de la colonia la trata se hacía en la Ensenada de Barragán.
Los mayores propietarios de esclavos eran los Jesuitas que los hacían trabajar en sus producciones y entre los mercaderes mas renombrados de nuestro territorio estaba Martín Simón de Sarratea (suegro de Liniers y padre de Manuel de Sarratea), Isidro José Basavilbaso (abuelo de Carlos María de Alvear),
Martín de Álzaga y José Martínez de Hoz.
Los batallones de negros y pardos defendieron la ciudad de Buenos Aires durante las invasiones inglesas y en el ejército libertador de San Martín,
la mitad de sus hombres eran afroamericanos.
Si bien la Asamblea del año XIII decretó la libertad de los nacidos desde ese año,
no fue una emancipación real.
Entre las guerras posteriores a la Revolución de Mayo de 1810 y la fiebre amarilla de 1871,
la población negra fue diezmada.
En 1840 Juan Manuel de Rosas abolió el tráfico de esclavos, pero recién veinte años después
la esclavitud fue absolutamente prohibida.