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para ser feliz, sino para hacer feliz a tu pareja.
5. El matrimonio no es “martirmonio”. De ti depende que la vida conyugal no sea como una fortaleza sitiada, en la que, según el dicho, “los que están fuera, desearían entrar, pero los que están dentro, quis
SIETE CONSEJOS PARA UN MATRIMONIO MADURO
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El verdadero amor busca en el otro no algo para disfrutar, sino alguien a quien hacer feliz
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1. El matrimonio es para amar, y amar es una decisión, no un sentimiento. Amar es donación. La medida del amor es la capacidad de sacrificio. La medida del amor es amar sin medida. Quien no sabe morir, no sabe amar. No olvides: “amar ya es recompensa en sí”, como decía el padre Marcial Maciel. Amar es buscar el bien del otro: cuanto más grande el bien, mayor el amor. Los hijos son la plenitud del amor matrimonial.
2. El amor verdadero no caduca. Se mantiene fresco y dura hasta la muerte, a pesar de que toda convivencia a la larga traiga problemas. El amor ama hoy y mañana. El capricho sólo lo hace hoy. Los matrimonios son como los jarrones de museo: entre más años y heridas tengan, más valen, siempre y cuando permanezcan íntegros. Soportar las heridas y la lima del tiempo, y mantenerse en una sola pieza es lo que más valor les da. El amor hace maravillas.
3. Toda fidelidad matrimonial debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. La fidelidad es constancia. En la vida hay que elegir entre lo fácil o lo correcto. Es fácil ser coherente algunos días. Correcto es ser coherente toda la vida. Es fácil ser coherente en la hora de alegría, correcto es serlo en la de la tribulación. La coherencia que dura a lo largo de toda la vida se llama fidelidad. Correcto es amar en la dificultad porque es cuando más lo necesitan.
4. Séneca afirmó: “Si quieres ser amado, ama”. El verdadero amor busca en el otro no algo para disfrutar, sino alguien a quien hacer feliz. La felicidad de tu pareja debe ser tu propia felicidad. No te has casado con un cuerpo, te has casado con una persona, que será feliz amando y siendo amada. No te casas | |
ieran salir”.
6. El amor matrimonial es como una fogata, se apaga si no la alimentas. Cada recuerdo es un alimento del amor. Piensa mucho y bien de tu pareja. Fíjate en sus virtudes y perdona sus defectos. Que el amor sea tu uniforme. Amar es hacer que el amado exista para siempre. Es decir: “Tú, gracias a mí, no morirás”.
7. Para perseverar en el amor hasta la muerte, vive las tres “d”: Dios, diálogo, detalles. Dios: “Familia que reza unida, permanece unida”. Diálogo: para evitar que los problemas crezcan. Detalles: de palabra y de obra. “Qué bonito peinado”. “¿Qué se te antoja comer?”. “Eres el mejor esposo del mundo”. “Hoy, la cena la hago yo”. “Nuestros hijos están orgullosos de ti”. El amor matrimonial nunca puede estar ocioso. “Aprovecho esta oportunidad para recordarles algunas cosas sobre este gran sacramento que es el matrimonio: para algunos el matrimonio no es más que un convenio social, para otros es un estado en el que ambos comparten totalmente su vida, su persona y su destino; pero para el cristiano, el matrimonio es mucho más.
“Es, ante todo, un camino de santidad, es decir, un camino hacia Dios, fundamentado en el amor humano y en la procreación de los hijos que Dios quiera regalar. Camino de santidad, sí, porque dentro de él se vive para amar, sin egoísmos, sin intereses personales, sin mezquindades.
“Camino de santidad porque es camino de renuncia y de sacrificio, ya que no hay amor posible sin ellos. Camino de santidad porque permite vivir heroicamente la caridad, virtud reina del cristianismo, tanto en las relaciones entre los esposos como en las relaciones con los hijos”
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